Educación en Catalunya

Las recetas de los profesores para superar PISA: volver al 'ma me mi', trabajar la memoria y más apoyo a quien lo necesite

Recortes, segregación y baile de leyes: la tormenta perfecta de la 'catástrofe PISA'

Educación y universidades revisarán el grado de Magisterio y el máster de secundaria

Anna Simó: "Dividir al alumnado por niveles como propone Francia sería una regresión brutal"

Todos los gráficos para entender el descalabro del informe PISA 2022

Niños jugando en el patio de la escuela Font Freda de Montcada i Reixac, este mes de noviembre.

Niños jugando en el patio de la escuela Font Freda de Montcada i Reixac, este mes de noviembre. / FERRAN NADEU

Helena López

Helena López

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Han pasado ya casi dos semanas y los desazonadores resultados del alumnado catalán en las pruebas PISA siguen estando en el centro del debate público, algo bastante inhabitual en los frenéticos tiempos que corren y que confirma una preocupación generalizada por la mala salud del sistema educativo. La radiografía de la OCDE presentada el pasado 5 de diciembre revela, por ejemplo, que Catalunya es el segundo territorio del Estado (superado solo por Melilla) que más puntuación pierde en matemáticas respecto a los resultados de 2018: 21 puntos menos (lo equivalente a un curso académico según su baremo).

Después de que el Departament d'Educació haya descartado medidas de choque, EL PERIÓDICO ha ido a pie de aula a hablar con docentes de primaria y secundaria [PISA evalúa a los chavales de 15 años, pero hay unanimidad en que el problema viene de bastante antes] sobre si sienten que nuestros estudiantes van hacia atrás como evidencian los resultados -la respuesta de gran parte de ellos es 'sí'- y, sobre todo, sobre qué consideran que habría que hacer ahora para levantar cabeza. Aquí van algunas de las propuestas.

Sentar las bases en Infantil

Hay unanimidad entre conselleria y docentes en la importancia de sentar bien las bases. "Volver a los básicos y enseñar a leer", en palabras de Simó. Para hacer eso hay que empezar por el principio, en educación infantil. "Te llegan niños a primero de primaria con problemas de caligrafía, sin dominar el trazo, sin controlar la relación entre sonido y grafía, con poca tonicidad en las manos, sin saber hacer bien la pinza… casi como si todos hubieran sido prematuros", lamenta una maestra de inglés de primaria que lleva 18 años trabajando en una escuela pública. Ella tiene claro el camino. "Hemos de empezar por sentar unas bases sólidas, y a partir de ahí hagamos trabajos cooperativos, por supuesto, pero sin esa base es imposible", subraya convencida de la necesidad de volver a trabajar la capacidad memorística. "Les cuesta horrores memorizarse las tablas", añade.

"La innovación están muy bien, pero antes tenemos que enseñar bien a los niños a leer. Tenemos que volver a enseñar las letras, la 'pe' y la 'a' hacen 'pa'; la 'eme' y la 'a', ma. Lo siento mucho, por con 25 niños por aula, 27, en algunos, no se puede hacer de otra manera", zanja.

Disminuir ratios

La dificultad de atender (bien) aulas cada vez más diversas con 25 alumnos por grupo en primaria y 30 en secundaria es otra de las cuestiones que el profesorado pone sobre la mesa al analizar los (malos) resultados de PISA. Hay unanimidad en la necesidad de reducir el número de alumnos por grupo para poder ofrecer una enseñanza "más individualizada", como todos los expertos apuntan que se debe hacer. De hecho esta es una de las medidas de la hoja de ruta presentada por la consellera. Simó ha explicado esta semana que aunque las ratios se han empezado a reducir en los cursos inferiores -en educación infantil en la pública las aulas son ya de 20 niños-, para "agilizar" esa reducción en los cursos superiores se planteaban incluso instalar barracones (en las instalaciones actuales de muchos centros es imposible abrir más clases para hacer los grupos más pequeños por una cuestión de espacio).

Incrementar la inversión

Otra cuestión clave en la que, lógicamente, hay también unanimidad, es en la necesidad de incrementar la inversión en educación en un sistema que todavía arrastra los efectos de los recortes de 2012, los que se se llevaron por delante medidas como la sexta hora en la pública. Pese a que en los últimos años la inversión se ha incrementado, un informe reciente de CCOO señalaba que su peso relativo en el conjunto del gasto público de la Generalitat había ido progresivamente a la baja: un 20,9% del gasto total de 2009, un 19,3 % en 2018 y un 17,8% en 2020. El sindicato ha sido el impulsor de la Iniciativa Legislativa Popular en marcha para exigir a la Generalitat la inversión del 6% del PIB en Educación tal y como señala la Ley Catalana de Educación (LEC).

"Son imprescindibles más recursos para atender la complejidad creciente que encontramos en los centros", resume Maribel Tarrés, directora del instituto Jaume Cabré de Terrassa.

Reducir la segregación escolar

Si hay algo que deja claro PISA es que la famosa equidad -una de las palabras más usadas por la conselleria- está todavía muy lejos de ser una realidad en el sistema educativo catalán. Hay una diferencia evidente entre centros [en la privada-concertada están casi dos cursos por encima de la públia en las tres competencias evaluadas] y, de forma mucho más pronunciada, entre el alumnado de familias acomodadas y el alumnado pobre. Recortar esas diferencias es uno de los grandes retos del sistema educativa y de la sociedad y la mayoría de voces coinciden en que una de las vías de hacerlo es reducir la segregación escolar, fenómeno que no hace más que incrementar esa brecha.

Pese al optimismo mostrado por la consellera Simó sobre los resultados del pacto contra la segregación -aseguró esta semana que en tres o cuatro años sería historia- desde las aulas segregadas no ven el final tan cerca ni de lejos. María Segurola, experta en la materia y responsable de incidencia y políticas contra la segregación escolar de la Fundació Bofill, aseguraba en una entrevista en EL PERIÓDICO que "sin medidas más contundentes, la segregación escolar no terminará ni en 2026 ni en 2036".

Regular (todas) las pantallas

Una cuestión que atraviesa también todos los debates educativos es el impacto de las pantallas -todas, no solo el móvil, también tablets y ordenadores- en la vida de los niños y niñas, mucho más allá de su rendimiento escolar. PISA evalúa los resultados del alumnado de 15 años, edad en la que el 'smartphone' tiene un peso importantísimo (tanto que todos los institutos que aún no lo regulan deberán hacerlo a todo tardar el curso que viene a partir del marco normativo que está preparando el Govern siguiendo las recomendaciones del Consell Escolar de Catalunya aprobadas esta misma semana). Es una cuestión que no recae solo en la escuela, pero reducir las horas de pantalla es imprescindible para mejorar los resultados académicos. "Enseñar a los chicos tecnología es imprescindible, pero no podemos abandonar el papel y el bolígrafo o lo pagaremos aún más caro", claman los docentes.

Seguimiento del alumnado (no) repetidor

Repetir curso está considerado por la mayoría de estudios internaciones como una práctica "ineficaz, discriminatoria y cara", pero ir pasando de curso con un buen número de asignaturas suspendidas sin ningún acompañamiento tampoco se antoja un escenario ideal para nadie. Los docentes señalan la necesidad de más recursos -otra vez los recursos- para poder hacer un seguimiento del alumnado que pasa de nivel sin haber adquirido los conocimientos previos. Ese seguimiento, advierten, es imprescindible para que la desconexión del alumno con el aula no sea cada vez mayor y acabe derivando en abandono escolar temprano o que acabe la ESO con lagunas formativas. Una situación de la que ya llevan tiempo alertando los centros de Formación Profesional: un 40% de los alumnos de ciclos formativos de grado medio lo dejan y es que los docentes de FP se encuentran con que hay alumnos que acaban la ESO sin tener asentada la lectoescritura cosa que les hace imposible seguir un ciclo formativo. Varias voces desde institutos distintos advierten de que hay jóvenes que tienen la sensación de que "hagan lo que hagan, eso no tendrá ninguna consecuencia" y que el mensaje de que pasarán de curso igual "tampoco ayuda". "Al final el valor del esfuerzo desaparece del todo", lamentan.

Suscríbete para seguir leyendo