Educación

¿Por qué se ha desplomado la compresión lectora de los niños en Catalunya? Las claves del suspenso

Catalunya se desploma en comprensión lectora y se sitúa a la cola de España y Europa

La 'operación rescate' de las bibliotecas escolares empezará este septiembre con un plan piloto en 50 centros

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A1-144139125.jpg / Manu Mitru

Helena López

Helena López

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Nuestros niños y niñas de cuarto de primaria no entienden lo que leen y la responsabilidad, sobra decirlo, no es suya, sino de sus referentes; ya sean sus padres (quienes leen y les leen poco), sus profesores o los responsables de las políticas educativas. Según el último estudio internacional para el Progreso de la Comprensión Lectora PIRLS, el nivel lector del alumnado catalán de cuarto de primaria ha caído 15 puntos en los cinco últimos años y, viniendo ya de muy abajo, se sitúa a la cola de España (solo por encima de Ceuta y Melilla) y de Europa. Mientras España obtiene 522 puntos (10 puntos por debajo del promedio de la OCDE), Catalunya se descalabra hasta las 507.

Estos pésimos resultados, además, no sorprenden a nadie: ni a los responsables políticos -que aseguran que ya los esperaban-, ni a docentes y familias, que llevaban mucho tiempo advirtiendo de la catástrofe. Como tampoco sorprende la diferencia de 50 puntos -lo que supone un curso de diferencia- entre los estudiantes de los centros de máxima complejidad (los que concentran más alumnado de familias pobres que la media) y los que no lo son. "El PIRLS nos muestra una fotografía que desgraciadamente no es nueva: en los resultados de las últimas pruebas de competencias de sexto ya se observaba tanto la bajada generalizada como el reparto desigual de los malos resultados", señala Marta López, directora del programa Lecxit de la Fundació Bofill.

¿Qué diablos pasa en las escuelas catalanas? ¿Por qué esa diferencia tan grande con la media española? ¿Por qué el Govern no se echa las manos en la cabeza y parece normalizar la situación al responder con una tímida batería de medidas? "No podemos achacarlo todo a la complejidad catalana. Madrid también tiene aulas con mucha diversidad y no sale tan mal parado", responde, crítica, López, quien no por eso resta importancia al sesgo de clase (los niveles comprensión en el tramo más bajo, en los colegios complejos son del 30%, y los no complejos, de un 7%). "Hay algo que no se está haciendo bien", prosigue, convencida de que los datos piden a gritos un análisis más sistémico.

Bibliotecas escolares descuidadas en infinidad de centros

"Promover los 30 minutos de lectura diaria en el colegio [una de las medidas planteadas por el Departament] está muy bien, pero la pregunta es: ¿cómo logramos que la lectura ocupe un lugar central en los centros educativos?", plantea la experta. El camino, y ahí hay bastante consenso, sería, para empezar, un plan de bibliotecas escolares ambicioso, para todas las escuelas e institutos y con una persona en cada centro al frente. Hacer que la biblioteca forme parte de lo que pasa en las aulas (hoy por hoy un 40% de centros públicos no disponen de ella).

Nula diversidad lingüística en las bibliotecas escolares

Sobre el factor idiomático, López -quien pone por por delante que, cuantas más lenguas se hablen, mejor- afirma que es evidente que no es lo mismo hacer una prueba en tu idioma que en otro. "Hemos de empezar a pensar si hay algo que no nos está funcionando en cómo estamos acogiendo a las familias con otras lenguas. No se puede enseñar igual una lengua materna que una lengua que no lo es", reflexiona.

En cuanto a esta última cuestión, Mònica Baró, especialista en bibliotecas escolares, pone un dato sobre la mesa. En las bibliotecas escolares de Barcelona prácticamente no tienen libros que no sean en catalán, castellano o inglés. Y se trata de escuelas en las que se hablan 22 idiomas. "Se hablan mucho de la atención a la diversidad, pero un niño que solo habla urdú en su casa, no encuentra en la escuela un solo libro en su <strong>lengua materna</strong>. ¿Nadie piensa que para que este crío se enganchara a la lectura le iría mejor empezar con un libro en su lengua? ¡Después claro que ya leerá en catalán y en castellano!", explica.

El mucho conocimiento académico no llega a las escuelas

El investigador <strong>Héctor Ruiz Martín</strong> introduce en el debate una cuestión preocupante: la enseñanza de la lectura es el aspecto de la Educación sobre el que hay hecha y publicada más investigación, pero prácticamente no hay transferencia entre la todos esos 'papers' y la práctica educativa. El conocimiento sobre cómo la ciencia recomienda enseñar a leer no está llegando a los centros. "No hay transferencia entre la comunidad científica y la educativa", subraya Ruiz Martín, convencido de la necesidad de garantizar la formación del profesorado. Y pone un ejemplo: uno de los países donde, según el mismo PIRLS, la comprensión lectora no ha caído es Inglaterra. ¿Cómo lo han logrado? "Apostando por transferir la investigación a las aulas; formando al profesorado sobre cómo enseñar a leer de la manera más afectiva", añade el investigador.

La solución planteada suena tan obvia -enseñar a los profesores a enseñar a leer- que resulta hasta incomprensible que no se esté aplicando.

Al final, continúa Ruiz Martín, leer depende de dos cosas: la capacidad de convertir el texto en tu vocecita interior (la descodificación fluida) y la comprensión lingüística (entender lo que cuenta esa vocecita).

Hablamos poco a los niños (en la escuela y en casa)

¿Cuál es entonces el método a seguir? "Para empezar, hay que trabajar la conciencia fonológica y la descodificación y, a la vez, enriquecer el lenguaje, el vocabulario al que se exponen los niños. Se trata de ofrecerles un vocabulario rico. Hablarles más.

No pocas voces apuntan que uno de los responsables de esa pérdida de vocabulario son, otra vez, las pantallas. Tanto las de los móviles de los padres (que roban su atención y tiempo) como las de las aulas. Algunas voces también apuntan a que la nueva concepción de la escuela, con ámbitos y proyectos, hace que los propios docentes hablen menos a los niños de lo que lo hacían en la vieja escuela, basada en escuchar al maestro durante toda la jornada.

Mejorar la formación de docentes

¿Qué podemos hacer, pues, para revertir esta situación? "La enseñanza de la lectura tiene una aparición muy tímida en las facultades. Tendría que tener su propia asignatura. Ir a la raíz, asegurarnos de que los profesores son expertos en enseñar a leer. Todavía hay, por ejemplo, muchos mitos sobre la dislexia", continúa el investigador Héctor Ruiz Martín. "Por un lado, vamos a asegurarnos de que los maestros que salen de la facultad saben enseñar a leer, y por otro, hagamos formaciones a los docentes ya en activo", concluye Ruiz Martín quien, a su vez, es uno de los impulsores del manifiesto en defensa de la biblioteca escolar y el libro en papel.

Así, la solución debería pasar, en los colegios, por una apuesta clara [mucho más allá del plan piloto presentado este lunes] de las hoy agónicas bibliotecas escolares) para poner la lectura en el centro del aprendizaje y por la formación de los maestros (tanto de los futuros como de los presentes). Y, en casa, intentar dar ejemplo: leer (y leerles) más y mirar el móvil menos.

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