Pionera musical

Muere Remei Margarit, la primera voz femenina de la ‘nova cançó’

La cantautora, que fue segunda integrante de Els Setze Jutges, así como psicóloga y escritora, fallece a los 87 años dejando una obra musical circunscrita a dos apreciados epés con canciones propias publicados en los años 60

Remei Margarit, fotomontaje de la imagen de la portada de su disco

Remei Margarit, fotomontaje de la imagen de la portada de su disco / EPC

Jordi Bianciotto

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En los preámbulos de la ‘nova cançó’ había un artículo periodístico, ‘Ens calen cançons d’ara’, escrito por Lluís Serrahima en la revista ‘Germinabit’ en 1959, considerado como el manifiesto inspirador del movimiento. Serrahima no llegó a dar el paso para establecerse como cantautor, más allá de alguna contada aparición pública, pero sí lo hizo su esposa, Remei Margarit, la primera voz femenina de esa escena que, en los años 60, trabajó para tratar de normalizar y modernizar la producción musical en catalán en el contexto del franquismo.

Cantante y guitarrista, y unas cuantas cosas más (psicóloga, novelista, articulista), Remei Margarit nos dejó este jueves, a los 87 años, dejando unas pocas, pero deliciosas grabaciones de sus años de ejercicio como trovadora. Nacida en Sitges (el 25 de diciembre de 1935), la más joven de diecisiete hermanos, se sumó a finales de los 50 al núcleo de conspiraciones intelectuales en torno a Miquel Porter y al propio Serrahima (1931-2020). Tras ofrecer algunas pequeñas actuaciones en los entreactos del Teatre Viu, organizadas por Porter, ofreció su primer recital el 29 de abril de 1962 en Premià de Mar. Ese día se convirtió en la segunda integrante de los ya bautizados como Els Setze Jutges, entre Porter (primero) y Josep Maria Espinàs (tercero).

De puertas abiertas

Margarit había estudiado Filosofía y Letras y cursado estudios de violoncelo en el conservatorio del Liceu, lo cual la convirtió en la más preparada académicamente de los ‘jutges’. Por ello, el hogar de los Serrahima-Margarit, que devino un punto neurálgico de conspiraciones culturales, fue escenario de ensayos y pruebas de los candidatos al colectivo de cantautores. En 1962, ella publicó el primero de sus dos únicos discos, epés ambos, este con tres piezas propias y una adaptación del poema ‘L’Oriol’, de Pere Quart.

Sus canciones denotaron un estilo fresco e irónico, con ascendiente ‘brassensiano’ y graciosas invectivas costumbristas. Caso de ‘Classe mitja’, donde relata, arropada por la guitarra de Gracià Tarragó, cómo se cruza con un “noi molt bufó” insistentemente por toda Barcelona (en la Rambla, en la calle Diputació, bailando sardanas en la plaza de Sarrià). “I tant vaig ensopegar-me'l / i tant per d'aquí en enllà / que per estar més tranquil·la / un dia m'hi vaig casar”. En el segundo epé (1964), musicalmente más elaborado (con orquestaciones de Josep Maria Martí), se abren paso piezas más reflexivas, como ‘El pas del temps’, con ecos de Trenet: “Què se n’ha fet dels ‘t’estimo’ que em digueres festejant? / Què se n’ha fet dels projectes que fèiem tots dos plegats?”

Otras inquietudes

Pero Remei Margarit iba camino de convertirse en joven madre de cinco hijos, la faena se le acumulaba y tenía otras inquietudes, a la vez que Els Setze Jutges fueron tocando a su fin. En sus últimas estaciones, el piso de Serrahima y Margarit en Les Corts acogió a una tierna Maria del Mar Bonet, procedente de Palma, cuando todavía no había decidido que lo suyo no sería la cerámica sino las canciones, y que ayudó al matrimonio en las tareas domésticas de aquella familia numerosa. Bonet recordaba este viernes en las redes a Margarit citándola como “probablement, la primera cantautora dels Països Catalans”. Els Setze Jutges acogieron después de ella a otras cuatro mujeres: Guillermina Motta, Maria del Carme Girau, Maria Amèlia Pedrerol y la propia Bonet.

Dejando atrás su etapa de cantautora, Margarit encaminó con los años sus pasos hacia otras actividades, ya fuera la psicología, la labor como documentalista y algunos trabajos en las instituciones, en Planificación Familiar (Generalitat) y como técnica de cultura del Ayuntamiento de Barcelona. En 1977, apoyó al PSC en las primeras elecciones generales de la democracia. Publicó libros de poesía, ensayo y narrativa, con un premio Ciutat de Badalona, en 1992, por la novela ‘Estimat John’, y fue columnista de diversos diarios. Y en 2007, a diferencia de Guillermina Motta, que protestó por la tardanza, se avino a recoger la Medalla d’Honor del Parlament de Catalunya otorgada a Els Setze Jutges.