CRÍTICA DE MÚSICA

Una fiesta de los sentidos en el Palau

La Akademie für Alte Musik Berlin enamora con obras de Telemann y Händel

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Pablo Meléndez-Haddad

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La Akademie für Alte Musik de Berlín desembarcó el jueves en el Palau de la Música Catalana, y lo hizo con un cargamento de tesoros que incluían las músicas acuáticas de Telemann y Händel como plato fuerte. Con instrumentos de época e interpretaciones con criterio historicista, el conjunto que lidera el concertino Georg Kallweit, aportó un sonido espléndido, transparente, nada plano ni monótono. La velada se presentó introducida por máquinas de viento que se paseaban por el anfiteatro, con truenos en el timbal y el gong para crear ambiente gracias a una breve ‘Tempête’ de Marin Marais.

Siguió una hermosa ‘suite’ de Michel-Richard Delalande, ‘Les fontaines de Versailles’, obra que, sin ser programática, remitía a los hermosos jardines del palacio real francés. En cinco movimientos, la plantilla orquestal incluía dos flautas, dos oboes y un fagot sublimes, todo ello coronado por una interpretación brillante, plena de sutiles contrastes en las reexposiciones y con sus movimientos eslabonados de manera natural.

El conjunto expuso con elegancia la maravillosa 'Wassermusik' de Telemann

La maravillosa y amplia obra de Telemann, su ‘Wassermusik’, hoy tan poco interpretada, es una buena excusa para acercarse a uno de los músicos más interesantes del barroco alemán. Contemporáneo de Händel y Bach, su música acuática dividida en diez movimientos llegó servida con sus partes también ligadas, desgranando el mar y a sus dioses desde una decena vértices diferentes en una obra deliciosa. El conjunto expuso cada movimiento, cada tema, con elegancia y sin perder nunca los 'tempi', aplicando además efectos expresivos que llegaron al clímax en esos ‘glissandi’ del final que citaba a los marineros y a su fama de bebedores.

En la segunda parte se ofrecieron al completo las tres ‘suites’ de la ‘Water music’ de Händel en una lectura plena de entusiasmo, con dos benditas trompas que se unieron a una verdadera fiesta de los sentidos. Con todo en su sitio, la versión de esta obra maestra marcial y pomposa hubiese resultado aún más inolvidable si se hubiese doblado la cuerda.