Richard Ford, un Princesa de Asturias para un clásico vivo

El autor dice que es "un milagro que escriba en un pueblecito perdido de Estados Unidos y le lean en España"

Richard Ford

Richard Ford / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Al norteamericano Richard Ford, la noticia de haber sido designado Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016  le ha pillado este miércoles de improviso en su casa de Louisiana, donde confiesa estar pasando un calor terrible. "Me he despertado esta mañana, he encendido el ordenador para enterarme de las últimas noticias de las elecciones y me he quedado a cuadros cuando un e-mail del secretario del jurado me anunciaba que había ganado el premio". La voz de Ford al otro lado de la línea telefónica suena muy animada. "Creo que es un milagro que uno escriba en un pueblecito perdido de Estados Unidos, le traduzcan al castellano y al catalán y le lean en España. Pero tengo un editor fantástico, Jorge Herralde, que ha hecho que así sea" (el autor también ha publicado en catalán en Empúries).

No se ha arriesgado en absoluto el premio  a la hora de reconocer a Ford. Es un autor inmenso. Y es muy posible que en un futuro próximo a este galardón merecido se una el Nobel (da la sensación de que a Philip Roth se le ha pasado ya el arroz, veremos). El jurado ha señalado que "el cuidado detallismo en las descripciones, la mirada sombría y densa sobre la vida cotidiana de seres anónimos e invisibles, conjugan la desolación y la emoción de sus relatos". Así es Ford, sencillo y complejo a la vez, cronista de las clases medias, como también lo fue John Cheever, que narración a narración, novela a novela, con precisión y sin prisas ha forjado a fuego lento y a conciencia una de las obras más clásicas y perdurables de la literatura norteamericana. Un nuevo John Dos Passos en eso de crear "el mosaico de historias cruzadas de la sociedad americana", como también ha recordado el jurado, de finales del siglo XX y principios de éste.

Una de las grandes aportaciones de Ford a la historia de la literatura es un personaje, Frank Bascombe, al que ha acompañado a lo largo de tres grandes novelas –'El periodista deportivo', 'El día de la Independencia' (Premio Pulitzer) y 'Acción de gracias'- y el reciente libro de relatos -'Francamente, Frank'-. Ford  ha mimado y cuidado durante años a Bascombe haciéndole crecer y envejecer, forjando la falsa pero a la vez muy verosímil percepción de que se trata de su propio alter-ego. "No tengo  tanto ego para necesitar un álter ego", ha dicho risueño al preguntarle por el tema. Pero ahí está la confusión. Como Bascombe, Ford fue periodista deportivo, y muy posiblemente comparten el mismo talante compasivo. También es fácil imaginar a Bascombe con el aspecto y los modales no muy alejados de Clint Eastwood, según opinión general.

 El escritor había escrito un par de libros –buena recepción crítica, nulas ventas- y se había ido al paro tras su paso por la revista 'Inside Sports', cuando a mediados de los 80, Kristina, la esposa del autor, que lo es desde hace más de 50 años, retó a su marido con la idea que escribiera una novela sobre alguien que es feliz. Y así nació Bascombe en su primera incursión novelística . Y el idilio con el personaje que fue periodista deportivo, luego agente inmobiliario para acabar melancólicamente feliz en su jubilación, todavía continúa. Ford revelaba el pasado invierno en su última visita a Barcelona, para presentar el libro de relatos 'Francamente, Frank', que planea en un futuro próximo una nueva novela en la que siturará al experiodista deportivo 'on the road', en una autocaravana junto a su hijo. Para el autor, Bascombe es tan solo una “construcción del lenguaje”, pero los lectores lo sienten renovadamente vivo con cada lectura.

ENTRE SU PADRE Y SU MADRE

La legendaria lentitud de Ford tiene un porqué. Fue disléxico en su niñez y eso marcó su manera de enfrentarse al mundo y a la escritura, las prisas aturrullantes de este siglo no van con él. Vive alejado del bullicio de la gran ciudad. “Hay que prestar atención, captar los detalles. Eso hace que la vida sea más intensa”. También fue un adolescente problemático. Algo que su madre, viuda, intentó subsanar al enviar al chico al borde de la delincuencia  a vivir al campo con su abuelo, un personaje clave en su vida. "Me reformé porque no quise que mi madre, a la que adoraba, fuera infeliz", ha dicho. Parte de esas experiencias unidas a la prematura muerte de su padre se filtraron en el que quizá sea su mejor libro , 'Canadá', una historia de formación y crecimiento en la estela de clásicos como Tom Sawyer o Huck Finn. "La muerte de mi padre hizo que inventara historias que no pude vivir con él, así es como funciona la literatura".  Precisamente ahora, Ford anuncia por teléfono que está escribiendo un libro memorialístico sobre su padre, parecido en emoción al que le dedicó a su madre y que se llamará 'Entre ellos' (lo anuncia, así en castellano) "porque yo era hijo único y tenía la sensación de estar situado entre ambos".

También tiene planes para cuando venga a España en octubre a recoger el premio en Oviedo, que se acompaña de  50.000 euros y una escultura de Miró. Tiene pensado pasarse 15 días viajando. "He visitado Barcelona muchas veces y es una gran ciudad,  pero no conozco las montañas de Asturias y también me apetece mucho viajar a Andalucía".

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