'Pujolgate, no comment'

Pujol faltó al respeto de los catalanes durante más de dos décadas y sus herederos políticos no ayudan a recuperar la confianza

NEUS Tomàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«A menudo se piensa que guardar dinero se hace por codicia, pero a veces se hace por miedo». La frase no la pronunció ningún anciano que en su momento ahorró para complementar una ridícula pensión de jubilación. Ni es la de una madre que atesora cuanto puede para capear el temporal que acecha a diario en forma de despidos y desahucios. El autor no es otro que el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol intentando justificar, en sede parlamentaria, la fortuna que su clan escondía a buen recaudo en Andorra. La vocación de ahorro, a espaldas de Hacienda y, por supuesto de la ciudadanía, no ha servido de eximente para la justicia, que solo ha dejado sin imputar a Josep Pujol Ferrusola, uno de los siete hijos.

Pujol faltó al respeto de los ciudadanos durante más de dos décadas y sus herederos políticos no ayudan a que los catalanes recuperemos la confianza en las instituciones cuando el portavoz del Govern y hombre fuerte de Convergència, Francesc Homs, insiste, como hizo ayer, en que el Pujolgate es un tema estrictamente familiar, pese a que se están investigando comisiones vinculadas a obras ejecutadas por la Generalitat. Lo dejó en que «no hay novedad en este caso». Esperemos que la investigación judicial que está en marcha sirva para aclarar si la venta de solares para la flamante plaza Europa de L'Hospitalet de Llobregat incluía mordidas de centenares de miles de euros para el primogénito de los Pujol. De ser así, ¿lo sospechaba el conseller de Obres Públiques de ese momento? ¿O el entonces alcalde de L'Hospitalet?

Homs tampoco estuvo especialmente afortunado cuando se le preguntó por las presuntas irregularidades en el proceso de privatización de ATLL: «Estamos en el terreno situando las cosas». Sin autocrítica alguna, pese a que la justicia ha enmendado en más de una ocasión el concurso que hizo la Generalitat y en privado algún miembro del Govern reconoce que no se hizo bien. Así cuesta mucho pensar que la regeneración democrática que todos prometen pueda ser algo más que buenas palabras y portales de la transparencia que esconden tanto como enseñan.

Si a la poca transparencia se le suman los malabarismos, aparecen los presupuestos que hoy inician su tramitación. El Ejecutivo ha realizado un nuevo ejercicio de ingeniería financiera que sumada a la ingeniería parlamentaria de ERC dará como resultado un debate con un punto como mínimo de surrealismo.