Claves del negocio
Iván Lerman, empresario marihuanero: "El consumidor ocasional demanda marihuana fuerte"
"En Europa, el agricultor que cultivaba tomates en un invernadero lo deja. Le va gente a arrendarle el invernadero y le dicen: 'Con el tomate ganaba usted 80 céntimos por kilo; con el cannabis ganará dos euros por gramo'"
Juan José Fernández
Redactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Juan José Fernández
A sus 34 años, tiene en sus manos más plantas de marihuana que las que pueden caer en cualquier operación policial. Y todas legales. Esta temporada plantará 76.500 en las 17 hectáreas que controla en Canelones, no lejos de Montevideo, la capital de Uruguay, donde, en época de "zafra", da empleo a 30 recolectores.
Iván Lerman, propietario de Vira Vira Cannabis Company, dedicada a la marihuana blanda (de mínima concentración de THC), es uno de los más expertos marihuaneros en el primer país del mundo en legalizar las plantaciones y el consumo. En 2009 comenzó en su país de origen, Argentina, elaborando sustratos y montando lámparas para cultivos domésticos, y después fabricando El Marroquito, una máquina para la extracción de hachís.
Provenía de tiempos, año 2000, en los que los marihuaneros argentinos chateaban en un foro español de internet, Cannabis Café, "en el que empezamos a encontrarnos plantadores argentinos –relata- y a enviarnos mensajes, siempre dudando de quién estaba en la otra computadora, si era un cultivador o si era un policía".
En 2015, cuando llegó a Uruguay, fundó el club cannábico Mota Rica. Ya entonces asesoraba a la firma The New Agro, de capital austriaco, para producir CBD (Cannabidiol, ingrediente del cannabis, de uso básicamente médico) de exportación, y viajó a Estados Unidos como asesor de cultivos. "Allí hay muchos pequeños cultivadores, principalmente mexicanos, que plantan porque no encuentran otro trabajo", cuenta.
Hoy, Lerman, titular de una licencia para exportar CBD, opera en un mercado libre pero vigilado. Hay en Uruguay tres caminos para obtener marihuana legal. Uno es inscribirse como consumidor ante el Estado y comprarla en la farmacia. Es una marihuana con poco THC y barata, a 265 pesos (6,36 euros el paquete de cinco gramos de cogollo), según la tabla de precios de febrero. Solo pueden inscribirse uruguayos y residentes con permiso.
Otra vía pasa por entrar en un club cannábico, bajo regulación del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), y con un máximo de 45 socios. Tanto en farmacias como en clubes solo se pueden comprar 40 gramos de cannabis al mes.
El tercer camino es inscribirse como "autocultivador". Se hace en cualquier oficina de Correos. El Estado permite tener un máximo de seis plantas por vivienda y cosechar no más de 520 gramos al año. "O sea, si la planta le dio tres kilos, ha de agarrar dos kilos y medio y, supuestamente, tirarlos, cosa que no pasa", explica Lerman. La realidad es que el sobrante va al mercado negro de cannabis, "que está ayudando a un montón de familias pobres a sobrevivir."
Si una flor de marihuana blanda cuesta en farmacias 1,27 euros el gramo, un cogollo potente se vende en las calles de Montevideo a hasta 14 euros (al cambio peso/euro).
- Las fuerzas de seguridad en España dicen que la concentración de THC en la marihuana se ha multiplicado…
- Sí, totalmente.
- … y que tan alta concentración provoca daños neurológicos y cognitivos.
- La marihuana tiene cosas a favor y en contra. Y por lo que tiene en contra creo que, si se consume, se debe consumir cuando uno ya ha desarrollado su intelectualidad y ha acabado sus estudios primarios y secundarios, y tiene claro qué quiere en la vida. Es que la marihuana tiene un efecto: te aparta de aquello que estás haciendo y no te gusta hacer. Y a la mayoría de consumidores adolescentes, de entre 14 y 18 años, les cuesta mucho perseverar en el estudio. Yo soy marihuanero desde los 14 años, y lo que he podido ver en mi caso fue que me desconectó de la monotonía en que vivía, del estudio, de las obligaciones... Yo abusé de sustancias cuando era menor, y le puedo decir que no es recomendable.
- Los cultivadores de marihuana, ¿no reciben el rechazo de la derecha en Uruguay?
- Soy argentino, y me vine a vivir acá cuando me sentí expulsado de mi país por el inombrable Mauricio Macri. Ahora puede ocurrir acá lo mismo con Luis Lacalle Pou, títere neoliberal. Ahora están en peligro derechos que se ganaron con el gobierno del Frente Amplio, como el aborto, el matrimonio igualitario… y la legalización de la marihuana. Pero la marihuana corre menos riesgo: está insertada socialmente, y hoy calma dolores a conservadores, gente de dinero.
- Entiendo que considera a la marihuana una planta de izquierdas.
- Totalmente. Aunque la izquierda es a veces conservadora.
- Pero en algunos estados de EE.UU. es una industria, y que enriquece sus componentes más adictivos. Eso es más bien neoliberal.
- Pues visto desde ese punto de vista, sí. Esta es una planta que crece en tu casa, en casa de tu abuela, que puede tener cualquiera… Pero ahora es un gran negocio, una gran ola verde por el mundo, sin precedentes tras estar oculta 80 años.
- ¿Y por qué sale marihuana cada vez más alta en THC? ¿Lo decide el plantador o lo exige el consumidor?
- Claramente, por exigencia del consumidor.
- ¿Es que es más placentera la planta con más THC?
- La verdad, y se lo digo yo que soy muy fumón, es que para un fumador diario una alta concentración no supone mucho. Esa alta concentración la busca el consumidor ocasional y social, que es el que la quiere fuerte.
- ¿Pensó usted alguna vez plantar en Europa?
- El año pasado fui a Europa. España tiene muchos años de cultivo, pero fui a Italia. Quería evaluar un proyecto de empresa cannábica con un socio. Y nuestro estudio de cómo estaba el negocio en Europa fue desalentador. Optamos por esperar. Italia está muy poblada de cultivadores. En Europa, el agricultor que cultivaba tomates en un invernadero deja los tomates. Están yéndole gentes a arrendarle el invernadero y le dicen: "Con el tomate ganaba usted 80 céntimos por kilo; con el cannabis ganará un euro por gramo".
- ¿No pasó esto mismo en Uruguay?
- En Uruguay empezaron a aparecer empresas, grandes firmas extranjeras, varias españolas, a invertir en investigación y producción de marihuana. Y se encontraron que aquí no es todo del color de rosa. Las autoridades miran muy a fondo el dinero que se invierte, si viene o no del blanqueo. Además, el banco central no permite bancarizar las empresas de la marihuana. El año pasado se vendió una, Aurora, de capital canadiense, por 220 millones de dólares. Pues bien, aquí bancariamente es un fantasma.
- ¿Cuál es su receta contra la mafia en este sector?
- La violencia entra en el sector por los robos. Las plantaciones han tenido que poner medidas de seguridad. A los cultivadores domésticos les entran en las casas los cogolleros. Y no es raro verlos correr con una planta agarrada, saltando de azotea a azotea, dejando un rastro de hojas por las terrazas.
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