Consecuencias de la marihuana enriquecida

El cannabis ya rivaliza con la cocaína en urgencias hospitalarias

Marihuana en bote, incautada en Almería Operación Acantha

Marihuana en bote, incautada en Almería Operación Acantha / G.C.

Juan José Fernández

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El aumento del THC en la marihuana que se vende en las calles no solo se refleja en los laboratorios judiciales. Las estadísticas sanitarias evidencian cómo las intoxicaciones por cannabis potente rivalizan en Urgencias con las provocadas por la cocaína, hasta ahora reina de los problemas por drogas en el hospital.

 Según el indicador de urgencias hospitalarias 1996-2016 (Informe 2018 del Observatorio Español de las Drogas y Adicciones), en 2016 hubo 4.565 episodios de urgencias por consumo de drogas no recetadas. El 40,1 por ciento, 1.830 personas KO, lo fueron por consumir cannabis en exceso o excesivamente potente. Los enfermados por la coca fueron solo 2,4 puntos más.

Hace veinte años, el cannabis representaba el 6,2 por ciento de las urgencias por drogas. Su impacto se ha multiplicado casi por siete.

Psicosis

El gran problema del porro potente es el brote psicótico. En urgencias, poco se puede hacer cuando llega un afectado con una de esas explosiones mentales. "No existe un antídoto específico para el cannabis. Solo podemos tratar los síntomas. Dependiendo de cómo venga el afectado, contención verbal, contención mecánica o contención farmacológica”, explica Alberto Borobia, farmacólogo clínico en la Unidad de Toxicología del Hospital La Paz de Madrid y profesor de Farmacología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Un estudio europeo publicado en 2019 por la revista The Lancet Psichiatry, realizado sobre 1.000 casos de intoxicación por cannabis en plena época de escalada de la concentración de THC en la marihuana que se ofrece en las calles, concluye que es tres veces más posible que una persona que ha consumido cannabis acuda al hospital por un cuadro de psicosis que si no lo ha consumido. Si ese cannabis es de alta potencia, la probabilidad es cinco veces mayor.

Conoce bien el estudio el doctor Borobia. Ante la  creciente presencia de THC en la marihuana, en La Paz ya hace años que separan la práctica clínica para afectados por porros de baja potencia de la de afectados por los de alta potencia.

"El THC se une a los receptores cannabinoides del cerebro –explica Borobia-, los satura y produce un efecto no deseado en el sistema nervioso central. Lo habitual con concentraciones bajas es falta de coordinación, retardo en la reacción y pérdidas de memoria, síntomas no graves… si el afectado no conduce. Pero con concentraciones elevadas se producen cuadros de psicosis aguda, y graves, que consisten en delirios, alucinaciones y despersonalización o pérdida del sentido de la identidad”.

Pero ese es el problema agudo. Hay además otro de fondo y duradero: "Un consumo continuado de marihuana en una persona joven, cuyo sistema nervioso central es más plástico y aún se está adaptando, puede dejarle secuelas crónicas, de memoria y de concentración –advierte este facultativo-. Al final, gente que ahora se cataloga como ninis es posible que tengan esta condición de base: no estudian ni trabajan porque tienen un consumo de drogas que les imposibilita concentrarse”.