Cómo acabar con la pseudociencia

Habría que poner en circulación una especie de dinero de Monopoly, impreso solo por un lado, que utilizaríamos para pagar los servicios de todos los «pseudos».

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Juan Carlos Ortega

Juan Carlos Ortega

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Por fin tengo la solución. Le he dado muchas vueltas y al final he encontrado el modo más eficaz de poner fin a todos esos embustes que intentan colarnos usando impunemente el nombre de la ciencia. ¡Era tan fácil! ¿Cómo nadie había caído en ello? Se trata de lo siguiente: si te dedicas a la pseudociencia, cobra pseudodinero. ¿Lógico, verdad? Que el psicólogo cobre euros y el parapsicólogo, paraeuros. Es razonable y además cuadra maravillosamente con la filosofía que defienden.

Se trataría de una especie de dinero de Monopoly, impreso ridículamente por un solo lado, que utilizaríamos para pagar los servicios de todos los «pseudos». ¿Cómo pagar los tratamientos de la medicina alternativa? Pues con dinero alternativo, obviamente; unos billetes que podríamos fabricar en casa, con nuestro criterio, guiados por la mágica intuición, sin obedecer ciegamente las consignas oficiales de la Casa de la Moneda. ¿Con qué pagamos a un homeópata sus coloreadas pastillas? Pues con una cantidad de euros disuelta miles de veces y vuelta a disolver hasta que queden millonésimas de céntimo.

PARAECONOMÍA

Una paraeconomía para el mundo paranormal. Unos pseudodividendos para la pseudociencia, con su pseudobolsa y sus pseudobenefícios. Cuando el pseudoprofesional que reciba el pseudopago intente comprar naranjas o billetes de avión, les dirán: «Con estos pseudobilletes yo le puedo vender pseudonaranjas y pseudopasajes de pseudoavión». Entonces, el pseudocientífico podrá cumplir su sueño de pseudoalimentarse y pseudovolar a su pseudodestino.

Me fascina que todos los que defienden lo alternativo a las ciencias sean tan amantes de lo oficial en términos económicos. Les encanta el dinero que fabrica ese sistema que tan duramente cuestionan. Sus productos (pastillas milagrosas, insólitos tratamientos, sesiones sospechosamente prolongadas en el tiempo) no son precisamente baratos. Hay algo raro que no termina de cuadrar en el pseudomundo, porque sus miembros no aspiran a la pseudoriqueza, si no a la riqueza total y absoluta, la de toda la vida, la oficial.

PAGAR EN PSEUDOBILLETES

De verdad, créanme. Si a partir de ahora todos los autores de libros que defienden las dietas milagro o la presencia de alienígenas en los sótanos de la NASA, cobraran pseudobilletes, les aseguro que terminamos con la pseudociencia en tres cuartos de hora. Y los billetes reales, los que sirven para comprar melocotones y pagar alquileres, podrían ser destinados a los científicos de verdad, a los que realmente saben, a los físicos que ahora están mal pagados y a todos los investigadores médicos que, con pocos medios y muchas ganas, se dejan los ojos y la vida en los microscopios para hacer la nuestra bastante más agradable. Me ofrezco voluntario para imprimir los pseudobilletes y me encantaría que muchos de ustedes compartieran mi entusiasmo.