Educación en Catalunya

El fiasco de PISA enciende el debate sobre la evaluación de los profesores: ¿cómo debería hacerse?

Expertos en educación y profesionales reivindican establecer unos estándares docentes y un seguimiento no punitivo que permita detectar el talento, compartir conocimientos y acompañar en la mejora de la enseñanza

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Aula en una escuela de primaria de Barcelona el curso pasado.

Aula en una escuela de primaria de Barcelona el curso pasado. / Manu Mitru

Helena López

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La calidad docente es el factor más importante en un sistema educativo. No el único, por supuesto, pero sí el más importante. Anna Pons, asesora en políticas educativas de la OCDE, organizadora de las pruebas PISA, tiene claro el papel nuclear del profesorado y también la necesidad de su evaluación a lo largo del tiempo, cosa que no se hace ni en Catalunya ni en España. "La primera voz que debemos escuchar es la de los docentes, acompañadas de la de los expertos, de las familias, etcétera, pero los primeros son los profesores", subraya la investigadora, quien pone como ejemplo países como Irlanda y Nueva Zelanda, que tienen consejos nacionales de docentes, entes que no solo hablan de cuestiones sindicales (que también), sino que, sobre todo, se preocupan de cómo mejorar la educación.

"La organización del profesorado tiene un gran potencial para mejorar la calidad de la docencia", reflexiona la experta, quien considera también central la evaluación docente, pero no con un carácter punitivo o de estricta vigilancia, modalidad ampliamente cuestionada por la mayoría de docentes y que, según la experta de la OCDE, tiene un gran coste político, no acaba de funcionar y agrieta el sistema (Singapur es referente en evaluación docente para "reconocer a los mejores docentes" y "gestionar su talento").  

Pobre colaboración docente

Se trata, explica, de romper la soledad del docente. "Recibir un 'feedback' es algo que siempre ayuda; sentirte valorado y reconocido por lo que haces bien y que te den ideas sobre cómo mejorar", prosigue Pons, quien defiende "abrir las aulas", no para que 'examinar' a los docentes, insiste, sino para mejorar de forma colegiada, poder detectar a los mejores y que estos pueden hacer llegar sus conocimientos al resto del colectivo sobre el terreno, más allá de compartir sus materiales en un repositorio. "La evaluación docente que funciona es la que tiene un carácter formativo", agrega. La fórmula para hacerlo es algo aún por construir.

"La evaluación docente que funciona es la que tiene un carácter formativo"

Anna Pons

— Asesora en política educativa de la OCDE

"La evidencia dice que nadie es perfecto; todo el mundo puede mejorar; pero en Catalunya y en España hay una cultura de colaboración docente muy pobre –señala–. Eso no quiere decir que no haya buen rollo, pero no existe la oportunidad de observar a otros profesores en el aula, de colaborar de una manera profunda", señala.

Una de las grandes urgencias es la necesidad de enviar a los mejores a las escuelas más complejas, pero... ¿cómo sabemos quiénes son los mejores docentes si no existe un sistema de evaluación?

Estándares pedagógicos

A ojos de Pons –quien subraya que no se puede perder de vista que lo más importante de una evaluación docente es reconocer el trabajo bien hecho de muchísimos profesionales–, la evaluación es "una pieza más de un complejo engranaje" que se tiene que basar en un "estándar docente". "La base es tener unas pautas que marquen cómo tiene que ser el profesorado y que las universidades preparen a los educadores en esa línea", señala Pons. Unos estándares, añade, que deben ofrecer una idea más precisa de qué debe saber un docente, algo que va mucho más allá de una descripción del trabajo y que permita dar una coherencia a todo el sistema.

"Lo equivalente al currículum en el estudiante, que guíe a las universidades sobre cómo preparar a los futuros profesores, y al sistema, a definir el talento docente", resume.

Centros desbordados

Marta Pujadó, profesora de matemáticas en el instituto Vapor del Fil de Barcelona y miembro del equipo impulsor de Clam Educatiu –plataforma creada hace un año para ser "una voz constructiva, que contribuya a despolarizar el debate"–, matiza que sí existe una evaluación docente para los profesores noveles en el momento en el que entran en el sistema. Sin embargo, afirma que en las condiciones actuales, en las que los centros están desbordados por la burocracia y cada inspector lleva decenas de centros, muchas veces esta evaluación acaba siendo un mero trámite. La observación es compartida por Susanna Soler, docente recientemente jubilada, durante 15 años directora del instituto Montgròs de Sant Pere de Ribes.

"Existe también el SENSEI [el MIR docente], una mentoría de todo el año para los nuevos docentes, aunque de momento solo es un plan piloto voluntario que están probando unos pocos; pero, como idea, es muy buena. Y no solo para los profesores que entran. Si para el alumnado hablamos de una evaluación permanente para ayudarles a mejorar, ¿por qué no poder hacer algo similar con los docentes? A mí, como profesora, me gustaría que alguien me ayudara a mejorar mis clases", prosigue Pujadó, quien insiste en que son necesarios "espacios de observación y 'feedback' para todos los docentes", acompañados de más recursos –y horas– para poder hacerlo bien, algo que subraya también Soler.

La codocencia es una manera natural de iniciar el 'feedback' docente que ya se está llevando a cabo en muchas escuelas e institutos

Marta Pujadó

— Profesora de matemáticas y miembro de Clam Educatiu

El papel de la inspección

La profesora de matemáticas y miembro del equipo impulsor de Clam Educatiu señala también la importancia del cambio de mirada (y muchas veces de rol) hacia los inspectores, que bajo su punto de vista deberían entenderse como figuras que deberían brindar un "acompañamiento pedagógico". También reivindica la codocencia [que haya dos profesores a la vez con un mismo grupo de alumnos] como una "manera natural" de iniciar ese reivindicado 'feedback' docente que ya se está llevando a cabo en muchas escuelas e institutos.

En este aspecto coinciden con ella la exdirectora del Montgròs , así como Domi Viñas, directora del IE El Til·ler, del barrio del Bon Pastor, en Barcelona. Viñas pone en valor las comunidades de aprendizaje, la manera en la que se organiza el instituto escuela de máxima complejidad que dirige. "El modelo debe ir hacia ahí", defiende, reivindicado que su alumnado mejoró los resultados en las últimas competencias básicas.

Urgen horas y recursos

La directora del IE El Til·ler pone sobre la mesa un concepto interesante que el instituto escuela de nueva creación que dirige inició antes del covid: el turismo pedagógico.

El turismo pedagógico no va de que uno enseña y el otro mira; se trata de que los profesores de infantil visiten las aulas de secundaria y al revés; y eso genera un trabajo en red brutal

Domi Viñas

— Directora IE El Til·ler en Barcelona

"Se trata de un trabajo en equipo real; no va solo de que uno enseña y el otro mira. Se trata de que los profesores de infantil visiten las aulas de secundaria y los de secundaria las de primaria, eso genera un trabajo en red brutal", describe, ilusionada y convencida, Viñas, quien reivindica "más horas". Es decir, más recursos: el clamor compartido por todos los sectores en las últimas semanas de tormento postPISA.

"Está demostrado que el turismo pedagógico funciona, pero, como casi siempre, nos faltan horas. ¿Mientras el docente está visitando otras aulas, quien está con sus alumnos? Esto se tiene que hacer en horario lectivo, con el alumnado, porque si no no tiene sentido, pero para hacerlo bien necesitamos más maestros para cubrir esas horas", zanja al teléfono desde el instituto escuela este viernes 22 de diciembre, trabajando cuando las clases habían acabado dos días antes.

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