La educación en Catalunya

Susanna Soler: "El centro de la educación es el profesor y no se nos hace caso"

Susanna Soler disfruta estos días de su jubilación tras 38 años dedicada a la docencia. Los últimos 15, al frente del instituto Montgròs de Sant Pere de Ribes, uno de los centros pioneros en Catalunya en el sistema educativo por competencias. Un modelo que le costó reproches y que ahora han avalado la Lomloe y los nuevos currículums escolares.

Susanna Soler, en el Instituto Montgròs de Sant Pere de Ribes, centro que ha dirigido los últimos 15 años.

Susanna Soler, en el Instituto Montgròs de Sant Pere de Ribes, centro que ha dirigido los últimos 15 años. / Manu Mitru

Montse Baraza

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Su último curso como directora del Montgròs ha coincidido con uno de los momentos más críticos en la educación en Catalunya. Con la perspectiva de 38 años de experiencia, ¿cómo ve el mundo de la educación en este momento? 

Lo veo muy convulso. Si buscamos una explicación histórica, veremos que en los últimos 22 años ha habido ocho reformas de leyes de educación. Eso es insostenible. Quiere decir que cuando has acabado de implementar un currículum, te vuelven a cambiar la ley y vuelta a empezar. Creo que se debería pacificar el sector y alcanzar un compromiso para que una ley de educación tuviera una vigencia mínima de 10 años, como hacen otros países. De forma que esa ley se mantiene sea el que sea el partido en el gobierno.

¿A quién responsabilizaría de la crisis que la escuela catalana ha vivido este curso?

No me gusta personalizar y creo que es injusto achacar todos los problemas al ‘conseller’ Josep Gonzàlez-Cambray. Hace muchos años que las cosas no se hacen bien en educación. La OCDE defiende que el centro del aprendizaje es el alumno. Yo creo que el centro somos los profesores. Y no se nos hace caso. Hablan de currículums, de competencia digital, del C-2 de catalán… y el centro es el profesor, que es quien enseña. La educación es el profesor. Los niños pasan, pero los profesores se quedan. El Departament debería parar y escuchar al profesorado con respeto. Y no a base de encuestas para luego seguir igual. No querría parecer quejica, pero el profesorado está muy maltratado.

El profesorado ha estado más que nunca en el punto de mira.

Los profesores siempre estamos en una balanza entre lo que la teoría pedagógica, que ha avanzado mucho, nos dice que hemos de hacer y la realidad del día a día. Y la realidad es que la inversión en educación es muy escasa. No hay medios. No tenemos recursos. La Administración se ha quedado retrasada en cuanto a inversiones. Ahora, todo ese equilibrio se ha tensado. Y cuando estás en medio, en este caso los profesores, hay quienes intentan salir adelante pese a todas las carencias de recursos, y ello les crea estrés, y quienes rechazan cualquier cambio. Esta resistencia al cambio ha existido siempre, pero ahora todo está mucho más tensionado. 

"Para implementar bien los currículums se debería triplicar la inversión y cambiar la estructura del Departament"

Al margen de las huelgas de los sindicatos, fue inédito el posicionamiento de cientos de direcciones expresando su malestar con el Departament. ¿Por qué explotaron?

Las direcciones estaban siendo bombardeadas por el Departament con mil cosas. Y todo a medio hacer, mal trabajado y con poco rigor. No entiendo cómo Cambray no vio que no puedes bombardear así a los centros, ya tensionados por la falta de recursos y por la pandemia. No se puede acelerar a la gente de esta manera. En el Departament no lo han calculado bien. Se han entusiasmado con hacer cosas y no ven que las cosas no se pueden hacer sin recursos.

El curso que viene empezará ya con huelga el 7 de septiembre.

Eso ya altera. Los profesores deberían estar pensando en cómo organizar el curso y no en una huelga. Será un curso complicado. Y empiezo a no verle salida. Es necesario un giro o no le veo salida al conflicto. Esta tensión no es buena para la escuela.

¿Cómo desbloquearía la crisis entre los sindicatos y el Departament?

No entiendo las posiciones extremas. Un reciente artículo de Jaume Cela decía que todos hemos de perder, docentes y Administración. Los centros necesitamos calma. Creo que se debería parar todo y mirar qué queremos hacer los próximos tres años. Y centrar los esfuerzos en una o dos cosas que consideremos prioritarias. Yo pondría todos los esfuerzos en el despliegue del decreto de escuela inclusiva. Es fundamental. Significaría más profesorado. Si Educació lo hiciera, se aligeraría muchísimo el sistema. Fíjate, yo en una clase tengo tres disléxicos, dos altas capacidades y otro alumno con un trastorno por determinar. Es lo habitual. ¿Cómo se atiende bien al alumnado sin recursos humanos?

"El docente debería ser sofisticado a nivel de conocimientos y la formación debería ser constante"

¿Cada vez hay más alumnos con necesidades especiales?

Sí. Ya existían antes, pero ahora tenemos más información de la neurobiología. Antes quedaba todo tapado. Ahora sabemos más. También influye el hecho de la universalización de la educación hasta los 16 años. Antes el sistema expulsaba a muchos alumnos. Ahora se quedan. Saber más te pone en alerta y sabes que has de ayudar. Pero sin recursos supone una carga para los profesores, que se sienten impotentes para atender a los alumnos como debería hacerse. Para mí esto es lo peor del día a día del profesor, ver que no llegas. Por eso apostaría por la inclusiva, porque la inclusiva quiere decir todos, no solo los que tienen dificultades. Significaría contar con más profesores para atender mejor a todos. En el Montgròs, de cada 90 alumnos hay 20 con necesidades especiales. Y solo tenemos 20 horas de veladora y 25 horas de educador social para todo el centro. Todos los centros deberían tener un integrador, no solo los de alta complejidad. La realidad es que si tienes manos y tiempo para dedicarlo a los niños, ellos salen adelante.

Los nuevos currículums que entran en vigor el curso 22-23 son un aval al camino emprendido hace 15 años por el Montgròs. Hay docentes que cuestionan que a estas alturas solo tengan un borrador.

Los nuevos currículums están muy bien, recogen todas las últimas investigaciones sobre el aprendizaje. Y sí, vienen a confirmar nuestra manera de enseñar: el trabajo por ámbitos, la codocencia, la personalización, la evaluación competencial. Pero para su implementación se debería triplicar la inversión y cambiar la estructura del Departament por poner tantas trabas. Y no se debería empezar el curso con un borrador. Resulta rarísimo empezar un curso con un documento que es un borrador, sin haber formado antes a los profesores.

¿A qué se refiere cuando habla de las trabas que pone el Departament?

Creo que hay una disfunción entre las direcciones generales y toda la estructura que hay por debajo. Cuando aplicas cambios, todos deberían estar convencidos de ellos. El ‘conseller’ y su equipo tienen una manera de pensar. Pero, ¿y el resto del Departament? Hay allí personas, técnicos, que llevan más de 30 años trabajando y que no se creen de verdad los cambios. Es un sistema piramidal, técnico y burocrático, poco ágil, nada cercano y que no conoce el territorio y crea impedimentos. Yo descentralizaría. La educación debería estar en manos de los ayuntamientos. A mí, literalmente, de servicios territoriales me han dicho ‘esto es lo que dice Via Augusta y otra cosa es la realidad’. Una secretaria de servicios territoriales ya jubilada decía ‘Via Augusta es la poesía, aquí hacemos prosa’. Y entre la idea y la realidad, estamos las direcciones y los docentes. Y los recursos que tenemos no se corresponden para nada con lo que se nos pide. Y de ahí surge el malestar y el enfado. El decreto de escuela inclusiva es el ejemplo más evidente de que lo que se dice no es lo que se hace.

Hablaba de que el profesor debería ser el centro. ¿Cómo debería ser ese profesor?

Muy culto y muy preparado. Ahora, el profesorado hace un esfuerzo por formarse y luego se encuentra con que no hay una formación posterior planificada a largo plazo. También hay el que se queda con esa formación inicial. El docente debería ser sofisticado a nivel de conocimientos y estar muy al día de la actualidad porque transmite conocimientos y crea conciencia. La formación debería ser constante, pero no se dan las condiciones para que esto sea así. Y debería tener mucha conciencia de su papel. Y no veo que eso sea así. Por eso pondría el foco en la formación del profesorado. Dejaría al margen los currículums, a pesar de que me encantan, y me dedicaría a pensar bien qué tipo de profesor queremos y qué hemos de hacer para conseguirlo. Cúal ha de ser la formación inicial, y cuál la permanente. Porque en este ámbito, el de la formación, ahora hay un descontrol y un desconcierto. 

Los sindicatos han criticado los nombramientos “a dedo” de las direcciones.

Los nombramientos en base a entrevistas personales se han promovido en el marco de la ley, que contempla la autonomía de centros. El acceso vía lista en la bolsa de trabajo en la que tienes un número es despersonalizado, lo deja todo a la suerte y no tiene en cuenta factores educativos. Para el buen funcionamiento de un centro es clave la cohesión y el trabajo en equipo del profesorado. Si yo trabajo por ámbitos y me llega un profesor que no cree en este sistema, eso puede ser un problema. Este sistema no debería ser malo. Y si lo es en algún caso, para ello está Inspección. Me gustaría saber dónde están los sindicatos cuando se trata de evitar que gente sin profesionalidad entre en el sistema. Por suerte, los másters han solucionado en parte ese problema.

Hay quien reprocha a las familias que carguen todo el peso de la educación en la escuela.

Las escuelas han de ser la segunda familia. No han de sustituir a la primera, pero los profesores han de acompañar y ayudar a los alumnos. Las escuelas no están aisladas de la sociedad y es cierto que las familias van agobiadas con el trabajo y los horarios. Pero, y hablo de adolescentes, también hay familias que piensan que ya es suficiente si atienden las necesidades básicas de sus hijos. Y los adolescentes necesitan mucha atención. Hay familias que ni miran las notas de sus hijos. 

Fue una de las impulsoras de ‘Canviem el Batxillerat’ para reclamar un bachillerato más competencial. Los nuevos currículums ya lo contemplan.

Sí, pero el bachillerato tardará años en cambiar. Y será clave si en 2024 cambia la selectividad. Entonces veremos realmente si el bachillerato cambiará o no.

¿Qué planes tiene ahora?

Seguiré vinculada a la educación en temas de formación al profesorado. Y me gustaría escribir un libro sobre educación.

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