talleres sociales contra una penuria invisible

Desespero energético

Taller para afectados por la pobreza energética, en L'Hospitalet.

Taller para afectados por la pobreza energética, en L'Hospitalet.

ELENA PARREÑO
L'HOSPITALET DE LLOBREGAT

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Hablar de pobreza energética es hablar de la imposibilidad económica de mantener la casa caliente en invierno. Con esta premisa empieza Elisa Gutiérrez la charla y taller de facturas energéticas de las asociaciones ABD y Ecoserveis. La frase cuenta con la aprobación silenciosa de los 18 asistentes, parados de larga duración o responsables de familias numerosas que no pueden hacer frente a sus gastos. Núria Salas, también voluntaria, cuenta que «el perfil de la pobreza ha cambiado mucho y cada vez viene a asesorarse más gente que hasta hace poco tenía una situación digna». Según el Idescat, en el 2011 el 26% de la población catalana tenía dificultad para mantener la vivienda en una temperatura adecuada y 193.000 familias no podían asumir los gastos de electricidad y gas en un plazo adecuado.

La charla tiene lugar en la sede de la asociación de vecinos de Collblanc-La Torrassa el viernes pasado, un día después del anuncio del tarifazo eléctrico para enero. Abdeslam está desesperado porque tiene tres hijos y solo pueden ducharse con agua caliente una vez a la semana. «Si tienen frío, solo puedo darles mantas. En casa no se pone calefacción», dice. Asistir a la charla es reconocer una forma de pobreza que, aunque invisible, afecta cada vez a más personas. «Hace unos años, cuando preguntábamos a la gente si pasaba frío en casa, decían que no -cuenta Nuria-. Ahora la situación es tan límite que se ha perdido el miedo».

DESCONOCIMIENTO / Elisa prosigue con la charla, que consiste primero en explicar la pobreza energética a quienes la sufren y las causas, ajenas a ellos. «También os daremos trucos para reducir el consumo y os enseñaremos a leer la factura de la luz para saber lo que estáis pagando y si hay una posibilidad de reducirlo», dice Elisa. Una posibilidad que, efectivamente existe en casi todos los casos. Muchos de ellos tienen contratadas potencias superiores a las que necesitan, desconocen la existencia del bono social al que podrían acogerse o no tienen contratada la tarifa de último recurso. Y es que una cuestión recurrente es la falta de información de las comercializadoras a los usuarios. En la charla también recomiendan comprar electrodomésticos eficientes. «¿Alguien ha comprado un electrodoméstico?», pregunta Elisa. «¡Pero si no podemos pagar la luz!»

A Adams, parado de 48 años y con tres hijos, le cortaron la luz todo octubre por un impago que afectaba a un local a su nombre. Tuvo que afrontar como pudo el alta del suministro en su vivienda. «Solo veíamos con la luz de la calle, es horrible, algo que no debería pasar nadie», dice. «Mis hijos no podían estudiar y preguntaban por qué no había luz». Frente a él, una mujer reconoce que ya no pone la lavadora en casa. «Bajo a la lavandería de la calle, y por cuatro euros lavo 12 kilos de ropa».

Aunque las charlas están destinadas a colectivos vulnerables, la información que ofrecen es práctica y valiosa para cualquiera. Sobre todo porque, como dice Elisa, «ahora todos estamos en situación de vulnerabilidad ya que no podemos hacer nada ante las subidas del precio».

SOBREPASADOS / Los asistentes atienden aplicados e intentan memorizar los consejos, pero Abdeslam está desesperado. «Hay que hacer algo, no podemos vivir así cinco personas. Yo no pido ayudas, yo quiero trabajo», dice. Las voluntarias le entienden. «Nuestros talleres son medidas atenuantes de situaciones que nos sobrepasan. Somos David luchando contra Goliat, que son los grandes oligopolios que no dan ninguna atención a colectivos vulnerables y solo piensan en sus balances económicos -dice Nuria-. Esto lo hacemos porque sabemos que funciona pero desengañémonos, es un parche porque son medidas de pequeño ahorro». Nuria reconoce que los talleres no atienden al problema general de las subidas y sostiene que lo eficaz es sumar esfuerzos y tirar adelante campañas para influir en la agenda política. Abdeslam está preocupado por encontrar trabajo y ya no soporta las subidas de precios de los suministros básicos. «Hay que pensar en los pobres, no solo en las empresas -se lamenta-. Noticias como la subida anunciada me dejan muy triste, no se puede entrar en el 2014 así». Al acabar el taller, Abdeslam se lleva la desesperación a casa.

El objetivo de ABD es seguir dando charlas y asesorar de forma personalizada en casa de algunos afectados. «También vamos a formar a voluntarios para implicar a la sociedad civil en este tipo de talleres y proyectos», concluye Nuria.