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Jesús Esperanza: «Me gusta que el público dé un salto en la butaca»

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CARME ESCALES

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Entre los nueve deportes que inauguraron la era moderna de los Juegos Olímpicos, el año 1896 en Atenas, estuvo la esgrima. Aquella actividad humana de ataque y defensa con armas blancas, que a lo largo de la historia había ido evolucionando, con la aparición de la pólvora quedó ubicada en el contexto lúdico deportivo. Cine y teatro también la muestran. Estos días, actores de Dagoll Dagom preparan en Barcelona el musical Scaramouche, que se estrenará el 23 de septiembre en el Teatre Victòria. Entrenan su destreza en esgrima bajo las precisas pautas del maestro Jesús Esperanza (Madrid, 1960).

Maestro de esgrima que enseña estos días a los actores del 'Scaramouche' de Joan Lluís Bozzo a manejar sus espadas.

-¿A cuántos actores entrena para la obra? Son 9 de los 18 del global. Definimos las coreografías con Kike Inchausti, colaborador y alumno mío, que es también actor y especialista en lucha escénica. Yo tiendo a irme al realismo y él aporta más escenificación.

-En la lucha, si se olvida algún movimiento, ¿hay margen para improvisar? En principio, todo está medido. Las coreografías están divididas en frases de armas que hay que memorizar. Hay un código para los dos actores. Si uno se equivoca, el otro puede esquivar el peligro. En paralelo a la metodología, trabajamos la seguridad.

-¿Participó también en el castingSí, una vez elegidos los actores, se hizo un pequeño casting entre ellos. La esgrima se toca en algunas escuelas de arte dramático, pero en principio lo que importaba era que tuvieran buena coordinación. Ana San Martín, por ejemplo -es Olympia- tiene una elegancia innata para la esgrima, hay quien ya encarna ese estilo innato. A veces, hay que adaptar la esgrima al actor para hacerla más creíble, simplificar o cortar.

-La música magnifica el espectáculo. Yo solo he oído una parte, pero es fantástica, la banda sonora enfatiza mucho.

-¿Cuántas horas entrenan? Dos horas diarias, de lunes a viernes.

-Esgrima escénica y deportiva, ¿distan? En cine y en teatro, los actores trabajan la esgrima a cara descubierta. Cuando decidí entrar en este mundo, el tema de la seguridad me ocupó mucho tiempo de reflexión. Hay que trabajar ejercicios paralelos a la técnica propiamente de la esgrima, desarrollar capacidad para bloquear, sin perder el ritmo ni la velocidad propios de la lucha real. Hay que hacer creíble el enfrentamiento, a mí me gusta que el público dé un salto en la butaca, lograr que se espante.

-¿Cuándo se hizo maestro de actores? Hacia el 2000, en un Don Juan Tenorio con José Coronado, en el que el maestro de esgrima era mi profesor Joaquín Campomanes, descubrí un campo que me apetecía.

-¿En qué otros trabajos de cine o teatro ha formado a los actores en esgrima? En Alatriste, trabajé dos semanas con Viggo Mortensen, después de haberse entrenado con el gran referente de Hollywood, Bob Anderson, quien dobló a Darth Vader en La guerra de las galaxias e intervino en El señor de los anillos, La princesa prometida y otras películas. En teatro, he trabajado, por ejemplo en el Hamlet de Miguel del Arco; en El alcalde de Zalamea de Carmelo Gómez; en Donde hay agravios no hay celos, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y en Dos bandoleras, de Carme Portaceli.

-¿Qué metas tocó en esgrima deportiva? Empecé clases de esgrima con florete a los 10 años, en el colegio, con Enrique González. Gané siete campeonatos de España, fui a los JJOO de Moscú, Seúl y Barcelona, y tengo mi escuela: www.escuelaesgrima.com.

-¿Qué caracteriza más a la esgrima? Además de desarrollar los reflejos, como deporte de acción-reacción, es un juego intelectual, se trata de engañar al adversario con acciones falsas. Con la edad, la inteligencia suple las cualidades físicas.