Estrellas Michelin de barrio: grandísimos restaurantes fuera del centro de las ciudades

El restaurante Atrio es uno de los más imponentes de España. Este proyecto, que también cuenta con hotel, se sitúa en un edificio en la parte antigua de Cáceres, uno de los conjuntos medievales mejor conservados del mundo. No siempre fue así. Antes de 2011 Atrio, -entonces con una estrella Michelin y no con las tres actuales-, se encontraba en un emplazamiento cuanto menos chocante: un bajo en la llamada plaza de los Maestros, en la parte nueva de la ciudad, un espacio cerrado entre edificios en el que uno imagina a niños dándole patadas a un balón antes que a chefs ofreciendo alta gastronomía. 

 Uno tiende a pensar que los mejores restaurantes de las grandes ciudades deben estar siempre ubicados en el centro, en el meollo. Sin embargo, no siempre sucede así: hay historias entre fogones que surgen en barrios, que van creciendo con los años y que ya nunca abandonan esa ubicación primigenia. La sorpresa llega cuando uno se planta en la capital de turno, móvil con Google Maps abierto en mano, y se encuentra con que hay que desplazarse 15, 30 o 45 minutos. Son los grandes (grandísimos) restaurantes de barrio.

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Noor (Córdoba)

El mejor restaurante de la ciudad (y uno de los mejores de España) es el mejor ejemplo de que la alta cocina no entiende de códigos postales. Cuando Paco Morales decidió abrir su proyecto personal en su ciudad natal eligió el barrio -humilde- en el que había crecido. A Noor (Pablo Ruiz Picasso, 8) se llega paseando entre sencillas casas de planta baja y negocios populares. "Es muy bonito poder hacer algo en tu barrio de toda la vida. Los vecinos están muy contentos con tenernos aquí, hacen suyos nuestros éxitos y yo sigo desarrollando mi vida diaria en sus calles", comenta Morales. La fachada, completamente cerrada y que no deja ver el interior, añade misterio sobre lo que ocurre dentro: alta cocina que repasa la historia de España a partir de la creatividad del chef. Gastronomía (muy) ilustrada de barrio, avalada por tres estrellas Michelin, y a una media hora a pie de la mezquita de Córdoba.

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Arzak (San Sebastián)

Esta es una anécdota basada en hechos reales: un grupo de guiris llegando a la parte de vieja de San Sebastián (avenida del alcalde Elósegui, 273) y preguntando por el Relais & Châteaux Arzak que, en realidad, se sitúa a una hora andando del epicentro de los ‘pintxos’, en el barrio de Intxaurrondo. Allí sigue esta leyenda viviente cuya fama va más allá de las tres estrellas Michelin que ostenta. La casona en la que se asienta, eso sí, está aprovechada al máximo, con el comedor, la cocina y hasta el laboratorio de I+D conviviendo en armonía. Arzak, contigo empezó todo.

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El Celler de Can Roca (Girona)

Más allá del centro de Girona, cada vez más transitado debido al éxito de las visitas guiadas para conocer las localizaciones de la serie ‘Juego de Tronos’, se encuentra El Celler de Can Roca (Can Sunyer, 48). Sobran los reconocimientos para un restaurante que lo ha sido (y lo es) todo desde un local adyacente a Can Roca, el bar familiar, ubicado en el barrio de Taialà. En la órbita de este barrio obrero, los hermanos Joan, Josep y Jordi llevan tocando el cielo gastronómico casi 40 años. Aunque el trío maravilla tiene cuerda para rato, ya hay una nueva generación de ‘Rocas’, personificada en los jóvenes Marc y Martí -hijos de Joan y Josep, respectivamente-, que asegura el futuro de la saga.

OSA (Madrid)

Osa, la última sensación de Madrid, parece nadar, como si fuera un salmón, contracorriente. Cuando la norma para los restaurantes con ambición en la capital es abrir en el centro, el proyecto de Jorge Muñoz y Sara Peral sorprendió abriendo, hace tan solo unos meses, en una zona hasta ahora inédita para la alta gastronomía: la Ribera del Manzanares (en el número 123). Una estrella Michelin y el premio cocineros revelación del último Madrid Fusión avala la trayectoria de esta pareja que, desde una pequeña casita unifamiliar, sorprenden con sus embutidos hechos en casa y su apuesta de una cocina basada en el producto, sin disfraces.

La Casona del Judío (Santander)

Explica Sergio Bastard, cocinero del estrella Michelin La Casona del Judío (una estrella Michelin en Santander) que su ubicación, en una casona de indianos en el barrio de Monte de la ciudad cántabra (Repuente, 20), tiene “sus pros y sus contras". "Es verdad que te convierte en un restaurante de destino, pero también pierdes al cliente que pasea por el centro”. En cualquier caso, las ventajas ganan finalmente la partida: el restaurante cuenta con huerto propio, jardín y un edificio singular que, en las próximas semanas, abrirá al público más estancias para impulsar una experiencia gastronómica de relumbrón localizada a un paseo de media hora desde el centro.

Restaurante Atelier (Granada)

El restaurante del joven chef Raúl Sierra figura ya con una mención en la guía roja, tradicionalmente esquiva con la ciudad de Granada y que lleva años a la espera de su primera estrella Michelin. Fuera del centro de la ciudad, que sigue siendo territorio propicio para los buscadores de las tapas gratis, Atelier se propone como una casa de comida contemporánea con platos como el cruasán relleno de rabo de toro con salsa bearnesa por el que merece la pena darse una vuelta hasta el barrio de Los Alminares. “Son muchos los turistas extranjeros que visitan la Alhambra durante el día y vienen por la noche a cenar. Lo perciben como algo más auténtico que el circuito del centro y muchos repiten cuando vuelven o se lo recomiendan a sus amigos”, explica el chef.

La Finca - Cabaña Buenavista (El Palmar, Murcia)

En una pedanía de la ciudad de Murcia lleva haciendo alta gastronomía 20 años el chef Pablo González. A casi dos horas andando del centro de la ciudad (Urbanización Colonia Buenavista, s/n), El Palmar, este restaurante puede presumir de ostentar dos estrellas Michelin gracias a una apuesta sensata por una cocina murciana proyectada hacia el futuro. Una experiencia en la que se aúnan la excelencia del producto y un trabajo constante en I+D.