Los restaurantes de Pau Arenós

Bodega Solera: ¿quién sabe qué es un caíllo y una marinera?

La primera creación de un grupo de restauradores experimentados, Grup Mutis, es este sitio donde tapear y beber vinos de alto copete

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Bodega Solera: Dani Sánchez, Giuseppe La Porta y Jorge da Costa

Bodega Solera: Dani Sánchez, Giuseppe La Porta y Jorge da Costa / ELISENDA PONS

Pau Arenós

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La Bodega Solera es un espacio para ojos de mosca: los detalles hacen necesaria la mirada múltiple. La cartelería, los altares y fotos donde se rinde culto a los chefs amigos, la tipografía de los luminosos en los que se homenajean las letras de diferentes instituciones bodeguiles de España, el verde andaluz en camisetas corporativas y puertas y azulejos, los 700 vinos que ocupan armarios y estantes, el Flores Bar, donde la Faraona revive. ¿Por qué no un homenaje a El Pescaílla, ¡barcelonés!, con una fritura del pescado blanco? Ay, qué rumberos.

Esta Solera, tan nueva, aporta noticia: es el comienzo de un nuevo grupo hostelero, Grup Mutis, que ya comparte la propiedad del Bar Mut y que va en “busca de talento”, en palabras de Kím Díaz (Entrepanes Díaz y Muticlub), Enric Rebordosa (Grup Confiteria y otros picoteos gastro) y Alberto Casado, el hombre que consolida lo que las mentes anteriores propulsan.

Bodega Solera

Bodega Solera

Còrsega, 339. Barcelona

Tf: 937.969.733

Precio medio (sin vino): 25 €

Tienen la agenda cargada de novedades clamorosas para los próximos meses. “Kim ha estado 15 años solo y ahora lo acompañamos dos amigos”, suelta Enric. A Kim lo llaman, cariñosamente, Papi. Pantalones cortos y zapatos rojos de charol.

Mollete con rabo de vacuno, marinera , fricandó y botella de Mascarello de Bodega Solera.

Mollete con rabo de vacuno, marinera, fricandó y botella de Mascarello. / ELISENDA PONS

¿Qué se come aquí? “Tapeo clásico, andaluz, catalán, vasco, madrileño… Mis padres son murcianos y mi sentimiento es catalán”, dice el cocinero Dani Sánchez, que actúa frente a los clientes. No sé de ningún otro lugar de la ciudad en el que pongan sobre el mostrador de mármol el caíllo y (en poquísimos sitios) la marinera.

Caíllo y marinera no es el nombre de un grupo de flamenco pop, sino de dos bocados murcianos.

“El caíllo es de la población de Caravaca de La Cruz”, dice Dani, endémico, propio, sin réplicas: sobre una tostada de pan untada con 'allioli' suave, un guiso de presa ibérica y tomate.

La marinera es un artefacto para malabaristas: sobre una rosquilla, una ensaladilla y una anchoa. A ver quien se la acaba sin romperla, de un bocado, y que no sea un hipopótamo. Caíllo y marinera, de primera: una rima.

Caíllo, ensaimada salada, jamón y botella de La Servil.

Caíllo, ensaimada salada, jamón y botella de La Servil. / ELISENDA PONS

Un tercer montadito: paté de hígado de bacalao con cebolla encurtida: “Para mí, Madrid es eso”, suelta Kim.

Antes, a modo de tiquitaca, que no de Tiki-Tok, almendra marcona tostada, una gilda, con la particularidad de un picadillo de pimiento/cebolla por encima, y una alcachofa italiana de conserva con romesco y trocitos de avellana.

La entrada de Bodega Solera.

La entrada de Bodega Solera. / ELISENDA PONS

La entrada de Solera es un espectáculo: lo primero que ves es a Jorge da Costa, conocido como George y con brazos como mazas, cortando jamón ibérico, un 2019 de La Salmantina que se deshace en los labios.

Después, la apabullante selección de botellas que pasan por las manos del sumiller Giuseppe La Porta. Me agrada su entusiasmo y dedicación: minutos antes del servicio, cataba y apuntaba en una libreta. De las cinco copichuelas, la monastrell de La Servil 2021 y la dolcetto de Mascarello 2021. Borgoñas, finos, champanes... Una bodega, sí, una bodega de verdad.

La carta de la Bodega Solera.

La carta de la Bodega Solera. / ELISENDA PONS

Sigamos con solideces para soportar los vinos: la ensalada de tomates de Barbastro (buenos) con cebolla y alcaparrones, la ensaimada del Forn de Sant Josep, planchada y rellenada con sobrasada de Can Company y queso maó Son Mercer (la repiten porque el fondo se ha quemado un poco); el mollete con rabo de vacuno y recado negro mexicano (¡ñam!) y el fricandó con 'ceps' (¡ñam-ñam!). Finísimo guiso, 'llata' de angus, salsa reducida de fondo de verduras, las láminas servidas en un montoncito.

El capítulo postrero necesita ampliación e intención: correctos los canutillos con crema pastelera cítrica.

Pido a los socios tres bodegas inspiradoras: El Doble, Madrid (Enric); Taberna der Guerrita, Sanlúcar de Barrameda (Alberto), y Casa Manteca, Cádiz (Kim).

La solera que buscan es la de todas esas casas.    

El equipo

Daniel Sánchez, Giuseppe La Porta, Max Puigoriol, Jorge da Costa, Eliseo Luna, Carlos Hernández y Gabriel Bofarull.

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