Debate sobre tecnología y escuela

Àlex Salleras, profesor: "Dijimos que prohibiríamos los móviles y las familias aplaudieron"

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A1-181772998.jpg / ANNA MAS TALENS

Helena López

Helena López

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Àlex Salleras, el director del Pla Marcell, uno de los tres institutos de Cardedeu, municipio del Vallès Oriental que ha impulsado una alianza para declarar sus centros educativos espacios libres de móviles, habla con sinceridad sobre una decisión compleja para un docente que apuesta por la transformación educativa de la mano de la tecnología. "No hemos prohibido los móviles tanto por los problemas que teníamos en el aula, sino por la preocupación creciente cuando veíamos a los chicos y chicas en el patio o entre clases", señala Salleras, quien ha tenido que comprarse un reloj de pulsera en una 'app' de compraventa de segunda mano. Lo de espacio libre de móviles va para todos, también para los profesores.

-¿Qué pasó para que hicieran el 'clic'?

-En enero, volviendo de vacaciones de Navidad, vimos que la situación era insostenible; se hizo evidente que la relación que los adolescentes tenían con las pantallas no era nada saludable y nos pusimos estrictos con la normativa de uso que teníamos.

Tenemos que enseñarles a que aprendan a establecer el criterio por delante del deseo; es difícil, pero eso también es formar a personas

-¿Qué decía esa normativa?

-Que siempre que hacía falta para una actividad lectiva se podía usar el móvil, pero que en los pasillos no se podía usar porque era un espacio de tránsito. Que en la biblioteca y la cantina se podía usar siempre que no molestara al resto; y el patio era de uso libre en la zona de los árboles. Pero, acercándonos a final de curso, vimos que nos teníamos que replantear cosas, también el uso de los ordenadores dentro de las aulas. Regular el tiempo de uso, explicar a las familias cuánto tiempo estimábamos que les haría falta el ordenador para trabajar en casa… Porque también nos encontrábamos familias que nos decían ‘es que se pasan todo el fin de semana haciendo deberes’. Y nosotros sabíamos que eso era imposible. No ponemos deberes; en todo caso tienen que acabar tareas que no se han acabado en clase o trabajos en grupo. 

-¿El impulso definitivo para la prohibición fue la presión de las familias?

-Fue un elemento importante. Las familias de sexto de primaria que iban a entrar a los tres institutos crearon una plataforma a la que nosotros, como centro, nos sumamos.

El trabajo ahora es de las familias; prohibiendo el móvil en la escuela el problema sigue estando ahí, solo abrimos un paréntesis

-¿La promoción que acaba de entrar es la primera en años en que una parte importante de críos aterriza aún sin móvil?

-El curso pasado había unos 15 alumnos de los 90 de primero de ESO que entraban sin móvil, aunque durante el curso fueron cayendo. La Navidad es la fecha clave. Este año, el grupo es un poco más numeroso, pero no mucho más. Uno de los objetivos de la plataforma era retrasar al máximo la llegada del móvil a las vidas de sus hijos, y veían que uno de los espacios en los que se ejercía más presión para que lo tuvieran era el instituto. Pero también nos preocupan otras cosas.

En primero de ESO este año no les hemos entregado los ordenadores y para casa; los dispositivos se quedan en el aula y los cogen solo cuando los necesitan

-¿Cuáles?

-Como sociedad, acabaremos conviviendo con las pantallas y les tenemos que acompañar en el uso de todo esto, y esa era nuestra apuesta. Siempre hemos creído que incorporar el móvil como herramienta hace que incorporen también esta relación más saludable con él, pero lo que estábamos viendo desde el covid es que el impacto que tenía nuestro acompañamiento era muy pequeño en comparación con el coste que acababa teniendo. El coste es que nosotros acabamos facilitando el acceso a una tecnología desde los 12 años. Que no era del todo cierto, porque el móvil lo traían ellos de casa, pero...

-Restaba más que sumaba...

-Nuestra preocupación aquí era cómo se relacionaban entre ellos y cómo se relacionaban con las pantallas. Los tres últimos cursos hemos apretado mucho para tener espacios de ocio dinamizados: el espacio 'maker', el aula de expresión, el aula de música, deportes guiados con torneos y competiciones; en la biblioteca, un club de lectura, un día de radio… todo eso para dinamizar la hora del patio. Pero nos costaba mucho que los chicos se acercaran a esos espacios. No eran suficientemente atractivos.

-Era más tentador hacer Tik Toks en el patio, claro…

-¡Hacer tik toks en el mejor de los casos! Estamos hablando de consumir. Hacer Tik Toks aún supone crear una coreografía… Y consumir a la carta; si los primeros tres segundos no me atrapan paso al siguiente, y si no al siguiente.

-¿Cómo gestionan la prohibición?

-No hablamos de prohibir, sino de ser un espacio libre de móvil. Hemos basado la aplicación de la norma en la confianza y la convivencia. Les decimos: 'este es un espacio libre de móviles, nosotros no lo queremos ver' y si vemos el móvil, llamamos a la familia y les recordamos que no lo pueden traer

-¿Y funciona?

-Sí. En el patio están más movidos. Hay más movimiento en los bancos; más movimiento en el espacio 'maker', en la biblioteca, vuelven a jugar a juegos de mesa. El objetivo de que se relacionaran en esos espacios de relación, se ha cumplido. Tenemos escenarios de socialización mucho más ricos.

-¿Y qué han cambiado en relación al resto de dispositivos?

-En primero de ESO este año no les hemos entregado los ordenadores y para casa. Están en el aula. Nuestro objetivo es que el alumnado tenga estrategias de autorregulación, que tengan un consumo consciente, que haya una digitalización saludable; que aprendan a establecer el criterio por delante del deseo, que es difícil, pero eso también es formar a personas. Hace cinco años la gestión era fácil, pero todo ha ido muy rápido. Los hábitos de relación de las familias con las pantallas han cambiado muchísimo desde el covid. Todo el mundo tiene su cuenta de Netflix y consume aquello que quiere, cuando quiere y durante el tiempo que quiere. En el instituto antes cuando poníamos una película para introducir algún tema era una fiesta. Ahora si llegamos a clase con una película al aula salimos con la peli entre las piernas. Imposible, imposible.

-¿De verdad? ¿Por qué?

-Porque es larga, porque ya la he visto, porque he visto la secuela o la precuela... Ya no miramos películas.

-¿Cómo organizan ahora los portátiles en primero?

-Pues cuando hay que hacer un ejercicio se levantan y lo cogen y, cuando acaban, lo guardan. La diferencia con los de cuarto es que los de cuarto entran en la clase y abren el ordenador, por no coger la puerta y marcharse. Y les dices, 'eh, que os quiero ver las caras', y después lo bajan y tal. En el momento en el que no tienen el ordenador encima de la mesa es distinto.

Sin los móviles, el objetivo de que se relacionaran en los espacios de relación como el patio se ha cumplido

-¿Y con los mayores, han introducido algún cambio?

-Todo esto empieza, también, porque el curso pasado estuvimos hablando con el grupo que ahora está en tercero para replantearnos que relación querían tener con las pantallas. Y fueron ellos los que nos dijeron que quizá hacía falta que les ayudáramos, que hubiera un espacio en el que dejar la pantalla e irla a buscar. De estas conversaciones salieron cambios de actitud. Se dieron cuenta de que realmente se pasan muchas horas consumiendo pantalla.

-¿Cómo están llevando las la prohibición?

-Son los primeros que ven que cuando salen al patio, si no les suena en el bolsillo el mensajito de turno, se mantienen conectados a la conversación. No hemos tenido que lidiar grandes batallas. Las batallas son con el alumnado que ya tiene una confrontación sistémica con el adulto. Si yo no puedo sacar el móvil, lo dejo encima de la mesa. O, como estoy saliendo, cojo el móvil y lo llevo en la mano, como un arma de lucha que tiene. Como con el fumar, quien sale con el cigarro en la oreja, no estoy fumando pero busco el límite.

-¿Y el conjunto de las familias, cómo lo han acogido?

-En la reunión de inicio de curso de Grado Medio, cuando explicamos la medida las familias aplaudieron.

-Entiendo que no pasa a menudo, eso.

-No. Y menos aplaudir cuando dices que prohibes algo. Y cuando enviamos el correo al resto de familias también recibimos muchos correos felicitándonos y agradeciendo la medida. Pero nosotros en esos correos también les pedíamos corresponsabilidad. La medida más fácil que podíamos tomar era esta. El trabajo lo tienen las familias en casa, si no, lo único que haremos es que durante siete horas al día no tengan acceso.

Coincidido con la 'consellera' en que la prohibición no es la vía; pero ahora mismo nosotros no sabíamos por dónde tirar

-¿Qué le parece que la 'consellera' apueste por no prohibir y delegue en los centros?

-Yo coincidio en que la prohibición no es la vía; nosotros no hemos prohibido los móviles para siempre; pero ahora mismo nosotros no sabíamos por dónde tirar. Y cuando lo hemos planteado a las familias hemos acordado un plan de choque; pero el objetivo es que podamos llevar el móvil encima y tengamos una relación sana con él. Igual que hemos aprendido a conducir con cinturón de seguridad a menos de 120 por la autopista. Con el móvil tiene que pasar eso, y seguramente eso pasa por que se legisle. Que haya una normativa superior sobre la edad de llegada de los móviles a un niño… Pero esto no es solo una cuestión de educación, también lo es de salud.

-De hecho, Salut opina distinto a Educació.

-Nos tenemos que poner de acuerdo, con esto. Prohibiendo el móvil en la escuela el problema sigue estando ahí, solo abrimos un paréntesis.

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