Educación en Catalunya

El agujero de la escuela catalana: urgen profesores de origen migrante

El fenómeno, del que Educació no tiene datos, lastra el éxito educativo del alumnado de origen extranjero y perpetúa la desigualdad sociocultural

Una barrera importante son los bajos niveles de acceso a la universidad, que rondan el 5%, que se dan entre el colectivo

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A1-163789635.jpg / JORDI OTIX

Helena López

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Catalunya es una sociedad cada vez más plural. Según los últimos datos del Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat), de 2022, un 16,2% de la población es de origen migrante. Un 15,1% de ellos está en edad escolar, entendiendo por eso desde la etapa de infantil a la posobligatoria (bachillerato y FP). Sin embargo, esa diversidad no se reproduce entre el profesorado. La inmensa mayoría de madres y padres a quienes se pregunte contestarán que sus hijos no han tenido maestros, por ejemplo, de origen árabe, africano o latinoamericano.

Las familias reclaman políticas públicas de discriminación positiva que reviertan esta brecha

Es este un factor muy poco visibilizado, hasta el punto que ni el Departament de Educació ni los propios sindicatos de docentes tienen datos al respecto. Pero lo cierto es que esa falta de diversidad existe y repercute en la escuela y fuera. "Deja sin referentes educativos al alumnado migrante y supone reproducir desigualdades socioeducativas", subrayan desde la Fundació Bofill que, aunque tampoco tiene cifras, sí ha reflexionado sobre el asunto. Su director, Ismael Palacín, apunta también a una cuestión generacional, en el sentido de que es todavía bajo el porcentaje de personas de origen migrante -ronda el 5%- que acceden a estudios universitarios. "No son muchos porque la situación de la población migrante es aún precaria", subraya.

Esas barreras, sin embargo, en muchos casos se sitúan mucho antes de llegar a las puertas de la universidad. Los alumnos extranjeros duplican el porcentaje de abandono escolar prematuro respecto a los autóctonos. Según un estudio reciente (2021) de la investigadora del Centro de Estudios de Migraciones de la UAB, Silvia Carrasco, el abandono entre los primeros es de un 38% y entre los segundos, de un 11,8%. Como un pez que se muerde la cola, hay tan pocos maestros de origen migrante porque les cuesta más llegar a la universidad, y les cuesta más llegar a la universidad, en parte, por esa falta de referentes dentro del aula , que a su vez repercute en su éxito educativo.

El abandono escolar prematuro entre los alumnos extranjeros es de un 38%, más del doble que entre los nacidos en España (11,8%)

Belén Tascón, presidenta de la asociación de familias de la escuela pública, la Affac, reivindica políticas públicas para revertir esa situación y "romper ese techo". "El acceso al máster de profesorado es una barrera de entrada clara por su elevado precio", pone como ejemplo Tascón, quien apunta también la "oportunidad perdida" para caminar hacia un cuerpo docente público "verdaderamente diverso", aplicando esas reivindicadas medidas de discriminación positiva, la reciente contratación de más de 3.500 maestros.

"Nos encontramos con un gran desencaje entre la composición del alumnado y la del profesorado, y con que la cuestión no está en la agenda. Lo primero que necesitamos es que el Departament reconozca que existen barreras de entrada y busque fórmulas imaginativas para revertirlas. Es inadmisible que la diversidad en los centros esté solo en el personal de limpieza", reflexiona la presidenta de la Affac.

En la misma línea que Tascón se posiciona la madre y activista por la educación pública Cecilia Bayo. En un artículo recogido en el libro 'Educació feminista', Bayo cita a las investigadoras Cheima El Jebary Amisnaou y Cristina Zhang Yu, quienes apuntan que la falta de la nacionalidad española entre los estudiantes de Magisterio de origen migrante provoca que no puedan acceder a la tarea docente dentro del sistema educativo público.

"Lo primero que me preguntan cuando llego nueva a un centro es a quién voy a buscar; no les pasa por la cabeza que una mujer negra sea maestra"

Nacida hace 43 años en Guinea Ecuatorial, Raquel Elá, llegó a Catalunya en sexto de primaria. "Si yo soy negra y hablo en catalán y soy maestra, vosotros también podéis", les responde a sus alumnos (trabaja en un centro de máxima complejidad) cuando les dicen que "ellos no pueden". En los 16 años que lleva de docencia ha vivido de todo, pero hay algo que se repite prácticamente siempre cuando llega nueva a un centro. "Lo primero que me preguntan es a quién voy a buscar o de quién soy madre. No les pasa por la cabeza que una mujer negra sea maestra. Lo nuestro es una justificación constante. No solo en la escuela, siempre", relata Elá, quien a veces prefiere comer sola en el aula "para no escuchar ciertos comentarios de sus compañeros".

"Todo el día demostrando"

¿Cómo impacta esa anomalía en los niños con bagaje migratorio? Niños obligados a hacer de traductores en asuntos que, por edad, les deberían resultar completamente ajenas. Chavales sintiendo que tienen que estar todo el día demostrando que son más; que son capaces. Rompiendo estereotipos una vez y otra mientras ven -o cuanto menos sienten- que los adultos que deberían velar por su bienestar, sus referentes en el aula, les obligan permanentemente a elegir entre dos mundos, en la mayoría de ocasiones con la mejor de las intenciones, pero incapaces de comprender su duelo migratorio o el racismo que sufren.

La distancia entre el profesorado (blanco) y las familias con bagaje migratorio obliga a muchos niños a hacer de traductores en asuntos que no les tocaría por edad

Estas son algunas de las situaciones con las que crecen los miles de niños y niñas catalanes con familias de origen migrante -casi 200.000 en enero del 2022, según datos del Idescat-; los hijos de "las otras familias", como las llama Yasmin El Mhassani, universitaria de 19 años, casi 20, estudiante de segundo de Educación Primaria, citando la clasificación del sociólogo Jordi Collet. Este, narra El Mhassani, plantea la división entre "las familias" ("de clase media, autóctonas y estructuradas") y "las otras familias" ("de clase trabajadora, origen migrante y disfuncionales o desestructuradas").

La futura maestra ha vivido toda su vida en Viladecans (Baix Llobregat), en el barrio obrero de La Montserratina, y lleva 18 años en el sistema público, con el que siempre ha estado muy disconforme, lo que la empujó a estudiar para ser maestra, con el objetivo de cambiar las cosas "por los que vendrán detrás". Es la mayor de tres hermanos, a los que quiere intentar ahorrar muchas de las cosas por las que ella ha pasado, en gran parte por la falta de referentes.

"La falta de diversidad entre el profesorado afecta al conjunto de alumnos: les estás privando de conocer la realidad social"

"Es muy duro para un niño crecer sin nadie en quién identificarse. Al final no eres capaz de proyectarte en otros escenarios que no sean los que la 'blanquitud' te ha asignado. Yo he llegado a tener compañeros de clase que pensaban que las madres de origen marroquí solo podían trabajar fregando escaleras porque era la único que sabían hacer. Porque la pequeña representación que podemos tener es esa, y es siempre negativa. Somos los que no podemos optar a trabajos dignos o posiciones de poder", relata El Mhassani, quien decidió plantarse.

"Me atrevería a decir que todos los hijos de migrantes hemos pasado en algún momento por una crisis de identidad. Tengo la sensación de que a los niños de 'las otras familias' siempre nos toca hacer un papel de pequeños adultos que por edad no nos tocaría. Siempre hemos tenido que madurar antes que los niños de 'las familias'", prosigue la joven, quien, como maestra en formación, considera que un maestro que requiere que un niño le haga de intérprete "lo que está mostrando es una falta de competencia comunicativa".

De manera muy similar se expresa la antropóloga Sanae El Kamlichi, quien también tiene cercana la experiencia de ser alumna, hija de "las otras familias". "La falta de diversidad entre el profesorado no solo afecta a los alumnos de origen migrante; al resto, también. Les estás privando de una realidad con la que conviven y eso provoca que la desconozcan", argumenta.

Cambiar roles

Desde su experiencia más personal, pero con las gafas de antropóloga de las que no puede desprenderse, El Kamlichi destaca que los alumnos, todos, notan mucho y viven de una manera muy especial el hecho de tener profesores con distintos bagajes. "La falta de diversidad es tan evidente que los alumnos, a la mínima que llega un 'profe' distinto lo reciben con ilusión aunque no comportan ese origen", prosigue El Kamlichi, quien señala también que la entrada de estos profesores sirve también para algo muy necesario: romper estereotipos. Tanto por parte de los los alumnos blancos, como por parte del resto de profesores, también blancos. Tener a personas 'racializados' dentro de los claustros ayuda a que el conjunto de docentes se replantee ciertos prejuicios todavía muy arraigados [la anécdota de Elá] y poder llevar ciertas cuestiones teóricas a la práctica.

"Muchos profesores no ven las posibilidades académicas de los chavales 'racializados'; tener colegas de otros orígenes ayuda a combatir el conocido como 'efecto Pigmalión', el pensamiento que aún existe entre una parte del profesorado de 'total, para qué esforzarse con él si este chico al final acabará vendiendo aquí en la esquina de la calle'", reflexiona.

Pese a todo lo expuesto, tanto El Mhassani como El Kamlichi son optimistas y creen en su generación y en las que vendrán: "Noto un cambio; los alumnos tienen mucha más conciencia crítica y saben descifrar la realidad. El punto al final está aquí, en que los propios alumnos puedan ser capaces cambiar las cosas", zanjan.

Mawa Ndiaye, presidente de la Coordinadora de Asociaciones Senegalesas en Catalunya (CASC), ponía en una charla el pasado mes de abril algunas cifras y objetivos sobre la mesa: "De aquí a 2025 tenemos que pasar del actual 0,001% de estudiantes de origen senegalés en la universidad a un 0,1%. En primaria somos más de 2.400 niños, no puede ser que en la universidad desaparezcamos", sentenciaba.

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