Educación en Catalunya

El racismo en el colegio: la eterna asignatura pendiente

Los expertos alertan del Efecto Pigmalión en las aulas: las bajas expectativas que algunos profesores tienen en los alumnos migrados mina la autoestima y las aspiraciones de estos

Arranca la Vuelta al Cole en la Comunidad de Madrid

Arranca la Vuelta al Cole en la Comunidad de Madrid / Marta Fernández Jara

Helena López

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En no pocas ocasiones, las familias de clase media, si es que existe tal cosa, eligen la escuela de sus hijos en función de la composición social de esta. En las jornadas de puertas abiertas no son raras las preguntas, con más o menos corrección política, sobre el número de niños "de otros orígenes" que hay en el centro. Tampoco lo es la elección de centro basada en el perfil de familias que acuden a estas jornadas o que habitualmente hay en las entradas y salidas de los colegios. "Es que no había nadie de aquí" es un argumento que está a la orden del día. Racismo y segregación escolar son dos conceptos que van muy ligados, pero la elección escolar no es ni de lejos el único momento en el que el racismo sobrevuela y se cuela en la vida en los colegios o en las actividades extraescolares de los niños. El último episodio que ha trascendido ha sido el ocurrido durante un partido amistoso de fútbol de infantiles en Sant Vicenç de Castellet.

Igual que en pleno siglo XXI, las criaturas siguen cantando con espeluznante naturalidad "don Federico, mató a su mujer, la hizo picadillo, la puso en la sartén", en la cosmopolita Barcelona se siguen explicando chistes como este:

-Tenía cinco manzanas y me han robado dos. ¿De qué color es quien me las ha robado?

-¡Negro!

-¡No! ¡Si fuera negro me las habría robado todas!

Y no solo sigue pasando, sino que, en el segundo caso -en el primero, aunque esté lejos de estar resuelto, gracias a la lucha feminista se ha avanzado en políticas públicas y conciencia social- este racismo estructural en el que crecen los chavales no está tan problematizado.   

Las escuelas e institutos son pequeñas sociedades que no son ajenas a todo lo que pasa fuera. Maestros explican que no son extraños comentarios aparentemente inofensivos, como que un tutor diga en un claustro "me ha sorprendido mucho que este chaval marroquí haya sacado tan buenas notas" [presuponiendo que, por su país de origen, debía ser mal estudiante] o incluso llegar a bromear -en privado, pero dentro del centro-, sobre el rasgo físico de algún crío y, al llamarle algún compañero la atención, responder con un "ya no se pueden hacer chistes de nada".

Efecto Pigmalión

Un estudio antropológico reciente elaborado por profesionales de Centre d'Estudis Africans (CEA) y encargado por la Fundació Guné con trabajo de campo hecho en Vic, Terrassa y Mataró apuntaba cómo "la mirada negativa y las bajas expectativas" que sentían que el profesorado ponían sobre ellas afectaba negativamente en las alumnas de origen senegalés (el colectivo estudiado en este caso). El trabajo insiste en el gran perjuicio que causa el conocido como Efecto Pigmalión, cómo los estudiantes de origen migrante no solo no sienten el apoyo por parte de sus profesores para ir a la universidad, sino que, en no pocas ocasiones aseguran que les invitan a no hacerlo. No se trata de generalizar -obviamente no todos- ni de señalar a los profesores, subrayan, sino de poner sobre la mesa un problema sistémico.

Desde la Coordinadora d'Associacions Senegaleses de Catalunya (CASC) hace tiempo que detectaron ese problema.  Para intentar revertir la situación -un fracaso escolar de entre un 30 y un 40% entre los críos de la comunidad- crearon el programa Senexcelencia. "La idea era erradicar ese sentimiento que tienen muchos críos, y al final sus familias, de que ellos no sirven para estudiar, algo que se nota mucho más en secundaria", apunta Abdou Mawa Ndiaye, presidente de la CASC, convencido de que es desde la escuela desde donde se podrán cambiar estas dinámicas.

"Hay muchos profesores que son militantes antirracistas, pero no todos, claro. Es necesaria la autocrítica. No puede ser que se anime a los chicos de según que orígenes a estudiar solo mecánica o peluquería, hacerles creen que no tienen alternativas", concluye. Esa situación, además, no solo impacta en los niños de origen migrante, los principales afectados, por supuesto, sino que también impacta en la mirada que el resto de niños tienen sobre ellos.

Falta de visión estructural

Además del Efecto Pigmalión, Xoan Vázquez, profesor de secundaria que ha trabajado durante años la interculturalidad, percibe también que en ocasiones hay "mucho juicio y muy poca visión estructural de las cosas"; "muy poco entender que los chavales son súper sensibles a la discriminación, a las miradas". Y sobre los prejuicios, dentro y fuera del aula, recuerda aquella frase de Morad que decía algo así como que "si la sociedad me dice que tengo que ser un cabrón, voy a ser el doble de cabrón".

"La falta de referentes también impacta mucho en los chicos, prácticamente todos los profesores son blancos", añade Vázquez, quien insiste en que se trata de un problema estructural, sobre el que, a sus ojos, no hay voluntad política de actuar -"muchos de los migrantes no votan"- , ni tampoco una sociedad demasiado concienciada, una sociedad en la que, además, el racismo cultural está también muy presente.

Desaparecidos en los libros de historia

Juan José Suárez es filósofo de carrera y compositor con una larga trayectoria ligada al mundo de teatro y desde hace unos meses trabaja como promotor escolar en el barrio de Roquetes, en Barcelona, en el marco del Pla integral del poble gitano. "En el mundo gitano hay absentismo, lo hay, y contra él estamos trabajando mucho, pero hay un 75% de alumnos gitanos que van todos los días al colegio, y estos no se ven. Se pone siempre el foco en el otro 25%, que son los menos", subraya. Y pone sobre la mesa una cuestión: mientras para erradicar el absentismo hay protocolos y planes -algo que valora y mucho-, en la parte del currículum, el pueblo gitano está absolutamente desaparecido. 

"En los libros de texto parece que los gitanos no pertenezcamos a la historia de la humanidad. No estamos en Europa, no sufrimos la segunda guerra mundial... No se recoge a nivel institucional toda ese bagaje, esa aportación", relata el filósofo, y ese olvido impacta en el conjunto de los niños. En la mirada que tienen los niños gitanos sobre ellos mismos y en la mirada del resto de niños hacia ellos, también. "El antigitanismo en el centro está acolchonado por el gran trabajo de los profesores: en los centros en los que que yo he trabajado el trabajo de los profesionales es intachable, pero luego la realidad ahí fuera es que hay antigitanismo, y lo que pasa fuera se cuela en las aulas, pesa en la mochila de estos niños. Además, cada día más, con la ultraderecha avanzando", concluye Suárez.

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