Dato alarmante

¿Por qué tantos universitarios piensan en el suicidio?

"La generación anterior no entiende a la nuestra", lamentan los estudiantes

Falta de futuro y de apoyo, presión académica, consumo de drogas y soledad, claves del malestar emocional

Joan Deus, psicólogo: "Hemos creado una generación de cristal"

De izquierda a derecha, Carla, Marta, Carla, Edgard y Laura

De izquierda a derecha, Carla, Marta, Carla, Edgard y Laura / Fidel Masreal

Fidel Masreal

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Es imposible quedar impasible ante este dato: el 27% de los universitarios piensan en suicidarse. Cuatro de cada cien no solo lo piensan sino que lo intentan. Estas estadísticas son los frutos de un estudio reciente de la UAB. ¿Qué explica este índice tan alarmante, que además es el doble del de tres años atrás? Hemos preguntado directamente a los estudiantes. Y lo primero que se constata es que a nadie le sorprende. Estas son sus razones:

"No me sorprende que el 27% piense en el suicidio, mucha gente de nuestra edad tiene estos pensamientos, se ha normalizado y los adultos no se dan cuenta de lo que sufrimos los jóvenes; parece que la generación de cristal no sufre nada, pero llevamos mucho peso encima por parte de la sociedad", describe de entrada Laura, estudiante universitaria como sus compañeros con los que charla en un descanso entre clases en la UAB.

Los adultos no se dan cuenta de lo que sufrimos

Laura

— Estudiante de arqueología

Sin futuro

Carla, otra universitaria, de 22 años, va directa al problema del futuro: "Se nos ha planteado siempre un futuro muy oscuro, hemos crecido bombardeados de noticias negativas, de que somos la peor generación, de que nos espera un futuro sin alquileres asequibles, sin un trabajo digno, que si vamos a tener que irnos fuera de nuestras casas, que si la Tercera Guerra Mundial... es un bombardeo constante de noticias negativas que nos meten en la cabeza, aparte de todo lo que se espera de nosotros y no podemos llegar a cumplir". Edgard, que cursa estudios de Historia, denuncia: "Se nos ha dicho 'estudia, sácate una carrera, sácate un idioma, te vas a comer el mundo con eso' y luego, al ver que realmente no es la verdad, se genera frustración porque todo el esfuerzo no se ve recompensado, jóvenes con muchos estudios están en el extranjero porque aquí no se nos da la oportunidad".

Carla, de 21 años, pronuncia una de las palabras clave: depresión. "Es la gran pandemia, y sí, se están empezando a entender los problemas de salud mental, pero la generación anterior no entiende a la nuestra, no entiende que pasamos por problemas; sí, se estudia más, pero los padres o familiares mayores no lo comprenden, no se entiende que una persona que tenga una vida estable tenga ansiedad, y esto genera que esta persona se sienta incomprendida y tenga estos pensamientos suicidas".

Laura va más allá: "No se nos permite estar mal, desde pequeños nos enseñan a ser como máquinas, no hay gestión emocional, y vas creciendo y empiezas a ver que hay emociones que nunca te han explicado o te han dicho 'no llores, que esto es una tontería'; no, permite al niño llorar, crecemos con sentimientos reprimidos y no sabemos cómo gestionarlos, y luego se te junta todo: el futuro, la infancia... y nadie te escucha".

La presión de los exámenes

"Se premia mucho la funcionalidad de llegar al examen, al trabajo, y todo el resto se deja de lado; hemos crecido con el discurso de que la vida académica es lo más importante, has de esforzarte para tener un futuro mejor" describe Marta, también estudiante, que añade: "Y la gestión emocional escóndela; luego si tienes tiempo ya te lo gestionas como puedas, porque nadie te enseñará". Carla considera que su generación está luchando por un cambio en el modelo académico porque ahora todo se basa en "estudiar y escupirlo todo en el examen".

Se premia mucho la funcionalidad de llegar al examen y al trabajo; la gestión emocional, escóndela

Marta

— Estudiante de Arqueología

La soledad

Otro ingrediente que puede explicar la ideación suicida es la soledad del estudiante que tras haber estado siempre con sus amigos en primaria y secundaria, se enfrenta a la universidad. Lo sabe bien una de las integrantes del grupo, que es de Manresa: "Yo solo tenía una compañera que viniera de Manresa, pero no coincidíamos en nada, con lo cual yo estaba al principio totalmente sola, he sufrido la ansiedad social de venir, de no conocer a nadie, de la presión de los profesores de hacerte trabajar en grupo sin conocer a nadie; todo este cambio es introducirte en una nueva vida y además tienes la presión añadida de que ya eres un adulto y tienes que estudiar y buscar trabajo; todo esto influye mucho en los primeros cursos, cuando todavía eres muy pequeño; con 18 años te han hecho decidir tu futuro cuando mucha gente no sabe si quiere hacer esa carrera; todo esto afecta mucho".

Yo al principio estaba totalmente sola en la universidad, he sufrido la ansiedad social de no conocer a nadie

Carla

— Estudiante de Arqueología

La imagen física

Oriana y Sheila, estudiantes también consultadas sobre las ideas suicidas, citan otro factor estresante: las redes sociales "Creo que la tensión es más por internet y las redes que por los exámenes; por ejemplo ves en instagram ves que las chicas siempre están perfectas y a lo mejor una chica piensa que no está tan delgada, o no es tan guapa".

Los porros, un agravante

Sí, los porros son habituales en la UAB. Todos los universitarios coinciden en que se usa la marihuana como un relajante en lugar de los ansiolíticos o antidepresivos, que tienen asociado cierto estigma. "Sí, la UAB destaca muchísimo en el mundo de las drogas, y antes cuando el bus paraba en cada facultad, llegabas a las siete de la mañana y ya olía a porro en el campus", comentan con una sonrisa Oriana y Sheila.

En el estudio de la UAB antes citado se advierte de que el consumo de cannabis como método para aliviar la tensión actúa con un efecto agravante para el estrés. El cannabis es la sustancia ilegal más consumida, un 17% de los jóvenes de 14 a 18 años y un 20% de los de 15 a 22 se han fumado como mínimo un porro en los últimos treinta días. Este consumo es grave en especial por el poco desarrollo neurológico del cerebro de estos menores, que se inician en el cánnabis con 14 años.

Más empatía

Carla pide que los adultos "entiendan que los jóvenes pueden tener problemas, porque los adultos han vivido la crisis, pero no entienden que podemos tener ansiedad y depresión; los profesores deberían tener una mirada más humanitaria, más empática, somos personas, no estudiantes o robots". Su compañera homónima reclama más dinero para la educación pública y la sanidad, para disponer de más psicólogos de calidad "y que no tengas una cita de aquí a seis meses". "Que se gestionen de forma diferente los exámenes, porque no a todos les va bien lo de memorizar, tiene que haber más variedad da la hora de evaluarte, porque puedes tener un mal día en el examen", propone Laura.

En este mismo sentido, Berta y Alba, estudiantes de quinto año, piden "más inversión en atender las necesidades de los estudiantes, escucharlos, que haya más comprensión por parte de periodistas, políticos y docentes, que no presionen tanto; la filosofía actual es empollar el power point y en cambio debería saberse hasta donde puede llegar cada alumno, no ponernos al límite, ser más flexibles con los horarios de los exámenes".

Hay que implementar desde la ESO asignaturas que te ayuden a la gestión emocional

Edgard

— Estudiante de Historia

Y Edgard reclama empezar a trabajar antes de llegar a la universidad: "implementar desde la ESO asignaturas que te ayuden a la gestión emocional, porque en la ESO es cuando estás formando tu personalidad, es el momento clave para crecer con unas bases con las que gestionar los problemas en la edad adulta sin depender tanto de psicólogos y más de ti mismo".