Estudio de la UAB
El riesgo de suicidio entre universitarios catalanes se ha duplicado en tres años
El consumo de porros incrementa el riesgo de conductas suicidas, según los investigadores
El "milagro" de los psicodélicos abre altas expectativas en salud mental
El 'viaje' de la terapia psicodélica: "fue como un milagro"
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Se trata de personas jóvenes y universitarias. Aparentemente, disponen de herramientas psicológicas y un alto nivel educativo. Pero aun así, un tercio de todos ellos presentan riesgo de suicidio. Y las cifras no solo son alarmantes, sino que representan el doble de las que se detectaron tres años atrás. Así lo constata un estudio de la UAB presentado este viernes, que además lanza una alarma: el consumo de porros, normalizado entre los jóvenes, incrementa el riesgo de conductas suicidas porque es una estrategia totalmente contraproducente para afrontar el estrés o la ansiedad, tan extendidos entre los jóvenes.
Un 27% ha pensado en suicidarse en el último año y un 4% lo ha intentado
Son constataciones preocupantes, como explica Joaquim Limonero, catedrático de psicología, coordinador del grupo de investigación en estrés y salud de la UAB y presidente de la Sociedad Española para el estudio de la Ansiedad y Estrés. "La ansiedad potencia el riesgo suicida, incrementa el consumo de cánnabis y el cánnabis incrementa el riesgo suicida, hace de mediador. La ansiedad incrementa la impulsividad y esta hace aumentar el riesgo suicida", describe Limonero. Es decir, un bucle perverso que se retroalimenta.
Los expertos reclaman más atención psicológica
Los datos parecen increíbles pero son ciertos. El estudio se llevó a cabo con 972 jóvenes estudiantes, con una edad media de 21 años. Uno de cada tres presenta riesgo suicida. El 27% ha pensado en suicidarse en el último año. El 23% lo ha comentado con alguien. Y un 4% lo ha intentado. Es decir, que 40 de los consultados por el sondeo habían intentado quitarse la vida el pasado año. Son datos tan recientes como alarmantes, presentados en una jornada sobre ocio, jóvenes y riesgo de suicidio, en la facultad de Psicología de la UAB. "La ansiedad muchas personas no saben cómo controlarla y una forma de controlarla es consumir cánnabis, que es una mala estrategia de regulación emocional y se genera un bucle", describe el catedrático.
Un 17% de los jóvenes de 14 a 18 años y un 20% de los de 15 a 22 se han fumado como mínimo un porro en el último mes
Y que el consumo de porros es generalizado entre los jóvenes lo ha vuelto a destacar, con cifras, Joan Colom, uno de los mayores expertos en drogas de Catalunya y desde hace más años. El cannabis es la sustancia ilegal más consumida, un 17% de los jóvenes de 14 a 18 años y un 20% de los de 15 a 22 se han fumado como mínimo un porro en los últimos treinta días. Este consumo es grave en especial por el poco desarrollo neurológico del cerebro de estos menores, que se inician en el cánnabis con 14 años.
¿Por qué crecen las ideas suicidas?
"La pandemia puede ser el detonante pero también la falta de atención psicológica en el sistema nacional de salud, en el que hay 6 psicólogos por cien mil habitantes, cuando en el resto de Europa son 18", denuncia Limonero. El problema es que el inicio del problema, la ansiedad y el estrés, no son graves. Pero si no se abordan, entonces sí se agravan. Se trata de aprender a regular las emociones, propias y ajenas.
Soluciones al alcance: educación emocional
Limonero es muy claro a la hora de reclamar acción. Una acción que no es ni costosa y compleja: más apoyo psicológico. Llevando a cabo siete sesiones de apoyo psicológico en un ambulatorio, en la que se dan herramientas para ver qué es una emoción, cómo poderla gestionar, técnicas de relajación...los resultados son evidentes. E incluso con dos o tres sesiones. "Tiene resultados muy buenos, y nos preguntamos por qué no se hace antes... y se dice que ha de ser una asignatura transversal en la ESO, pero cuando se hace así se diluye. No. Debería haber psicólogos no para necesidades especiales, sino para ayudar y dar recursos para afrontar las vicisitudes de la vida en jóvenes que están bien, pero que van a la discoteca ya con un vaso de alcohol en la mano", expone Limonero.
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