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El "milagro" de los alucinógenos abre altas expectativas en salud mental

El uso de sustancias como la psilocibina ante casos graves como la depresión cronificada logra notables resultados

El 'viaje' de la terapia psicodélica: "Fue como un milagro"

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Fidel Masreal

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"Fue un milagro". Así resume Pedro, un arquitecto jubilado, el resultado del viaje alucinógeno con psilocibina que experimentó en el Hospital del Mar de Barcelona. Después de años de depresión cronificada, no solo logró estabilizarse sino recuperar la esperanza. ¿Se trata de un milagro? No, pero es un avance en los tratamientos de salud mental como no se recuerda en 40 años, según confiesa el psiquiatra Víctor Pérez, director del Hospital del Mar.

La revolución viene de la mano, pues, de la palabra esperanza pero también de prudencia, a la espera de que las autoridades permitan más ensayos clínicos que permitan analizar más y mejor los efectos de unas sustancias que en cuestión de pocas horas pueden provocar un salto de gigante en la calidad de vida de personas que llevan años con un insufrible dolor mental. Barcelona es de las ciudades del mundo que más grupos de investigación ha puesto en marcha.

Los psiquiatras reclaman agilizar los permisos para multiplicar las investigaciones

"La investigación con psicotrópicos es una revolución al mismo nivel" que otros grandes hitos de la ciencia en salud mental como la fluoxetina o los antipsicóticos o la psicoterapia de tercera generación, afirma con rotundidad Pérez, que ha pilotado ensayos clínicos como también lo han hecho el Clínic, Vall d'Hebron o Sant Joan de Déu, entre otros centros de todo el mundo, inmersos en esta revolución que está revolviendo los cimientos de las agencias de medicamentos dado que existen reticencias sobre el uso de drogas de este tipo. Se trata de los hongos pero también de una sustancia, el 5-Meo-DMT, que se encuentra en determinados sapos; así como de la ayahuasca.

Una de cada cuatro personas sigue bien a las 12 semanas del tratamiento con psilocibina, según algunos estudios

Pero se trata de un uso claramente terapéutico, controlado por profesionales y ajustado a cada paciente. La selección de los candidatos es tan estricta y exigente que los profesionales ven como quienes quedan fuera se marchan con lágrimas en los ojos, dado que ya ha corrido la voz respecto a las expectativas de mejora extraordinaria que permite el uso de estos alucinógenos.

¿Se curan, los pacientes?

En salud mental hablar de curación es poco realista. Un brazo roto normalmente se cura. Un trastorno mental grave no tiene un pronóstico tan exacto. Pero Pérez habla de tasas de respuesta de entre el 50% y el 60% en tratamientos con psilocibina. Más concretamente, según otros estudios, una de cada cuatro personas siguen bien a las 12 semanas de la sesión. Es decir, que desaparece su depresión. Y en muchos otros casos la depresión grave se vuelve moderada y mejora claramente la calidad de vida.

Con ayahuasca todavía no hay resultados definitivos pero sí casos de pacientes que han mejorado notablemente durante meses tras una única sesión con esta droga. "El cambio es cualitativo", explica el psiquiatra. No es que su dolor profundo, inhabilitante, se reduzca un poco. No, es que vuelven a estar bien y a veces durante meses. Para entender de qué cambio estamos hablando, basta con explicar que algunos pacientes que tenían la incapacidad laboral permanente han vuelto a trabajar.

Los ensayos se llevan a cabo de forma extraordinariamente controlada, rigurosa y con un seguimiento previo y posterior del paciente

Esta esperanza es compartida en base a los resultados clínicos pilotados por los doctores Santiago Madero, del Clínic, y Óscar Soto, del Parc Sanitari Sant Joan de Déu. Soto, al frente de un equipo de mujeres y hombres en el hospital, es también el presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicodélica. "Medir en psiquiatría es muy complejo, porque se trata de medir el sufrimiento; tenemos datos muy preliminares y muy prometedores y esperanzadores, porque son pacientes que no habían respondido a al menos dos tratamientos y en muchas ocasiones a muchos más de dos, y que mejoran y siguen bien", relata Soto.

El gran riesgo es que se extienda la percepción de estas drogas como la solución a todo, como una herramienta para acceder a espacios místicos de la mente y resolver todos los problemas y nudos interiores. Pérez avisa de que ha habido pacientes que han sufrido una mala experiencia y no han mejorado de su depresión o estrés postraumático, con lo cual se debe buscar otras técnicas para estos casos.

El riesgo de ir al mercado negro

Los profesionales luchan contra el estigma para poder seguir avanzando en estos ensayos, que se llevan a cabo de forma extraordinariamente controlada, rigurosa y con un seguimiento previo y posterior del paciente. Los avances de Australia han sido tan rápidos que se han introducido en el mercado estas sustancias, para uso médico, sin acabar los ensayos clínicos. En caso contrario, el riesgo de retrasar mucho la apertura de este tratamiento a todos los pacientes posibles (hoy solo unos elegidos han podido acceder a los ensayos) es que las personas que sufren estos trastornos acudan al mercado negro y tomen la droga de forma descontrolada, sin saber su pureza, sin apoyo médico y sin control científico de los efectos que produce.

En Europa se iniciarán ensayos con MDMA para tratar estrés postraumático. Será así una vez esté aprobado en Estados Unidos por parte de la FDA, la agencia del medicamento estadounidense. Que se trata de una auténtica revolución nos lo demuestra que en Denver, Estados Unidos, se celebró meses atrás un congreso específicamente dedicado a estas drogas con finalidades terapéuticas, con miles de participantes y centenares de ponencias. Contactar con algunos de los centros internacionales de referencia es un imposible, dado el alud de consultas de posibles pacientes, investigadores y periodistas.

¿Cómo funciona?

Soto explica en qué consisten las sesiones con estas drogas: "Se viven emociones muy intensas, recuerdos, se conecta de forma novedosa con ciertas ideas con las que no se podía conectar, se relajan las creencias sobre uno mismo y sobre el mundo, y se actualizan con mayor facilidad con la información que se percibe durante la sesión, la perspectiva sobre uno mismo y sobre el mundo aumenta, se abre". Es lo que coloquialmente llamamos disolución del ego, experiencias místicas. La mejoría que se experimenta, apunta Soto, puede tener que ver con las disminuciones de las rumiaciones, las preocupaciones sobre uno mismo.

Mejor si no es agradable

Con todo, la experiencia, el "viaje", no siempre es agradable. A veces se conecta con partes del pasado, situaciones desafiantes... pero ello puede ser, añade Cobo, "más beneficioso que las experiencias puramente positivas de la sesión porque implica un aprendizaje; buscamos con los psicodélicos que las personas puedan aprender a afrontar circunstancias que antes evitaban, que cambien la relación con elementos de su vida". Por ello las sesiones (de entre seis y ocho horas con psilocibina, de entre diez y treinta minutos con 5-Meo-DMT, se llevan a cabo en el hospital, con dos profesionales controlando en todo momento las reacciones del paciente.

Santiago Madero abunda en esta explicación sobre los efectos de estas sustancias, respecto a la psicoterapia clásica. "Pueden servir como herramientas de amplificación, abren una ventana de oportunidad para modificar cosas en el estilo de vida de una persona, la gente pasa de un estado de desconexión a otro de mayor conexión consigo mismo, con el entorno, con una resignificación o reencuentro con el significado de las cosas, es darle la vuelta a la tortilla", describe este profesional del Clínic.

Cobo confía en que se siga avanzando en este camino, divulgando ante la opinión pública los efectos de estas sustancias con uso médico, y evitando discursos también excesivamente optimistas. Y es que, como recuerda este especialista, "muchos problemas mentales surgen de causas culturales o sociales y si las personas sufren depresión por dificultades vitales, tomar un psicodélico no va a resolverlas".