Infraestructura a debate

La B-40, un proyecto en eterna discusión durante décadas

Conocido también como cuarto cinturón en parte de su recorrido, la construcción a pedazos de esta autovía en el Vallès siempre ha ido acompañada de controversia

ERC defiende que las mejoras en la movilidad de la zona podrían afrontarse sin la necesidad de completar el eje viario mientras el PSC cree que es imprescindible

Cuarto cinturon B - 40 tramo que ya está inaugurado y que conecta Viladecavalls con Terrassa

Cuarto cinturon B - 40 tramo que ya está inaugurado y que conecta Viladecavalls con Terrassa / Josep Garcia

Cristina Buesa

Cristina Buesa

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En la tríada de proyectos que ahora mismo encallan la negociación de presupuestos entre ERC y el PSC, la culminación de la B-40 se lleva la palma de la longevidad. La ampliación del aeropuerto de El Prat (o la inyección de recursos para hacerlo atractivo, mejor dicho) y Hard Rock y sus escollos socioeconómicos se alargan, como mucho, una década. En cambio, el tercero, acabar el cuarto cinturón, suma lustros de discusiones.

Ha formado parte de infinidad de conversaciones entre la Generalitat y el Estado, porque es de su competencia; de planificaciones territoriales; pactos nacionales de infraestructuras; planes de movilidad de todo calado. Ha enfrentado a ayuntamientos, provocado manifestaciones en contra y firmas de acuerdos con pompa, algunos anulados en el último momento, como el del equipo del 'conseller' Jordi Puigneró en junio. También de inauguraciones parciales, pocas, las últimas allá en 2010. Ministros, 'consellers', alcaldes, tanto gobernando como en la oposición, pero insuficiente.

Pocos kilómetros abiertos

La autovía empezó a diseñarse en los años 60. Estaba pensada para conectar Vilafranca del Penedès y Mataró, pasando por el Vallès, a través de la segunda corona metropolitana, con Abrera, Terrassa, Sabadell, Granollers... En todo este tiempo solo se han completado pequeños tramos, así como recorridos con menos oposición social, como la C-60. Pero el grueso del trazado, principalmente el que se ideó para atravesar el Vallès Occidental, sigue siendo foco de conflicto político y territorial.

Durante muchos años, el Ministerio de Fomento había trasladado la responsabilidad de consensuar el trazado a Catalunya. Se consiguió hacerlo desde Abrera hasta Terrassa pero, una vez allí, alcanzar Sabadell o, mucho peor, decidir por dónde pasar para llegar a Granollers, un imposible. Movimientos contrarios, como la Campanya contra el Quart Cinturó, beligerantes en las calles y en los trámites, denunciando la caducidad de los mismos, han hecho el resto.

Vecinos de la comarca

Ahora mismo, un vecino del Vallès (de La Roca), el socialista Salvador Illa, y otro de Sabadell, el 'conseller' de Territori Juli Fernàndez, ejemplifican la discrepancia. Pero también otros, como el secretario de Mobilitat i Infraestructures, Marc Sanglas, residente en la comarca, o el diputado de este ámbito del PSC, Jordi Terrades, de Granollers. Desde ERC defienden que la movilidad en el Vallès se debe mejorar pero no a costa de culminar la B-40, ya que la factura ambiental en plena crisis climática no sería tolerable.

Fernàndez propone que se conecte mejor la actual carretera con la C-58 y la C-58c, también con la C-16. Por eso, desde la Generalitat, también piden que se hagan cambios en la N-150 o se invierta en los intercambiadores ferroviarios, algo que sí aparece en los acuerdos de los presupuestos del Gobierno entre ambos partidos, a través de las encomiendas de gestión. Los socialistas insisten en esta fórmula para el pacto en los presupuestos catalanes: que sea el Govern quien la ejecute, algo que se antoja difícil de momento.

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