Negociación económica

Los grandes proyectos encallan el pacto Govern-PSC para los presupuestos

Illa advierte a Aragonès de que no "pierda más el tiempo" si no acepta todas sus propuestas mientras el 'president' asegura estar preparado para aprobar los presupuestos

La militancia de ERC del Baix Llobregat exige a Aragonès que no acepte ampliar el aeropuerto

El líder del PSC, Salvador Illa, y la ministra Raquel Sánchez, este jueves en Cardona

El líder del PSC, Salvador Illa, y la ministra Raquel Sánchez, este jueves en Cardona / PSC

Sara González
Xabi Barrena
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Para el PSC, la negociación está "fría". Para el Govern, se podría cerrar "en cuestión de horas". El toma y daca por los presupuestos empieza a convertirse en el cuento de nunca acabar. Ambas partes admiten que quieren llegar a un acuerdo e intentan evitar cualquier traspié que provoque que la interlocución se vaya al traste, pero por ahora no salen del atolladero en el que se han situado con los macroproyectos. La semana encara la recta final, de nuevo, sin visos de que haya 'fumata blanca', y la que viene estará totalmente marcada por la cumbre hispano-francesa que se celebra en Barcelona con protesta independentista incluida.

Por mucho que la parte numérica esté avanzada -no en vano se ha pactado el destino de más de 5.300 millones-, socialistas y republicanos están aún atascados, tras una veintena de reuniones, con el Hard Rock, la ampliación del aeropuerto y la B-40 (cuarto cinturón) entre Sabadell y Terrassa. Aragonès ha dejado claro en una entrevista en Catalunya Ràdio que no habrá partidas económicas en las cuentas para estos proyectos que, ha advertido, dependen del Gobierno o, en el caso del complejo de ocio de Tarragona, de un inversor. Su apuesta es que, en todo caso, se llegue a algún tipo de acuerdo para explorarlo al margen de las cuentas, pero sin calendario a corto plazo.

Aragonès, además, cuenta ya con exigencias internas, de su propio partido. Así, la militancia republicana del Baix Llobregat aprobó una enmienda (presentada por Joan Tardà), cara al Congreso del 28 de enero, en que se llama a “remarcar y poner en valor el posicionamiento del Govern en contra del proyecto de ampliación del aeropuerto presentado por Aena y el Gobierno”.

Pero el intercambio de propuestas no prospera porque el jefe de la oposición pretende justo lo contrario. Para Salvador Illa, su ofrecimiento es un todo o nada que incluye dos meses para firmar el convenio para la financiación de la B-40, seis meses para acordar la ampliación del Prat y la exigencia de aprobar de forma definitiva el plan director urbanístico para que las obras del Hard Rock empiecen este mismo año. "O aceptan todas nuestras propuestas o no perdamos más el tiempo", ha espetado desde Cardona, donde el PSC celebra unas jornadas para enfocar los retos del 2023.

Illa no es proclive a hablar de ultimátum y no pone, por ahora, fecha de caducidad a su mano tendida, pero sí que va subiendo los decibelios para presionar al Govern, estrategia a la que se ha sumado la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, que ha acusado al Executiu de no ser "valiente" con los grandes proyectos que el Gobierno le pone en bandeja y de actuar de forma "cortoplacista" por motivos electorales. Los socialistas se han esmerado en desactivar cualquier tentación del 'president' de aprobar las cuentas sin cerrar antes un acuerdo con ellos. Si lo hace, han advertido, la enmienda a la totalidad está asegurada.

Fuentes del Govern aseguran que no entienden las "posiciones maximalistas" del PSC, así como que "eviten" el pacto cuando hay acuerdo en las partidas económicas. Aunque están intercambiando documentación sobre grandes proyectos, para el PSC es "insuficiente" porque, como dicen también en público, quieren "todo lo que pone en su documento". Para Aragonès la alianza no es solo posible con el PSC, sino también con Junts. De hecho, ha dejado caer, a modo de maldad, que si él no ostentara la presidencia de la Generalitat Junts y el PSC "ya se habrían puesto de acuerdo" en los presupuestos. Una manera de simbolizar la proximidad ideológica entre ambas fuerzas en varios campos. 

El Gobierno se suma a la presión

La gran duda ahora es si es posible un pacto antes de la cumbre que reunirá a Pedro Sánchez y Emmanuel Macron en Barcelona o si el horizonte es que se postergue hasta después de esta cita de alto voltaje para el independentismo. Las palabras de la ministra Sánchez no han sido precisamente amables para allanar el acuerdo a corto plazo. Ha atribuido al Govern de Aragonès una "histeria" independentista que dificulta llegar a unos acuerdos que, ha precisado, al final aceptan "arrastrando los pies" gracias a la apuesta por el diálogo que ha hecho la Moncloa. También ha advertido del "victimismo continuo" que alimenta el ejecutivo catalán en materia de inversión. "Catalunya ha sido la comunidad en la que más se ha invertido en términos absolutos. Ya está bien de proyectar una imagen de maltrato que no es real", ha reclamado.

En octubre trascendió que el Gobierno había ejecutado en Catalunya en el primer semestre del 2022 solo un 16% de las obras presupuestadas, cifras que han sido recriminadas por parte del Govern de Aragonès a la Moncloa. Está claro que los macroproyectos, las infraestructuras y las inversiones, siempre con acusaciones cruzadas, son un escollo perenne en la relación entre el PSOE y ERC. A pesar de todo, la negociación, aseguran ambas partes, continúa, ya sea por los presupuestos o por el conflicto político aún vigente.

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