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Cuando la historia sucede en verano

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Xavier Carmaniu Mainadé

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Seguro que en casa o en el trabajo, más de uno de nuestros lectores tiene un calendario con una fecha, posiblemente de julio o agosto, marcada en color rojo. Es cuando empezarán las vacaciones, el momento más esperado de todo el año. Y durante jornadas vacacionales, a pesar de no trabajar, se seguirá cobrando la parte del sueldo que corresponda porque el descanso remunerado es uno de los derechos que tienen los trabajadores asalariados y legalmente contratados (aquí es cuando debemos tener un sentido recuerdo para los autónomos y todo el mundo que se ve forzado a trabajar sin contrato, que por desgracia también existen).

Dado que la vorágine del presente produce amnesia colectiva, vale la pena recordar que el derecho a tener las vacaciones pagadas no cayó del cielo sino que se logró gracias años de reivindicaciones y a la lucha obrera. El problema es que dado que la situación de los trabajadores era tan precaria, primero se tuvieron que conseguir otros derechos más básicos, empezando por la limitación de la jornada laboral a las ocho horas diarias. Tal y como nos explica el profesor de relaciones laborales de la Universitat Rovira i Virgili (URV) Ginés Puente en el Tren de la Historia, no fue hasta la década de 1980 cuando se generalizó y reguló el descanso remunerado. Evidentemente que antes había vacaciones, pero sin cobrar, algo que por cierto todavía ocurre en muchos lugares del mundo.

Vacaciones para los trabajadores

Ahora bien, si la historia de Catalunya hubiera ido de otra manera, quizá hubiésemos tenido vacaciones pagadas mucho antes y es posible que mucha gente del área metropolitana de Barcelona hubiera ido a disfrutarlas en la 'La ciutat de repòs i vacances'. Este proyecto se diseñó durante la Segunda República por iniciativa del Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATCPAC). Su idea era crear un área de descanso y ocio en torno a los municipios de Castelldefels, Gavà y Viladecans, donde se habrían instalado unas casas de madera desmontables pensadas para los meses de verano.

El objetivo de esta idea era ofrecer una opción de vacaciones a las clases trabajadoras de Barcelona que masificaban las insalubres playas de la ciudad, donde los que se iban a refrescar compartían espacio con los chabolistas, como en el caso del Somorrostro. Hay que tener en cuenta que entonces casi nadie tenía coche y la gente se desplazaba hasta donde les llevaba el transporte público. Por eso el proyecto del GATCPAC además de pensar en la zona de viviendas, también contemplaba la cuestión de los desplazamientos y preveía alargar la Gran Vía de las Corts Catalanes para hacer circular trolebuses que llevarían a la ciudadanía hasta las zonas de descanso, situadas frente al mar y donde también habría instalaciones deportivas para realizar ejercicio. Y como las casitas no eran permanentes, durante los meses de frío ese espacio habría preservado su entorno natural.

Esta idea gustó al gobierno de Francesc Macià, y le dio luz verde, pero primero los Hechos de Octubre de 1934 y después la guerra civil hicieron imposible que el proyecto se convirtiera en realidad. Todo esto quedó en un cajón hasta que el arquitecto y profesor de la UPC, Roger Sauquet lo recuperó para su tesis doctoral, y en el pódcast nos ha descrito con todo detalle cómo habría sido esa idea en caso de materializarse.

Veraneos de artistas

Antes de que todo el mundo soñara con hacer vacaciones, cuando llegaba el calor la gente que podía permitírselo veraneaba y huía de la ciudad buscando lugares más agradables. Y si eran artistas, de esas estancias acababan saliendo libros o pinturas. La geografía de los Países Catalanes está llena de lugares de veraneo frecuentados por artistas. El periodista y escritor Joan Safont ha reunido 43 de ellos en 'L’estiu passat' (Comanegra) para pasearnos por todas partes: desde la Andorra de Miquel Martí i Pol y el Puigcerdà de Narcís Oller, hasta el Ibiza de Irene Polo, la Garriga d’Eugeni d’Ors o la Malva-Rosa de Vicent Blasco Ibáñez. Safont ha confeccionado un delicioso libro que es una invitación constante a descubrir lugares y personajes de nuestra historia de una manera original. Quién sabe, quizá a alguno de nuestros lectores le sirva de inspiración para este verano, si todavía no ha decidido dónde pasar sus vacaciones.

Vayan donde vayan, desde este espacio les deseamos un buen verano y que disfruten del descanso para recuperar fuerzas para afrontar el próximo curso. Desgraciadamente en otoño no podremos seguir acompañándolos porque los viajes del Tren de la Historia hoy llegan a su final. Ha sido un placer realizar estos trayectos llenos de historia en compañía de los lectores y de los oyentes.