El tren de la historia

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Ahora asociamos el verano con el descanso, como si el mundo se detuviera, pero la historia está llena de veranos históricos

Àngels Barceló, en el programa 'Hoy por hoy'

Àngels Barceló, en el programa 'Hoy por hoy'

Xavier Carmaniu Mainadé

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La reacción de la periodista Àngels Barceló al saber que el presidente Sánchez convocaba las elecciones en julio se ha hecho viral. Sus expresivos gestos, genuina expresión de la incredulidad y el agotamiento, fueron captados por las cámaras del estudio de la SER e ilustran el sentimiento de parte de la ciudadanía. No es sólo que enlazar una campaña con otra, sino que además la constitución de las Cortes y la formación de Gobierno se hará en pleno verano, cuando la mayoría de la población tiene vacaciones.

Ahora asociamos el verano con el descanso, como si el mundo se detuviera; pero no siempre ha sido así y la historia está llena de veranos históricos. Por ejemplo, la guerra civil empezó el 18 de julio de 1936; la Revolución Francesa el 14 de julio de 1789; y la Semana Trágica entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. No se puede olvidar que la climatología facilitaba estar al aire libre. De hecho, hay lugares donde eso todavía es importante, como en Ucrania, donde Moscú y Kiev han esperado el final del invierno para desplegar nuevas acciones militares. Sin embargo, ahora que vivimos en sociedades dominadas por la tecnología digital nos cuesta hacernos una idea de hasta qué punto el paso de las estaciones influía en el ritmo vital de las personas. De hecho, uno de los grandes momentos históricos de Catalunya solo puede entenderse si esto se tiene en cuenta.

En junio de 1640, como cada año por entonces, Barcelona estaba llena de campesinos venidos de todo el país para la siega. El trigo se doraba en los campos y era hora de recogerlo con la hoz en el puño. Pero ese no sería un año normal. Europa estaba inmersa en la guerra de los Treinta años, que había empezado en 1618 en la zona de la actual Chequia y el conflicto se había ido extendiendo por el continente enfrentando a católicos y protestantes. Al menos ésta era la teoría pero en la práctica cada corona aprovechaba para atacar al vecino independientemente de la religión y por eso las coronas castellana y francesa se acabaron enfrentando. Y en medio, como siempre, el Principado de Catalunya convertido en campo de batalla.

Las leyes castellanas

Felipe IV y el Conde Duque de Olivares quisieron aprovechar el conflicto para asimilar los territorios de la Corona de Aragón a las leyes castellanas (porque permitían fortalecer el poder absoluto del monarca frente a los poderes locales). Y así los catalanes fueron obligados a pagar más impuestos y a alojar a los soldados en las casas particulares, siguiendo unas costumbres de Castilla pero no del Principado.

Todo ello provocó un enorme malestar en la sociedad catalana. La chispa que lo hizo saltar todo por los aires se produjo el 7 de junio de 1640. Un segador murió durante una pelea callejera y aquello generó las protestas de sus compañeros. La manifestación fue reprimida a tiros por los hombres del virrey, Dalmau III de Queralt, que era el representante de Felipe IV en el Principado. Entonces las quejas subieron de tono y el virrey intentó escapar pero fue interceptado cuando huía y fue asesinado a navajazos. Aquellos hechos se conocen como el Corpus de Sangre y están considerados un momento clave de la historia de Catalunya porque después vinieron las represalias de Felipe IV y de Olivares y el gobierno de la Generalitat liderado por Pau Claris proclamó la República Catalana al mismo tiempo que pedía protección al rey de Francia. Pero eso solo era la punta del iceberg de un conflicto con ramificaciones internacionales y con consecuencias que todavía hoy son evidentes porque de ahí salió el Tratado de los Pirineos, que en 1659 dividió el Principado en dos y la zona de Perpinyà pasó a manos francesas.

Si al llegar hasta aquí alguien se ha hecho un lío no hay porque preocuparse. En el Tren de la Historia hemos invitado al profesor de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, Àngel Casals, que nos explica la importancia de la Revuelta de los Segadores más allá de los hechos de junio de 1640.

La otra invitada del podcast es la filóloga Eulàlia Miralles. Esta profesora de la Universidad de Valencia ha recogido en dos volúmenes publicados por Barcino los Versos per vèncer. Mucha gente ya sabe que fue a raíz de aquellos hechos que se creó el actual himno nacional de Catalunya, pero lo que no es tan conocido es que hubo una verdadera “Guerra de papeles” y la poesía fue utilizada como a arma de propaganda. Los textos rimados eran fáciles de recordar y se recitaban en voz alta para compartirlos con la gente. Es lo mismo que ahora hacemos en las redes sociales y lo que llamamos “viralizar contenidos”. Creemos que hemos inventado la sopa de ajo pero lo único que hacemos es adaptar a nuestro tiempo prácticas más viejas que la tos.