Desafíos para el nuevo gobierno

Los asuntos pendientes del Eixample en la mesa del gobierno Collboni: ruido, 'superilla', movilidad y vivienda

Diferentes colectivos vecinales urgen reunirse con el nuevo concejal para abordar los retos dispares que el distrito concentra, desde la contaminación a la conservación del patrimonio 

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Vecinos de Enric Granados y otras calles de l'Esquerra de l'Eixample escenifican el gesto que han popularizado contra el ruido nocturno.

Vecinos de Enric Granados y otras calles de l'Esquerra de l'Eixample escenifican el gesto que han popularizado contra el ruido nocturno. / MANU MITRU

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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Un repertorio nutrido de asuntos que reclaman ser abordados aguardan al nuevo concejal del Eixample, Jordi Valls. Las peticiones de asociaciones vecinales y otros colectivos que urgen una reunión se le acumulan al nuevo edil, recién llegado al Ayuntamiento de Barcelona y con galones de teniente de alcalde en el gobierno de Jaume Collboni, en que compatibiliza la jefatura del distrito más poblado con la gestión de un área que aglutina Economía, Hacienda y Turismo. El movimiento vecinal del Eixample apercibe a Valls de que no anteponga la cartera nada menor que ostenta en el ejecutivo del PSC para relegar los retos que colean en el centro de la ciudad, más en el inicio de un verano en que despuntan los primeros problemas por ruido y aglomeraciones a deshoras en la puerta de los negocios que se concentran bajo los domicilios. Asimismo, también piden respuesta cuestiones pendientes en patrimonio, contaminación y vivienda.  

“El nuevo concejal tiene muchos temas y puede tener la tentación de estudiar lo nuestro en septiembre”, teme Xavier Riu, vicepresidente de la Asociación de Vecinos de l’Esquerra de l’Eixample. “Confíamos en que vea que no puede esperar. Sabemos que no es responsabilidad suya, pero es urgente que se tomen medidas”, apremia el dirigente vecinal, que advierte que ya han vivido un par de noches “muy bestias” desde que el calor aprieta. “A las dos se notan barullo y gritos, y que van borrachos… Es insostenible”, alerta. 

La desazón por que el bullicio siga desvelando a los habitantes de calles repletas de terrazas y establecimientos concurridos hasta la medianoche -como ocurre en Enric Granados, Aribau o Balmes- ha empujado a los miembros de la entidad a solicitar audiencia sin dilación a Valls. El concejal los atenderá este viernes. La lista de peticiones que recibirá es amplia: inspecciones a terrazas, retirada de las que se permitieron a raíz del Covid, más limpieza, policía de barrio, garantizar el silencio nocturno… y revisar el plan de usos que limita bares, discotecas y súpers de 24 horas, en ningún caso para recortarlo. 

“Valoramos positivamente el plan porque la barra libre hubiese sido peligrosísima, pero es muy moderado. En Aribau aún podrían abrir más locales… Quisiéramos que fuera más restrictivo en todo el Eixample”, postula Riu, que toma Enric Granados como paradigma de lo que conviene evitar que se expanda en la flamante 'superilla'. “Nos preocupa que, con los nuevos ejes verdes, se dé una mancha de aceite que extienda el problema. Estamos orgullosos de ganar espacios a los coches, pero nos inquieta que la codicia de unos pocos les acabe dando otros usos. No nos resignamos a pasar cuatro meses como algunas noches que ya hemos aguantado”, previene.

El vicepresidente de la Asociación de Vecinos de l'Esquerra de l'Eixample, Xavier Riu, en un acto para urgir medidas al nuevo gobierno de Barcelona.

El vicepresidente de la Asociación de Vecinos de l'Esquerra de l'Eixample, Xavier Riu, en un acto para urgir medidas al nuevo gobierno de Barcelona. / MANU MITRU

El ‘Bicibús’ y la ‘autopista’ de Aragó

Casi idéntica urgencia que los vecinos de Enric Granados y de sus calles colindantes tienen los promotores de los llamados ‘bicibús’ del Eixample, que por razones obvias han suspendido su actividad durante julio y agosto, pero que en absoluto renuncian a reemprender la actividad tan pronto como comience el curso escolar. Sus organizadores estudian estos días si conviene adaptar sus rutas a la vista de que los ejes verdes ya son transitables (aunque su propósito es reivindicativo, es decir, prefieren que su acción sea una advertencia sobre el uso y abuso del coche), pero sea como sea necesitan la colaboración indispensable del distrito para llevar a cabo sus semanales ‘bicicletadas’ infantiles hasta el centro escolar. Esperar a septiembre o, en el mejor de los casos a que justo tras las elecciones generales se reconfigure el gobierno municipal, les parece una innecesaria pérdida de tiempo.

Eixample Respira es, de todos los frentes de reivindicación vecinal que tiene sobre la mesa de su despacho el nuevo concejal del distrito, aparentemente el que menos corre contra el reloj, pero está llamado a ser, si se salen con la suya, uno de los cruciales. Reclaman un transformación de la calle de Aragó para que pierda su carácter de vía rápida en el corazón de la ciudad. Sostienen que la balanza entre el tráfico y la vida vecinal está excesivamente desequilibrada. No reclaman que sea un eje verde, pero sí una calle (como dice el nombre de la plataforma) respirable. En su caso, saben que un proyecto de estas características es de todo un mandato, con lo cual piden que cuanto antes se abra el debate sobre esta cuestión, mejor.

Taller Masriera y la crisis de la vivienda

Otro frente se abre al nuevo concejal en la calle Bailèn. Allí se tiende un pulso sobre el Taller Masriera, la caprichosa reproducción de un templo clásico construido hace casi 140 años y cerrado desde hace más de una década. El anterior gobierno municipal dejó encauzado que la pequeña biblioteca Sofia Barat se mude al inmueble que fue obrador de artistas y teatro, para que gane en superficie y suntuosidad, al estilo de la García Márquez de La Verneda. El proyecto -aún por concretar y aprobarse- reserva salas para actividades de la población de la Dreta de l’Eixample

Sin embargo, el movimiento vecinal que aglutina la plataforma Masriera desecha la propuesta. Considera que no respeta el valor histórico del recinto ni del Teatro Studium, resguardado en el seno del taller. En su caso, prefiere un ateneo que, sin renunciar a la biblioteca, prime las artes escénicas, con espacio para entidades que palíen la falta de equipamientos en el barrio. 

Las discrepancias entre el ayuntamiento y el colectivo vecinal quedaron patentes en el proceso participativo que debatió el futuro del edificio. La plataforma insta a Valls a que haga compatible la biblioteca con la preservación de la sala Studium, “posibilitando su uso como teatro”, e implantar “un centro cultural y social vinculado a las artes escénicas”. La reunión con el concejal está pendiente de fecha. 

También aguardan novedades los vecinos del bloque de la calle Tarragona, en riesgo de desahucio por las decenas de licencias de pisos turísticos que el propietario pudo tramitar por un resquicio del plan de alojamientos turísticos (PEUAT). No es el único flanco por el que los dramas de la vivienda atosigan al Eixample: el previsible desalojo de los habitantes de la Casa Orsola o la amenaza que pende sobre los inquilinos de bloques adquiridos para ser reconvertirlos en apartamentos de lujo figuran también en la cargada agenda del distrito.  

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