Radiografía de la gentrificación

Decenas de compras de edificios inquietan al Eixample: "Nos echan del piso tras 47 años"

Vecinos de la Dreta de l'Eixample identifican 63 inmuebles convertidos en viviendas de lujo, en las que a menudo los inquilinos se han marchado por no poder costear el encarecimiento del alquiler

Edificio de la calle Aragó 309, en Barcelona, uno de los identificados por la Asociación de Vecinos de la Dreta de l'Eixample por haberse adquirido entero para reformar las viviendas y ofrecerlas revalorizadas.

Edificio de la calle Aragó 309, en Barcelona, uno de los identificados por la Asociación de Vecinos de la Dreta de l'Eixample por haberse adquirido entero para reformar las viviendas y ofrecerlas revalorizadas. / JORDI COTRINA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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El matrimonio acude a una reunión de vecinos en la Dreta de l’Eixample para contar que el nuevo amo de su bloque quiere echarlos. “Vivimos de alquiler en el edificio desde 1975. No es que la sintamos como si fuera nuestra casa es que, después de vivir allí durante 47 años, es nuestra. Incluso hemos pagado reformas de nuestro bolsillo”, se desahoga la pareja, que pide guardar el anonimato para explicarse. Da fe de que las obras se han apoderado de la escalera, en que solo cuatro de los 11 domicilios siguen habitados. “Aguantamos polvo y ruido cada día. Están remodelando los tres pisos de abajo, han arrancado todo el pavimento, ahora han sacado toda la portería para cambiarla…”, desgrana. 

El actual propietario -una sociedad inmobiliaria- adquirió el inmueble al completo a la familia que hizo de casero hasta septiembre de 2021. El matrimonio asegura que, cuatro meses más tarde, la empresa los demandó. El proceso podría desembocar en el desalojo de la pareja, que paga un alquiler sensiblemente inferior a lo que se estila en el barrio: abonan casi la mitad de los 1.445 euros de media a los que la cuota mensual se disparó en la zona el verano pasado.

“Nos acusan de abandono de domicilio, pero es falso”, rebate la pareja, que cree que incluso un detective los espió. Añade que la propiedad nunca les ha planteado una oferta para prolongarles la estancia. 

Atiende las explicaciones Jaume Artigues, presidente de la Asociación de Vecinos de la Dreta de l’Eixample. Señala que el relato del matrimonio personifica un fenómeno extendido por más fincas de la zona en los últimos años, compradas de arriba a abajo para reformarlas y revalorizarlas para arrendar o vender las viviendas a un coste superior al original. “Han implicado expulsión de vecinos y la sustitución por una población diferente, normalmente flotante y sin vínculo con la vida del barrio”, describe Artigues. 

Oficinas convertidas en pisos

La asociación de vecinos ha peinado la Dreta de l’Eixample entre 2016 y 2022 para detectar compraventas integrales de edificios, incluso con habitantes dentro. La organización ha identificado 63 inmuebles que constructoras, sociedades inmobiliarias y fondos de inversión han adquirido enteros o haciéndose con más de un 50% de la superficie en los últimos siete años. El informe ubica el grueso de las operaciones en un tramo entre las calles Mallorca, Rambla de Catalunya y paseo de Gràcia y en un sector encuadrado entre Girona, Ausiàs Marc y Casp.  

El listado incluye viejas sedes de oficinas que han pasado a ser domicilios de alta categoría, fincas centenarias en que aguantan unos contados vecinos de renta antigua tras no renovarse los contratos al resto de arrendatarios y edificios vacíos en que se ofrecen apartamentos por precios que llegan a encaramarse por encima del millón de euros. “Son cantidades que superan muchísimo el precio medio de la vivienda del Eixample. Si el promedio está en 5.000 euros por metro cuadrado, el importe de lujo cuesta entre 9.000 y 20.000 euros por metro cuadrado. Está fuera de las posibilidades de cualquier ciudadano de Barcelona”, expresa Artigues.

El gerente de la Cambra de la Propietat Urbana de Barcelona, Òscar Gorgues, recuerda que la adquisición de bloques enteros para restaurarlos es un fenómeno “recurrente” en la ciudad. “Hubo épocas en que la dinámica fue más fuerte que la actual. Que se compren ocho edificios al año en esa zona del Eixample parece razonable. Pueden tener de 80 o 100 años y necesitan una rehabilitación inmediata”, esgrime Gorgues, que defiende que prosperen las compraventas de fincas en el distrito para ponerlas al día: “Son viviendas que se deben adaptar. Tiene un coste alto y los propietarios que venden no tienen esa disponibilidad seguramente. Si no se actúa, se puede caer en la degradación y empeorará la calidad de vida. Es absolutamente normal y seguramente aconsejable que pasen a profesionales que los exploten en alquiler o las rehabiliten para venderlas”.

Inmuebles vaciados

El estudio del movimiento vecinal inventaría casos como el de Aragó, 309, un edificio de 11 domicilios. Casi todos están vacíos después de que una sociedad inversora no prolongase los alquileres. La entidad anota que una señora mayor quedó sola en el bloque, con un contrato de renta antigua

Una historia similar se repite en Gran Via, 625 y también en Provença, 355, donde la asociación ha localizado solo a dos vecinas que siguen morando en la escalera tras ser comprada por una inmobiliaria que ofrece apartamentos de lujo. Tras rehabilitarlos, los publicita por importes que van de 375.180 a 829.680 euros

Los inquilinos del edificio contiguo, en el 353 de Provença, también tuvieron que irse sin opción a alargar el contrato, según la organización vecinal. Por el mismo trance pasaron los anteriores arrendatarios del 31 de la plaza Tetuan, donde la propiedad mantiene el cartel de venta en tres pisos, todos por cuantías que rozan los 700.000 euros. El análisis de la asociación hace referencia también a tres propiedades que la Generalitat traspasó y que se han transformado en apartamentos lujosos. Una es la Casa Burés, en el 30-32 de Ausiàs Marc, con una sola vivienda libre para quien esté dispuesto a desembolsar más de 1,58 millones de euros.

El colectivo vecinal cifra 29 licencias de rehabilitación integral concedidas para edificios del barrio entre 2018 y 2022. El 28% son para convertir oficinas en viviendas y el 21% para dividir los domicilios reformados y empequeñecerlos. “Es un nuevo mercado en barrios como la Dreta de l’Eixample, el Gòtic o el Casc Antic, dirigido a capas determinadas para el alquiler temporal o la venta directa”, indica Artigues, que opina que se trata de una tendencia que “rompe la cohesión social”: “Hace desaparecer el comercio de proximidad. No son residentes habituales ni tienen los hábitos de los vecinos que llevan años en el barrio”.

“La rotación es muy baja en Barcelona. Se venden unos 14.000 pisos al año y aquí hablamos de una media de 80 pisos anuales, sin potencial para influir en el mercado”, replica Gorgues. Juzga que son un “problema” las rentas antiguas, como las que se conservan en algunos inmuebles que han cambiado en el Eixample de manos: “Son alquileres que no se han incrementado durante muchos años y no permiten el mantenimiento correcto del edificio, que ha quedado desfasado. No parece razonable. Hay inquilinos de segunda o tercera generación con alquileres ridículos y que, en todo ese tiempo, no se han preocupado de buscar una alternativa habitacional”.

El matrimonio que se enfrenta a ser expulsado del piso que habita desde hace casi medio siglo no tiene ninguna intención de claudicar. “No queremos irnos del Eixample. Nos gusta su vida cultural y es aquí donde hemos echado raíces”, blande la pareja, dispuesta a librar un pulso en el juzgado. “Parece que, porque somos mayores, piensen que podrán echarnos fácilmente, pero lucharemos para quedarnos aquí”, promete.

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