Estreno en julio
El hotel W Barcelona reinventa su planta 26 panorámica con 'nightclub', coctelería y restaurante
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El futuro de la noche en Barcelona: dónde encajar nuevas discotecas y pubs
Patricia Castán
Patricia CastánPeriodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
Las alturas vertiginosas siguen sumando las grandes novedades de ocio de la temporada en Barcelona. A mitad de julio reabrirá la planta 26 del lujoso hotel W Barcelona (conocido como vela), tras ocho meses de cierre por una reforma integral que lo convertirá en uno de los espacios nocturnos más icónicos de la ciudad, con el nombre de Noxe. Ubicado en lo alto del edificio creado por Bofill, el espacio se reinventa con un diseño de concepto abierto que permite contemplar mar y ciudad desde todo su perímetro y que aglutinará 'nigthclub', coctelería y restaurante japonés. Los operarios trabajan estos días a contrarreloj para rematar un proyecto que abrirá a diario a partir de las 18.00 horas como punto de encuentro de barceloneses y viajeros a la última.
El piso 26 ya era un espacio de diversión con el club llamado Eclipse, pero estaba compartimentad, sin restaurante ni una coctelería del calibre de la que está a punto de levantar el telón. Pasados ya 14 años desde el estreno del hotel que modificó el 'skyline' de la ciudad, llegó el momento de actualizar el concepto y sacar más partido de su ubicación panorámica, cuenta el director del establecimiento, Peter Schickling. Para lograrlo tuvieron que cerrar la actividad de la planta el pasado noviembre, y someterla a un rediseño total de la mano del estudio internacional Black Sheep.
Una gran barra central es el elemento que da continuidad al espacio e invita a recorrerlo de forma circular. Desde la parte donde se ubica el restaurante puede contemplarse el mar, la puesta de sol y la nueva y floreciente Marina Vela, así como la transformación de toda la zona portuaria. Al otro lado, desde el club nocturno se divisa todo el horizonte urbano. Y al frente, el mar infinito, como si uno estuviese navegando. Ese espacio integrado es sofisticado, como impone la categoría hotelera de lujo, pero también atrevida y 'fashion', en la línea moderna enfocada al turista joven (y adinerado) propio de la marca W. En estos años, justo por esa dualidad, se ha convertido también en un hotel muy visitado por barceloneses, especialmente por su oferta diurna en la planta baja, y por la nocturna en lo alto.
La nueva oferta con vistas será el segundo estreno de altura de la temporada, tras la reciente inaguración de la terraza y coctería del Hotel Nobu, la más elevada a la fresca en la capital catalana, en su planta 25. En el caso de W Barcelona, la propuesta de ocio funcionará desde media tarde, primero con copas y restauración, y finalmente pasada la medianoche con baile en su club, que programará una potente agenda musical de DJ's cada semana.
Más oferta en zonas comunes
De hecho, el hotel está apostando por ampliar las opciones abiertas a todos los públicos en las zonas comunes. Al restaurante de carnes y brasa Fire de la planta baja le sumará en breve una propuesta de inspiración peruana, así como la renovación del Salt (con acceso por el paseo del Marenostrum), que pasará a ser de carta mediterránea y arroces. Junto al japonés Noxe, supondrá una ampliación ambiciosa de su gastronomía.
En el japo que se estrenará en pocos días en la planta 26 reinará el chef Azumasong, con amplio currículo en Japón y otros países asiáticos, y el reto de competir ante una cada vez mayor oferta de restaurantes nipones en Barcelona y específicamente en sus hoteles más caros. Fusiona recetario tradicional (y familiar) con técnicas por las que aquí apostará decididamente, relata, como "el marinado, la tempura japonesa, el asado a la parrilla y el corte japonés". Del clásico sashimi a uramakis creativos, pasando por algunas sorpresas con pescados encurtidos y fritos, con un tiquet medio de unos 70 euros.
Los mismos aires del noreste asiático alcanzan a su larga barra de cócteles, con muchas opciones de autor, como el Yugen con ginebra y licores florales, o The Rashomon Effect, donde interpretan este drama japonés con una fórmula de Leblon, Dom Benedictine, Chartreuse Amarillo, Bitter de Madera, Limón, Azúcar, Kombucha de Jengibre y Champagne Veuve Clicquot, avanzan, entre sus futuros tragos de referencia.
Más allá de sus epicentros sociales, el hotel enfila también de cara a los próximos años la paulatina renovación de sus 473 habitaciones, para mantenerse entre los más cotizados de la ciudad, adelanta Schickling, satisfecho por la altísima ocupación que le ha acompañado siempre y ante la previsión de uno de los mejores veranos turísticos de Barcelona.
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