Xavier Mundet, responsable del vertedero de residuos industriales peligrosos de Castellolí

Jordi Otix

Un corzo aparece fugaz tras la valla. Corre y da brincos antes de desaparecer en una arboleda de la Conca d’Òdena, a unos seis kilómetros del centro de Igualada. Se avistan carrascales, pinares y huertos detrás de la cerca, también un pequeño olivar pegado a la reja. En cambio, no hay vegetación a este otro lado de la alambrada, de casi un kilómetro y medio de extensión y que envuelve las 16 hectáreas del vertedero de Can Palà, en Castellolí. Es el único terreno en Catalunya donde se autoriza arrojar y enterrar residuos industriales peligrosos, incluido todo el amianto que se retira en la comunidad y las cenizas de tres incineradoras de basura urbana.