CRIMEN DE LA URBANA

Una presa dice que Peral drogó a la víctima antes del crimen

Rosa Peral,  acusada por el crimen de la Urbana, en el banquillo, este jueves.

Rosa Peral, acusada por el crimen de la Urbana, en el banquillo, este jueves. / periodico

J. G. Albalat

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Una reclusa de la cárcel de mujeres Wad-Ras ha asegurado este jueves en el juicio por el <strong>'crimen de la Urbana' </strong>que la acusada, Rosa Peral. le confesó haber medicado su novio, el también policía municipal, Pedro R. la noche que fue asesinado, el 1 de mayo del 2017. Por temor o falta de memoria, la declaración de A. G. R fue entrecortada, inconcreta y plagada de lagunas. En multitud de ocasiones recurrió a "no recuerdo", hasta tal punto que el jurado popular, a través del magistrado que preside la vista, preguntó a la testigo si se sentía amenazada por la agente de la Guardia Urbana de Barcelona.

En su declaración en el juzgado de instrucción que investigó el crimen, la presa, que coincidió en el centro penitenciario con Rosa Peral, fue, en cambio, muy explícita y relató con detalle lo que la procesada le había contado. "Pedro merecía morir". Esa frase lapidaria se la dijo la acusada a ella, según sostuvo la testigo en febrero del 2018.  Y fue más allá al afirmar que la agente detenida le había comentado que envenenó a su novio antes de que Albert López, otro policía municipal, acabara con su vida y quemara su cuerpo en un vehículo hallado en el pantano de Foix. "Ah, no se han dado cuenta que lo envenené", dijo que le narró Rosa. Un día, según la versión de esta interna, la guardia urbana le preguntó si conocía a un sicario para matar a su exmarido y mosso, Rubén.  

En declaración de este jueves en la Audiencia de Barcelona, la reclusa no ha sido tan precisa, todo lo contrario, se ha refugiado en una teórica falta de memoria debido a "la ansiedad" y en el paso del tiempo. Estaba incómoda, hasta tal punto que afirmó: "no declaro más". E hizo mención a que después de acudir al juzgado de instrucción apareció su fotografía en la prensa tacándola de "narco y jefa de la mafia" (está cumpliendo pena por un delito de incendio). El juez que dirige el juicio le recordó, ante esta postura, que debía decir la verdad, ya que había sido citada como testigo. Mientras duró su interrogatorio, Rosa no paraba de mirarla de reojo y de forma penetrante.

"Como un robot"

A pesar de que no fue concisa, la presa si que aseguró que en la madrugada del crimen Rosa y Pedro mantuvieron una discusión "muy fuerte" y que ésta la dio un medicamento que generalmente tomaba su exmarido "para que se calmara". Esta versión encajaría con la que sostuvo Antonia, la actual esposa de Rubén. Ella relato, a base de mímica, que la hija mayor de Rosa le dijo haber visto a Pedro bajando las escaleras "como un robot".

La reclusa también señaló que Rosa "quería matar a Rubén", que preguntó a varias compañeras de prisión si conocían a un "sicario" que pudiera "hacerle daño" y que quería hacerle "magia negra". Asimismo, detalló que la procesada se ofreció para ayudarla con sus estudios y que, en un momento dado, le pidió si podía usar su clave de internet -al que tenía acceso gracias a que seguía un programa de formación- para buscar "si a un cadáver calcinado se le pueden averiguar las causas de la muerte". Insistió en que la que fuera su amiga siempre atribuyó las sospechas del crimen al otro imputado Albert, que le había contado que la noche del asesinato, ella subió al piso de arriba "para taparle los oídos a sus hijas" y que el cadáver de Pedro "no tenía un balazo".

A raíz de sus entrecortadas explicaciones, que han ido aumentando ante la severa mirada de Rosa, el juez ha admitido que se traslade al jurado (es decir que lo tenga en cuenta) la declaración que la reclusa prestó en instrucción y que ha ratificado este jueves en su integridad porque, ha dicho, entonces sus recuerdos eran más "frescos".

Dos anillos de compromiso

El jurado ha podido escuchar también a una  amiga íntima de Rosa que ha explicado que tres semanas antes de que se produjera el crimen, Albert entregó a la acusada un anillo de compromiso "para que se lo pensara" y ésta decidió ponérselo en una mano, mientras en la otra llevaba el que le había regalado antes su novio Pedro. Esta versión contradice la tesis defendida por la procesada de que no tendría motivos para asesinar a Pedro porque eran felices juntos, querían casarse y tener hijos.

En cambio, la testigo ha apuntado este jueves que Rosa "tenía dudas entre Pedro y Albert" porque el primero era "un poco controlador", "celoso" y "la ataba muy corto". "Decía que Albert estaba más cariñoso pero que Pedro tenía sus cosas. Que no es oro todo lo que reluce", indicó. Además ha asegurado que, tras descubrirse el cadáver, Rosa insinuó que la "mafia" podría estar detrás de la muerte, pero más tarde -cuando ya intuía que las pesquisas apuntaban hacia ella- infundió sospechas sobre Albert, de quien dijo que era "agresivo".

Rosa y Albert se enfrentan a una petición fiscal de cárcel de hasta 25 años y 24 años de cárcel por presuntamente "urdir un plan" para acabar con la vida de Pedro, en el marco de un triángulo amoroso que el Ministerio Público califica como una "red de mentiras, manipulaciones y toxicidad".