Artículo de Josep Mateu

Barcelona: una ciudad para vivir, pero también para trabajar y para visitarla

Si lo que queremos es mejorar la calidad del aire e impulsar el progreso económico, necesitamos una planificación global de la movilidad que lo haga compatible

Retenciones en el nuevo túnel de Glòries el primer día laborable

Retenciones en el nuevo túnel de Glòries el primer día laborable / MANU MITRU

Josep Mateu

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La movilidad es un factor estratégico para la calidad de vida de los ciudadanos y para la competitividad económica de los territorios. Diseñar una ciudad solo para vivir, priorizando el uso del espacio público básicamente para el ocio, para pasear y jugar en la calle, puede ser bueno para algunos municipios pequeños, pero si lo que queremos es mejorar la calidad del aire e impulsar el progreso económico de una ciudad como Barcelona, necesitamos una planificación global de la movilidad que lo haga compatible.

En este sentido es imprescindible actuar con visión metropolitana, porque la economía de la ciudad, y en buena parte también la del país, depende justamente de las personas que cada día vienen en Barcelona a trabajar, estudiar, comprar y disfrutar del ocio; y también de los turistas.

Llevar a cabo un plan de restricciones del vehículo privado sin tener en cuenta que en este territorio viven más de 5 millones de ciudadanos que ahora no disponen de una oferta de servicios de transporte público para acceder a la ciudad que sean fiables y de calidad, y a quien solo se ofrece como alternativa un calendario de actuaciones incierto (la capacidad de Rodalies no aumentará hasta el 2030), resulta no solo insolidario, sino también demagógico.

Barcelona tiene que mejorar la calidad del aire y hay que garantizar una buena movilidad a pie, en bicicleta y en patinete, pero el espacio público es escaso y tenemos que hacer una gestión precisa porque las movilidades necesarias de todos se puedan resolver de manera segura, ágil y eficiente en cualquier modalidad de transporte.

Los próximos ocho años hay previstas más de 20 actuaciones en la vía pública que aumentarán la congestión y la contaminación, entre las cuales están los ejes verdes del Eixample y la reforma de la vía Laietana. Creemos que ahora el momento de priorizar las obras de transporte público, incrementando la inversión para aumentar la capacidad y acortar los plazos de ejecución, mientras redefinimos el resto de actuaciones que reducen fluidez a la movilidad.

Hay que hacer las cosas bien. Necesitamos medidas que cuenten con estudios rigurosos que las avalen, que no generen dudas legales y que se anticipen con realismo a las consecuencias esperables si queremos evitar experiencias como la del túnel de Glòries de estos días, pues, a pesar de ser una infraestructura excelente, se ha estrenado con controversia.

No vale ser diligentes con las restricciones de tráfico y lentos con las inversiones, como tampoco se pueden criminalizar los usuarios de los vehículos privados cuando no se han articulado suficientes incentivos para la renovación del parque automovilístico ni se ha desplegado la red de puntos de recarga eléctrica que la ciudad necesita.

Hoy muchos ciudadanos se sienten víctimas de esta realidad y se debe actuar. La experiencia nos dice que el consenso, la colaboración público-privada, el análisis riguroso de los datos, las propuestas constructivas y la voluntad real de encontrar soluciones en los problemas son el camino para mejorar la movilidad de todos, una movilidad también metropolitana, que tiene que ser segura, limpia y compatible con el progreso económico.

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