El exilio creativo

Bailando en la oscuridad: la danza catalana, entre el éxito internacional y la precariedad histórica

Marcos Morau, coreógrafo de La Veronal: "Muchos hombres con poco talento han tenido más oportunidades que ellas"

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'Nachtträume' (Pesadillas), el espectáculo de Morau en la Ópera de Zurich.

'Nachtträume' (Pesadillas), el espectáculo de Morau en la Ópera de Zurich. / EPC

Marta Cervera

Marta Cervera

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Históricamente, Europa se ha beneficiado del talento español en danza. Pero en los últimos años, sobre todo desde la creación de IT Dansa, la exportación de talento al exterior ha ido a más. Tener a bailarines y coreógrafos españoles por el mundo ya es lo habitual. La lástima es que no puedan desarrollar plenamnte sus carreras en su tierra por falta de medios y de lugares donde actuar.

En los años 60 del siglo pasado, Víctor Ullate triunfó con el Ballet del siglo XX de Maurice Béjart. Con la llegada de la democracia, España quiso recuperar el pulso. Hubo un 'boom' de danza contemporánea, especialmente en Barcelona, con numerosas compañías como Trànsit, Mudances, L' Anònima Imperial, el Ballet Contemporani de Barcelona, Metros y Mal Pelo, casi la única que sigue en danza. Sin olvidar a la compañía Gelabert-Azzopardi que fue co-residente del Hebbel Theater en Berlín. También lo fue del Teatre Lliure durante unos años.

'Nachtträume' (Pesadillas), el espectáculo de Morau en la Ópera de Zurich. 

'Nachtträume' (Pesadillas), el espectáculo de Marcos Morau para el Ballet de la Ópera de Zurich.  / Gregory Batardon/Ballett Zürich

Rafael Bonachela, que había estado trabajando en el Rambert de Londres, lleva ya 15 años al frente de la Sidney Dance Company, el conjunto de danza contemporánea más importante de Australia. Son muchos los creadores españoles han están marcando tendencia. Marina Mascarell, bailarina que desde unos años se ha centrado en la coreografía, ha sido nombrada este año directora del Danish Dance Theater. Y Aina Alegre ha iniciado una nueva etapa en Francia, donde ya residía, como responsable del Centro Coreográfico de Grenoble.

Tamara Rojo se estrana esta temporada como directora del San Francisco Ballet tras haber capitaneado el English National Ballet. Y el inquieto Marcos Morau, motor de La Veronal, solicitada compañía que estas Navidades regreasa a Barcelona con 'Firmamento', ha hecho una espectacular carrera desde que empezó en el Mercat de les Flors como acomodador. Este año debuta como artista residente en el Staatsballet de Berlín.

Lo raro es quedarse

Salir del país es algo natural para los bailarines. España exporta talento y es bueno enriquecerse con la experiencia en el extranjero. El problema viene cuando deciden volver. Algunos de ellos sueñan con ello: añoran el clima de su tierra, su gente, sus amigos y su familia pero saben que profesionalmente nunca podrán tener lo mismo si regresan. 'Spain is different'. Aquí ni hay tantas compañías nacionales ni estructuras sólidas que permitan progresar a los creadores. A diferencia de otros países tampoco existe un plan para asegurar la transición a otras profesiones cuando el cuerpo ya no puede seguir bailando.

Maria Rovira reclama apoyo para para los veteranos y recuerda que tanto Marta Graham como Alicia Alonso trabajaron hasta su muerte

"En España solo hay dos compañías nacionales de danza, el Ballet Nacional y la Compañía Nacional de Danza", recuerda Àngels Margarit, directora del Mercat de les Flors. Son las dos únicas compañías públicas: la primera, fundada en 1978 por Antonio Gades, es referente de la danza española. La segunda, creada en 1979 bajo la dirección de Ullate, abarca hoy en día todos los estilos y lenguajes coreográficos, del clásico a la contemporánea.

"No hay un modelo a seguir, ni en España ni en Catalunya"

Àngels Margarit

— Directora del Mercat de les Flors

La Cultura depende de cada autonomía. En Catalunya los creadores llevan años reclamando un mayor presupuesto y la subida al 2% del presupuesto general de la Generalitat, prometido para final de esta legislatura, podría quedarse corta si se aspira a un verdadero cambio. Pero el problema de la danza no es sólo de dinero. "No hay un modelo a seguir, ni en España ni en Catalunya", reconoce Margarit.

Comparado con otros países europeos en nuestro país se apuesta mucho menos por la Cultura. "Faltan estructuras públicas a nivel nacional, regional y municipal para producir. Deberíamos tener unos cino o seis centros productores repartidos por todas las provincias de Catalunya. No todo ha de estar en Barcelona". El Mercat como centro coreográfico intenta tirar del carro "sin un gran presupuesto", reconoce. El Lliure, el TNC y el Liceu - que en su día tuvo una compañía estable- también programan danza y coproducen en mayor o menor medida.

El espectáculo de Núria Guiu 'Medium', creado con la noruega Ingri Fiksdal.

El espectáculo de Núria Guiu 'Medium', creado con la noruega Ingri Fiksdal. / Kristine Jacobsen

A diferencia de cuando ella empezaba a bailar con el colectivo Heura, antes de fundar Mudances, ahora existe El Graner que permite a compañías y artistas asociados producir espectáculos que se estrenan en el Mercat de les Flors. El panorama ha mejorado algo pero hay cosas que no han cambiado. "La gente de mi generación ya podíamos ganar premios fuera y ser reconocidos... al volver aquí, no había nada. Hubo que esperar más de 30 años para tener este centro el creación". Y añade: "Yo sin el 70% de los bolos que hacía fuera y las coproducciones con festivales europeos, durante los primeros 15 años de mi carrera no hubiera podido existir". Hoy en día sigue sin existir un circuito que permita dar estabilidad a las compañías en su tierra.

"La danza aquí siempre es una lucha. Tenemos muy buenos bailarines pero pocas compañías. Antes había más"

Maria Rovira

— Directora de Crea Dance Company

Otra veterana, Maria Rovira, que este fin de semana abre con su versión de 'Carmina Burana' la nueva temporada de La FACT de Terrassa -única temporada estable de danza en Catalunya a parte de la del Mercat de les Flors- opina igual que Margarit. "Para cambiar el panorama debería cambiar la educación en las escuelas porque la cultura ha de estar en el aula". También ayudaría "tener compañías asociadas en los teatros". Ella reclama apoyo y atención no solo para la gente joven si no también para para los veteranos. "Tanto Marta Graham como Alicia Alonso trabajaron hasta su muerte", recuerda. En España lo ve difícil.

Tener estabilidad como coreógrafo y mantener una compañía es complicadísimo. Ella lo ha intentado varias veces, primero con Trànsit, y después con Crea Dance Company cuya última obra, 'Odisea' ha sido nominada a los Max este año. "En 35 años la situación de la danza no ha cambiado demasiado. Los creadores jóvenes se quejan hoy de lo mismo que nos quejábamos nosotros", recuerda Rovira. "Es necesario un cambio de mentalidad. Necesitamos tener a gente que trabaje pensando en los artistas y en la sociedad", dice justo antes de contar la siguiente anécdota: "Cuando me dieron el Premio Nacional de Catalunya en 1998 el President -entonces mandaba Jordi Pujol- me dijo que mi profesión no tenía mucho futuro ni sentido. Me sorprendió mucho el comentario y respondí: 'En el extranjero la gente vive de esto'".

Los coreógrafos Tamara Rojo, Marina Mascarell y Rafael Bonachela.

Tamara Rojo, Marina Mascarell y Rafael Bonachela están al frente del Ballet de San Francisco, el Danish Dance Theater y la Sydney Dance Company, respectivamente. / EPC

La crisis económica de 2008 y la imposibilidad de llevar adelante su ambicioso proyecto del Aula de Dansa en Can Gassol (Mataró) la llevaron a dejar Trànsit y buscar otros caminos fuera del país. En 2012 marchó a Colombia para dirigir el Ballet Folklórico de Antioquía en Medellín. Regresó con ganas de empezar de nuevo y montó Crea Dance Company, apoyada por una fundación público-privada que ha visto cómo tras las últimas elecciones, el Consell Comarcal del Maresme ha retirado su apoyo al proyecto social de la compañía. "No se respeta la Cultura. La danza aquí siempre es una lucha. Tenemos muy buenos bailarines pero pocas compañías. Hace años que es así. En los años 90 y hasta la crisis había mucho más movimiento y compañías". ¿Hemos avanzado?

"Estoy dando marcha atrás porque no es posible sostener la estructura de una compañía"

Núria Guiu

— Premi Nacional de Cultura 2022

Núria Guiu, bailarina y coreógrafa que formó parte de IT Dansa, plataforma de la que han salido bailarines y coreógrafos que hoy en día brillan en el extranjero, ha intentando abrirse camino en casa en los últimos años. Le queda uno para terminar su residencia en El Graner gracias a la cual estrenará este año dos piezas en el Mercat, el solo 'Medium' creado con la noruega Ingri Fiksdal (30 de septiembre y 1 de octubre) y 'Supermedium', una pieza de gran formato (del 24 al 28 de enero). "En Noruega me ofrecían un contrato fijo como bailarina que me permitía retirarme a los 45 años y hacer una transición a otro oficio. Pero quería volver y trabajar aquí", recuerda. "Como coreógrafa siempre podré seguir creando piezas pero el problema en nuestro país es: ¿dónde te van a programar? No hay un circuito para la danza. Y da igual si has sido Premi Nacional", dice esta creadora que lo consiguió el año pasado.

Pese a su vitalidad y optimismo, Guiu se está replanteando las cosas. Ve inviable mantener una compañía. "Pese a todo el apoyo que he recibido y los esfuerzos para tener una asociación, una SL o cooperativa para poder hacer espectáculos de gran formato y dar trabajo a otros bailarines, no es posible. Estoy dando marcha atrás porque no es posible sostener la estructura". El retraso en la entrega de las subvenciones es otro problema porque obliga a los creadores a adelantar el dinero. "Si uno no tiene una familia que le apoye, lo tiene crudo".

"No hay un circuito para la danza. Y da igual si has sido Premi Nacional"

Núria Guiu

Aún así, en el sector hay ganas y entusiasmo, admite. Pero por mucho que uno quiera ver la parte positiva de todo, la realidad se impone. "La cultura no se puede sostener con el entusiasmo de los bailarines y de los creadores. No hay suficientes ayudas para mantener compañías, solo puedes hacer algo como artista independiente para ir tirando. Cuando acabe mi residenca no veo perspectivas de futuro ni de poder crecer más". Hacer creaciones de gran formato en Catalunya una vez termine su residencia está complicadísimo para alguien como ella, que ha sido bailarina en compañías como Cullberg Ballet, Batsheva Dance Company, La Veronal o Kobalt Works. "Muchos compañeros trabajan un montón, crean y dan clases pero no llegan a fin de mes". Este verano se reunió con muchos antiguos compañeros que han pasado por IT Dansa. Muchos querían volver pero nunca tendrían las posibilidades y medios que hay en el extranjero. "Ayudaría tener una compañía nacional de danza contemporánea en Catalunya".

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