País al límite

El Líbano se queda sin gasolina y sin vida

La falta de combustible y electricidad dificulta la vida de los libaneses que sufren la humillación de esperar durante horas para llenar sus depósitos

Más del 50% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza y un 77% no tiene suficiente comida ni dinero para comprarla, según Unicef

Beirut (Lebanon)  08 03 2021 - An elderly woman takes part in a march to mark the International Women s Day  in Beirut  Lebanon  08 March 2021  Dozens of Lebanese activists joined a march to commemorate the International Women s Day  (Libano) EFE EPA NABIL MOUNZER

Beirut (Lebanon) 08 03 2021 - An elderly woman takes part in a march to mark the International Women s Day in Beirut Lebanon 08 March 2021 Dozens of Lebanese activists joined a march to commemorate the International Women s Day (Libano) EFE EPA NABIL MOUNZER / NABIL MOUNZER

Andrea López-Tomàs

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De repente, el barrio se queda a oscuras. Todos los hogares se sumergen en la negrura. En las calles, las pocas luces que había encendidas se funden. Los vecinos abren los balcones. Como cada noche, el caluroso verano libanés aprieta y la falta de combustible lo hace insufrible. No es un apagón puntual. Es la vida en el Líbano. Hay días en los que no hay electricidad durante 22 horas. Los generadores privados que la suplen deben apagarse durante horas para ahorrar diésel. Sin gasolina, el frágil país se sume en la oscuridad. 

"Esto no es vida, no somos seres humanos", bromean entre dos amigas sobre un café en Beirut. De nuevo, su país parece tocar otro fondo en una caída en picado sin precedentes en décadas. La debacle económica extendida prácticamente a todos los niveles de la sociedad se ve agravada por la escasez de combustible. La tensión aumenta mientras los libaneses esperan durante horas en largas colas para llenar medio tanque. "Muchas gasolineras han cerrado", explica Ely, taxista en la capital.

Solo en una semana, los precios de la gasolina han aumentado dos veces en un intento desesperado del Gobierno para atajar la escasez. Además, muchos hospitales han advertido de que la falta de combustible y suministros médicos puede obligarlos a cerrar. "No hay necesidad de usar la imaginación, estamos en el infierno", tuiteó Firass Abiad, el director del Hospital Universitario Rafik Hariri a cargo de la gestión del coronavirus en el país. Desde los restaurantes, han alertado de las dificultades para conservar los alimentos en buen estado. 

El Banco del Líbano ha culpado de la escasez a los contrabandistas que trasladan el combustible a la vecina Siria, donde el precio es cinco veces superior. Las calles del país parecen una olla a presión dispuesta a explotar en cualquier momento. Un nuevo desplome histórico de la moneda llevó a la gente de la abandonada Trípoli, al norte del país, a las plazas. Las 17.000 libras libanesas que vale cada dólar están muy lejos del cambio a 1.500 que se instauró al fin de la guerra civil en 1990 y que se mantenía hasta hace 18 meses.

Sudores en el Parlamento

"Hay un 10% de la población que sigue cobrando en dólares y estos tienen más que suficiente para vivir, pero el resto, ¿cómo lo hacemos?", se pregunta Annie tras su mostrador. "La gente está sufriendo de hambre, ya no solo los refugiados sirios, sino los libaneses locales", lamenta esta librera. Más del 50% de la población libanesa se encuentra bajo el umbral de la pobreza. Según Unicef, un 77% no tiene suficiente comida ni dinero para comprarla. En el caso del millón y medio de sirios que acoge el país, la cifra alcanza el 99%. 

A su vez, los precios no dejan de subir. El coste del pan, por ejemplo, ha aumentado por octava vez en solo un año. El Parlamento libanés ha aprobado una nueva ley de "crédito excepcional" para dar 93 dólares al mes a unas 500.000 familias pobres. La legislación se aprobó en medio de una larga y sudorosa sesión la semana pasada. También los parlamentarios sufren la ausencia de aire acondicionado en la cámara. Pero el país se resiente de la ausencia de un Gobierno. Hasán Diab lleva desde el pasado agosto como primer ministro interino y su nombrado sustituto, Saad Hariri, intenta desesperadamente formar un Ejecutivo desde octubre. 

"Atrapados en una jaula"

"De vez en cuando llegan rumores de que vendrán ayudas del exterior y que se distribuirán de forma equitativa entre la población, pero eso no ocurre", apunta Annie. Desde fuera del país, se han anunciado paquetes de rescate para el Líbano, como los 253 millones de euros acordados por los donantes internacionales después de la explosión en Beirut. Pero sin un gobierno y sin reformas económicas para acabar con la corrupción, no llegan las ayudas. "Las personas que más lo necesitan no reciben nada", añade.

La crisis económica del Líbano es una de las peores que se ha visto en el mundo entero en los últimos 150 años, según ha informado el Banco Mundial. Tras la devaluación de la libra libanesa en un 90%, muchos médicos y profesores que reciben sus salarios en libras se han declarado en huelga. El Ejército, histórico elemento unificador en el diverso Líbano, realizó un llamamiento internacional para poder alimentar y mantener a sus tropas. Los recortes salariales han forzado a 3.000 soldados a abandonar. En un intento desesperado para mantenerse a flote, el Ejército libanés ha empezado a ofrecer vuelos en helicóptero a 150 dólares. 

Durante 15 minutos, los interesados pueden observar el Líbano desde el cielo pagando casi cuatro veces el salario mínimo al cambio del mercado informal. "No queremos irnos de este país", confiesa Nancy, "pero estar aquí es como estar en una prisión". Amante de su país y de su "gente encantadora", esta contable maldice a los gobernantes que les han sumido en la oscuridad. "Estamos atrapados en una jaula", añade. Annie se une a sus suspiros. "No sabremos qué pasará el día de mañana; esto es el Líbano", concluye resignada antes de que se vaya la luz.

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