Conversación íntima

Jordi Cruz: "Le dije por primera vez 'te quiero' a mi padre dos horas antes de que muriese" | VÍDEO Mesa para dos

El chef de Àbac muestra su lado más personal al periodista gastronómico Pau Arenós en la segunda entrevista de la serie 'Mesa para dos'

Mesa para dos. Capítulo 2: Entrevista con Jordi Cruz

Mesa para dos. Capítulo 2: Entrevista con Jordi Cruz. /

Cata Mayor

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¿Quién es Jordi Cruz? ¿El tipo que ejerce de jurado serio, estricto, cañero incluso, de 'Masterchef', o alguien más cercano y afable? Para descubrirlo, lo mejor es ver la entrevista que le hace el periodista gastronómico Pau Arenós para la segunda de las entregas de la serie 'Mesa para dos', que patrocina Familia Torres.

El chef de Àbac, con tres estrellas Michelin, acaso la figura más mediática del panorama gastronómico nacional, luce su lado más personal durante la charla grabada por Zeta Media Lab, que está llena de confesiones sorprendentes, a menudo íntimas, que ayudan a dibujar un perfil mucho más poliédrico sobre su supuesta arrogancia.

Y una de las más potentes es la relación distante que mantuvo con su padre. La prueba fue lo último que le dijo en vida: "Le dije 'te quiero' por primera vez con un alzhéimer avanzadísimo, dos horas antes de que muriese". El cocinero se quedó en paz consigo mismo porque al progenitor que recuerda, "cañero y potente", le habría costado "mucho" comunicarle sus sentimientos. "Fue importante decírselo. Quiero pensar que me escuchó pero me habría marcado para siempre no haberlo hecho con él en vida".

"Soy una persona chiquitita"

Cruz, que se describe como "una persona chiquitita, un chico de Manresa pequeñito y trabajador", se ve reflejado en su padre en muchos aspectos, sobre todo en el carácter. No tenían mucha relación ("me sentía no comprendido por él", "nunca me había dicho que estaba orgulloso de mí", "recuerdo haber ido tres veces a pescar con él"...) pero se querían mucho pese a que no se lo dijeran. "Siempre hemos sido muy cariñosos, otra cosa es que supiéramos transmitirlo".

Recuerda el chef una anécdota reveladora: "Una vez fui a su despacho y no me vio entrar; estaba con un amigo, al que le enseñaba una foto mía y le dijo: "Al final voy a pensar que sabe cocinar y que es bueno". En ese momento vi que estaba orgulloso de mí”.

El "monstruo"

Esa manera de ser también tiene cosas negativas, admite el mediático cocinero: "He visto en mí, en algunas ocasiones, ese monstruo de mi padre, que a veces no controlas y sale, y no quiero transmitir eso a la gente porque tengo la sensación de que soy buena persona, sencilla, currante, que no ofende a nadie. Soy una persona en constante evolución que intenta ser mejor persona cada día y superar las limitaciones que lleva de base".

Por fortuna para sus equipos, Cruz controla ese "monstruo" porque está convencido de que "es mejor una mirada de decepción que un grito", aunque deja ver que saca a relucir su carácter cuando lo ha considerado necesario. "En Àbac todos se acuerdan del día que me enfadé". Desde entonces, los jefes de partida tratan de solucionar los problemas para evitar que salga la "mala hostia" que tiene.

Armadura de "timidez e inseguridad"

¿Cómo ha forjado ese carácter, esa "armadura que era la timidez, la inseguridad" de la que dice haberse librado ya? El cocinero explica que era el pequeño de seis hermanos y que estaba "desubicado" porque vivía "en una manada en la que cada uno tenía su rol y yo iba como pollo sin cabeza".

Se recuerda a sí mismo con "ganas de hacer cosas y movidito". El resultado era que se metía en problemas y hacía "locuras", como robar los neumáticos de un coche, gastar 10.000 pesetas en chucherías para invitar a sus compañeros de clase, aparecer en casa por la mañana sin haber avisado de que no iba a ir a dormir... De ahí que su madre le abofeteara en más de una ocasión. "Cuatro veces", puntualiza.

"Me salvó la cocina"

"Me salvó la cocina porque sentía que no tenia ninguna habilidad especial. Si me perdí en las restas y en las sumas, multiplicar y dividir se me hacía muy complicado y pensaba que era tonto", confiesa. Su talento en los fogones le hizo ver que ese podía ser su futuro. Y lo vio claro con solo ocho años.

"Cuando estaba de vacaciones ya hacía algo con arroz, laurel, un ajo pocho... Y lo disfrutaba. Mi madre me decía que se me daba bien la cocina y metí toda la carne en eso. Inicialmente buscaba la aprobación de mi familia, que estuviera orgullosa de mí", recuerda este aficionado al tiro con arco, al tiro olímpico, a las espadas japonesas y a la pesca que apenas tiene tiempo para practicarlos.

El resto es historia: ganador de casi todos los concursos a los que se presentaba, seis estrellas Michelin (tres por Àbac, dos por Angle, una por Atempo), jurado de 'Masterchef'... "No es mi mejor momento de equilibrio y felicidad. Mi mejor plato está por cocinar y la mejor versión de mí mismo está por ver, no sé ni lo que pasará la semana que viene. Siempre he querido ser un buen cocinero, completo y no me imaginé tener tres estrellas ni ser alabado por nadie".