Andà p'alla, bobo

Laporta cerró la crisis con precipitación para silenciar las voces discordantes de la junta

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Lo hicieron. Y no pestañearon. Todo lo contrario, hasta se emocionaron. Incluso soltaron alguna lagrimita. Uno se los cree aunque, con todo lo que nos han mentido hasta llegar a ese abrazo, siempre nos quedará la duda de si todo este teatro forma parte de algo metódicamente preparado.

Yo, de todos estos, empezando por Joan Laporta y terminando por Enric Masip, me lo creo todo. Es decir, que todo estuviese minuciosamente preparado. Porque, en el fondo, si piensas que todo es fruto de la improvisación, estás hablando de alguien con una irresponsabilidad tremenda.

Y es que aunque Laporta, el mejor de los actores, ése que, dicen, convencen con su sonrisa y labia, parecía dominar el escenario con enorme frescura hasta el extremo de explicar, con todo el atrevimiento del mundo, que su famosa frase de que “conmigo, perder tendrá consecuencias”, no era para tanto ni se tenía que tomar al pie de la letra, lo cierto es que temía meter la pata en cada explicación. ¿Por qué?, porque estaba inventando, por eso.

No fue por dinero

Hubo una escena para frotarse los ojos. Y fue el momento en que Laporta elogió a Xavi, un profesional, dijo, de los pies a la cabeza, que había, no solo criticado a la prensa por presionarle, por ningunearle, por despreciarle, por minusvalorarlo, sino que aceptó seguir trabajando en medio de un enorme, insoportable, suplicio, en un auténtico infierno, sabiendo que los demonios seguirán ahí y que, por más demandas que interponga, serán implacables con él, mucho menos, por descontado, de lo que fueron con Ernesto Valverde, el Tata Martino, Quique Setién o Ronald Koeman.

El acto protagonizado por Laporta y Xavi (más la plana mayor dirigente y deportiva) fue tan esperpéntico (situación grotesca o estrafalaria, dice la RAE) que se llegó, incluso, al extremo de elogiar, agradecer, aplaudir y casi hacerle la ola al técnico por haber renunciado a cobrar el año de contrato que le restaba, en caso de haber cumplido su palabra, es decir, de haber dimitido antes de hora.

fcb

fcb / JORDI COTRINA

¿Perdón? ¿De qué me hablan? ¿Por qué hay que considerar una gran persona, casi un héroe, a Xavi Hernández? ¿Simplemente por renunciar al año de contrato que le quedaba ¡¡¡¡¡siendo él quien se iba, quien dimitía, quien dejaba plantado al club!!!!!? ¿Ese es un acto heroico? ¿Ese gesto lo define con gran persona? Por favor……..

Y es que toda la ceremonia con la que presidente y entrenador, directivos y ‘staff’ técnico, pretendió cerrar este vodevil estuvo marcada por un ambiente intimista, de corazones blandos y enorme dedicación a la causa. La causa que no es otra que su supervivencia y la de sus familias.

Porque, que lo sepan, no se crean que ellos dos y sus familias pensaban en el club. Si hubieran pensado en el club no hubiesen dejado solo (tirado) al equipo de baloncesto cuando, esa misma noche, se estaba jugando el pase a la Final Four de la Euroleague.

Ni caso a las campeonas

Si hubiesen pensado en el ‘mès que un club’, no hubiera contraprogramado y dejado tiradas a las campeonas de Europa de fútbol, que el sábado se juegan la vida en Londres, cuando ayer mismo, a la hora de la firma de la paz, se convertían, en un precioso y entrañable acto, en el primer equipo del mundo con avión (Vueling) propio, preciosamente decorado con sus rostros.

Ellos, Joan Laporta y Xavi Hernández, Rafa Yuste y Deco (Anderson Luis de Sousa), Enric Masip y Òscar Hernandez, pensaban solo en sus cargos, en sus nóminas, en sobrevivir, en ‘qui dia passa, any empeny’. Desde hace solo 48 horas tenemos el derecho, la libertad y hasta la obligación de no volverles a creer nunca más. Nos engañaron, no una sino 20 veces y, por tanto, aunque ellos sigan pensando que “es de sabios, rectificar”, lo cierto es que cuando mientes tantas veces, tantas veces pierdes la credibilidad, algo difícil de conquistar y facilísimo de enterrar.

FCB

FCB / JORDI COTRINA

Uno tiene derecho a pensar que Laporta y Xavi, posiblemente instigados por Alejandro Echevarría, siempre en la concha del apuntador, cerraron la crisis con la velocidad, rapidez e inmediatez de alguien que está haciendo algo prohibido. Y la cerraron, deprisa y corriendo, por temor a que todas las desavenencias expresadas por un grupo de directivos cobardes, muy cobardes, en una junta volátil, emergieran en las siguientes horas y dificultara la posibilidad de que la cúspide desobedeciera, como así hizo, el mandato de la junta, que rechazó a Xavi. Ninguno es lo suficientemente valiente como para dimitir o elevar la voz, pero 'porsiaca', que decían mis hijos.

Por eso todo se hizo en el ático del presidente, con nocturnidad, en el más puro estilo de ‘aquí te pillo y aquí te mato’. Fue una patada a seguir en la noche barcelonesa. Como tantas otras en la corta historia de este mandato estrafalario (por no repetir esperpéntico) de Joan Laporta, que accedió a la presidencia en otra inexplicable madrugada de los avales, con la misma nocturnidad que, ahora, mantiene a Xavi.

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