CONFINAMIENTO Y NARCOTRÁFICO

En Ciutat Vella quedan activos cinco narcopisos con venopunción

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Guillem Sànchez

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Desde que se activó el estado de alarma que ha vaciado la calle, los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona han clausurado nueve pisos de la droga en el distrito de Ciutat Vella. Según la policía catalana, actualmente solo quedan cinco narcopisos –en el sentido estricto del término– operativos en el centro de la ciudad. El boom de este fenómeno se produjo durante el verano del 2017, cuando se llegaron a contabilizar unos sesenta. El punto de inflexión llegó en octubre del 2018, con la operación Bacar, que extirpó la mafia de matriz dominicana que se había adueñado de la mayoría de estos puntos. Los grupos criminales posteriores, espoleados por la presión policial, han adoptado otro modelo de funcionamiento que ya no está basado en pisos de menudeo que incluyen espacios para el consumo de drogas, como quedó reflejado en la operación Suricat, desencadenada en junio del 2019. Es decir, Ciutat Vella no se ha librado ni mucho menos del problema de los pisos de la droga aunque la crisis de los narcopisos está cerca de su final, según los Mossos. 

El concepto narcopiso atañe únicamente a aquellos domicilios ocupados por traficantes que funcionan como salas clandestinas de venopunción y acostumbran a inflingir a las comunidades vecinales un daño mayor que aquellos que solo operan como puntos de venta. Sobre todo porque los primeros atraen a más heroinómanos que llenan escaleras y rellanos de jeringuillas, o de sangre, o de sus necesidades –si el síndrome de abstinencia se vuelve ingobernable–, disparando así la sensación de inseguridad y, en tiempos de coronavirus, también de miedo al contagio. En Ciutat Vella, los pisos en manos de traficantes que siguen funcionando y vendiendo heroína, cocaína, crack o marihuana pero sin espacios habilitados para el consumo son muchos más de cinco. Su actividad, sin alcanzar la sordidez de los narcopisos, también angustia y asusta a los vecinos.  

El intendente Rafael Tello, jefe de la comisaría de Ciutat Vella, detalla los nueve puntos clausurados desde el pasado 15 de marzo: Salvador, 7 (dos); Robador, 55Valldonzella, 58Lancaster, 4Ataülf, 10Sant Erasme, 10, y Botella, 5 (dos más). "Algunos han sido devueltos a sus propietarios y otros temporalmente tapiados por los servicios municipales. En total, se han practicado 8 detenciones".

Toxicómanos en la vía pública

El consumidor que se inyecta dosis de heroína, cocaína o inhala crack sufre una adicción tan intensa que durante estos 50 días de encierro no ha sido capaz de quedarse en casa. Este hecho, ligado a que las dosis que se venden en los narcopisos están adulteradas –y requieren la administración de varias inyecciones diarias– y que las calles estaban desérticas por el confinamiento, ha provocado que la percepción vecinal sea que en algunos puntos de Ciutat Vella los toxicómanos se habían adueñado de la vía pública.

"Es una visión lógica pero subjetiva", insiste el intendente Tello, que recuerda que durante esta temporada la capacidad de respuesta de los Mossos y de la Urbana ante cada incidente se ha reducido exponencialmente. "Hemos podido enviar 3 o 4 coches para cada servicio. Antes sí podía existir entre los delincuentes cierta sensación de impunidad porque hurtaban o robaban y no había patrullas para mandar. Esto ahora no es así", mantiene. La delincuencia durante la restricción de movilidad ha descendido en más de un 70%, sobre todo en los distritos de Ciutat VellaEixampleSants-Montjuïc Sant Martí, que son los que recogen el pulso real de la ciudad. La actividad de los carteristas, sin apenas turistas a los que asaltar, se ha reducido casi en un 90%.

Mensajeros de la droga

Los Mossos han contactado con las empresa de mensajería como Glovo conscientes de que durante el confinamiento sus trabajadores –muy a su pesar– se han convertido en un recurso que usan los traficantes para burlar el confinamiento y hacer llegar la droga a sus clientes. "Hemos interceptado incluso un libro de 'Cincuenta sombras de Grey' con droga entre las páginas", explica Tello.

Hasta el pasado 27 de abril, solo en Ciutat Vella, los Mossos han intervenido 19 envíos de droga, casi siempre marihuana o éxtasis. También han sorprendido en 10 ocasiones a camellos que se desplazaban con Cabify o taxi tradicional para no levantar sospechas. En total, por ambas estrategias, han acabado arrestadas 13 personas. 

Los Mossos piden a los mensajeros que llamen al 112 cada vez que tengan la más mínima sospecha de que están siendo usados para traficar.

Un guardia urbano pierde un trozo de dedo en un forcejeo

La Guardia Urbana arrestó este sábado por la tarde a dos hombres por tráfico de drogas. Ambos sospechosos, al ser reclamados por los policías mientras trasladaban un tablón por la calle Ample, se dieron a la fuga y cerraron de un portazo la finca en la que iban a refugiarse. Uno de los agentes perdió una parte de la falange de un dedo amputado por la presión que los dos detenidos ejercieron contra la puerta, ignorando los avisos del uniformado, según fuentes policiales. El agente fue trasladado a un hospital para intentar reinsertarle el trozo de dedo perdido en el forcejeo.