Anda p'allá, bobo

El día en que Laporta y Deco se hartaron de Xavi y no se lo dijeron

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Son tan suyos, tan especiales, tan familiares, tan amigos, tan colegas, les importa tan poco el Barça, el club, el ‘mès que un club’, el presente, el futuro, lo que se escriba, lo que se hable, lo que se comente, los rumores que aparezcan por todos lados, que ni siquiera piensan explicar lo que ha ocurrido, por qué ha ocurrido, cuándo ha ocurrido y cómo lo liquidaron.

Joan Laporta y su ‘camerino’ de amigotes no han abierto aún la boca. El presidente del Barça está afónico y eufórico tras celebrar un título que le trae absolutamente indiferente, tras compartir una Champions con futbolistas de las que hace tres años no conocía sus nombres y, por descontado, en la celebración prefirió hacerse la fotografía con el alcalde de Barcelona que con la capitana culé.

Y como los que tienen que hablar no hablan, como los que tendrían que explicar lo que ha ocurrido se niegan a ello, nosotros seguimos tratando de aclarar lo ocurrido pero, sobre todo, y esto sí es importante, decirle a Xavi Hernández que el que estaba engañado era él, el que estaba equivocado era él, y el que nos engañó a todos fue él. Y que nosotros, siempre, siempre, fuimos de cara, no como Laporta y Deco, que está demostrado (tal vez por eso no quieren explicar nada) lo sentenciaron en el mismo momento en que empezó a dudar de la plantilla que le dieron y a pedir retoques, refuerzos, para la próxima temporada.

Decir la verdad

Xavi insiste, en el momento de su adiós, en criticar a los medios, decir que lo ningunearon y asegurar que se crearon unas expectativas “excesivas”, por ser quien era, que “se giraron en contra”. Y lo dice tan pancho, tan tranquilo, lo dice sin pestañear, creyéndose que somos unos tontos, unos ignorantes y, sobre todo, que vivimos en otro planeta, el que habita él, aquel en el que el taxista le felicita y él cree que le ha felicitado toda Catalunya.

Las expectativas se las inventaron ellos, los dos, Laporta y Xavi. Uno dijo que iban a por el sextete y que tenían mejor plantilla que el Real Madrid. Y el otro aseguró que iban a jugar mejor que la pasada temporada y que ganarían más títulos. Ni lo uno ni lo otro ocurrió. Y, al final, claro, el presidente se cargó al entrenador. Y lo fulminó con una frase demoledora: “Tú dedicate a entrenar a esta plantilla y sacarle mejor partido, que la Dirección Deportiva corre de nuestra cuenta”.

Joan Laporta y Xavi Hernández el 25 de abril de 2024

Joan Laporta y Xavi Hernández el 25 de abril de 2024 / JORDI COTRINA

Han sido ellos, amigo, ellos, los que te han ninguneado, los que no te querían desde el inicio. Y han sido a ellos a los que ataste tu presente y futuro, los que te han sentenciado. Claro que fueron ellos quienes permitieron que cumplieras tu sueño. Pero, insisto, fuiste tú quien les compró su grandilocuente proyecto y has sido tú quien se ha quedado colgado de la brocha.

Les perdonaras lo que quieras, allá tú, pues tú fuiste el primero en dimitir, luego dudaste, seguiste dudando, cenaste buen sushi, te abrazaste al presidente, le reíste las gracias y hasta le secaste las lágrimas con tu pecho pero, de pronto, le dijiste “esto es lo que hay” y te sentenciaron sin decírtelo, sin cogerte el teléfono, dándote una audiencia de cuatro minutos y medio.

Así que deja de mirarnos a nosotros, deja de criticarnos por decirte la verdad y, ahora que puedes, si quieres, utiliza a tus amigos de la prensa, que alguno te quedará, para ir contando la verdad, aunque sea en tu defensa.

Lewandowski, fuera

Es, ahora, cuando empezamos a saber que cuando le dijiste al presidente que no querías a su niño mimado, a Joao Felix, te puso la cruz. Es ahora, cuando sabemos que al decirles que no querías a Lewandowski, a 30 millones de euros por temporada, te escupieron a la cara que el polaco era, es, el pilar fundamental de su proyecto. Dudaban de ti desde el primer día y, en cuanto les cantaste las cuarenta, te pusieron de patitas en la calle. Ellos, los que se abrazan y lloran contigo y por ti. Ese Deco, nacido agente de futbolista, del que tan bien hablas y que, para reforzar el centro del campo, te propuso a un tal Lopy, del Almeria, que ni jugaba. Y ese presidente, según tú, el mejor de la historia.

Los que llevamos décadas aquí, los que hemos visto pasar decenas de entrenadores (y asesores de imagen y comunicación), los que hemos visto sobrevivir a los presidentes a base de matar a los entrenadores, sabíamos y te lo explicamos que esto iba a acabar así, que no podía acabar bien.

Más socio que técnico

Te creíste que éramos los enemigos y tu entorno (especializado) no fue capaz de decirte que te equivocabas. Es más, tal vez, añadió gasolina al fuego. Y, ahora, estáis los dos en la calle y nosotros pensando que, si nos hubieses contado la verdad, algunos chascarrillos, en la barra de cualquier bar, tal vez te hubiésemos podido echar una mano para demostrar que, en efecto, la construcción de esta plantilla se hizo, se hace, a golpe de comisiones, de ‘oportunidades de mercado’, de amiguismo, puro ‘low cost’ y negocios entre familias.

Pero preferiste creértelos a ellos, que no son de fiar, y ya estás de vacaciones, esperemos que con tu cuenta corriente reforzada. Si les has perdonado el finiquito, que eso jamás lo sabremos, habrás sido, de nuevo, un ingenuo. Como tú mismo dijiste un día de desastre, “estoy cabreado y decepcionado porque, antes de entrenador, soy socio, culé". Ese fue, tal vez, otra de tus equivocaciones: ejerciste de socio en el banquillo, cuando lo que debías hacer era ser el entrenador más exigente y trabajador del mundo. Los socios, en el Barça, ya no pintan nada.

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