Educación

Impartir clase es cada vez más difícil: “En cada aula hay tres chavales desafiantes que invalidan al docente”

La comunidad educativa exige más recursos para afrontar la presencia de alumnado con problemas de conducta

"Un profesor quemado y amargado ni vive ni deja vivir a los alumnos"

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Interior de un aula.

Interior de un aula. / Manu Mitru

Olga Pereda

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La comunidad educativa reconoce que enfrentarse a una clase y poder controlarla es cada vez es más complejo. Sobre todo, en secundaria, debido al alumnado más desafiante y disruptivo. “En cada aula de instituto lo más probable es que haya, de media, unos tres chavales que desafían la autoridad. Estamos delante de un problema grave para los docentes, que tienen que invertir más tiempo en la gestión de conflicto y aparcar la parte académica”, alerta el orientador familiar Alejandro Rodrigo, autor del ensayo 'Adolescencias reales' y responsable del programa Concordia para la prevención de las expulsiones a los estudiantes.

Pedagogos y docentes recomiendan establecer un vínculo afectivo con el aula, recurrir al humor y evitar la complicidad solo con los estudiantes para pacificar las clases

La adolescencia es una etapa complicada, pero no todos los adolescentes son complejos, una etiqueta educativa que agrupa solo a determinados chavales y chavalas. En la primera escala de esta clasificación –la menos preocupante– están los alumnos negativos, que son los que se niegan a hacer algo en clase. “Es normal que reten y no se ajusten a la norma”, explica el divulgador.

Hace 15 años, el 60% de los docentes reconocían que se esforzaban en su profesión a pesar de los problemas. En la actualidad, el porcentaje ha bajado al 25%

Tras los negativos están los disruptivos: se saltan la norma e influyen negativamente en los demás. Hasta ahí, todo relativamente normal. Las dos últimas escalas son las más peligrosas, líneas rojas que jamás hay que dejar pasar por alto: los desafiantes y los que practican actitudes delictivas.

Los desafiantes son los que, en mitad del aula, espetan al profesor: "¿Qué pasa si no me da la gana de hacer esto que mandas?". “No solo rompen la norma, sino que desafían y tratan de invalidad o ridiculizar al maestro”, explica Rodrigo. La actitud delictiva –la última del escalafón– es la que incluye potenciales faltas o delitos. Por ejemplo, agredir, amenazar, acorralar, insultar, escupir o robar al profesor.

El 25% de los docentes han sufrido violencia en su puesto de trabajo y el 40% han acudido al médico por sufrir ansiedad, depresión y estrés

Violencia

En España, el 25% de los profesionales de la docencia aseguran que, en algún momento de su carrera, han sufrido violencia física, psicológica o digital en su puesto de trabajo. Así lo revela el último Barómetro internacional de la salud y del bienestar del personal de la educación, donde los datos españoles fueron recabados por CCOO. El estudio pone de manifiesto que el 40% de los profesionales de la docencia han acudido en el último año al médico por sufrir síntomas relacionados con la salud mental: ansiedad, depresión y estrés. El porcentaje es similar al de Francia (48%) pero muy diferente al del país que mejor sale parado en el último informe PISA: Japón (17%).

Hace 15 años, el 60% de los docentes reconocían que, a pesar de los problemas, se esforzaban en su profesión. En la actualidad, el porcentaje ha bajado al 25%, según el informe 'El profesorado en España 2023', de la Fundación SM. Hace 15 años, solo el 2% de los profesores y las profesoras reconocían que vivían su oficio con indiferencia. Hoy el porcentaje se ha disparado hasta el 38%.

Profesión menospreciada

Hijo de profesora, el cineasta Thomas Lilti recrea la miserias del día a día en un instituto medio, ni complejo ni de élite, en 'Los buenos profesores', que se acaba de estrenar en España. En la película, los docentes tienen que lidiar con la desmotivación académica de los chavales y la suya propia. “No se trata de decir que los profesores son héroes, sino que hay que cuidarlos. ¿Cómo encontrar sentido a una profesión tan especial pero que cada vez está más menospreciada, empobrecida y degrada?, se pregunta el director.

De hecho, en España, el 84% de los docentes piensan que su profesión está poco valorada socialmente, un porcentaje similar al de sus colegas franceses, explica Rafa Páez, responsable de la secretaría de Salud Laboral de CCOO. En su opinión, revertir la situación y hacer que las aulas no sean una trinchera diaria pasa por reducir la jornada lectiva, disminuir las ratios y aumentar el personal dedicado a la orientación.

"No se trata de decir que los profesores son héroes, sino que hay que cuidarlos. ¿Cómo encontrar sentido a una profesión tan especial pero que cada vez está más menospreciada?

— Thomas Lilti, director de 'Los buenos profesores'

"No es casualidad que la docencia sea la profesión con más bajas laborales"

— Luis López Murria, pedagogo y autor de 'Educar en llamas'

“No es casualidad que la docencia sea la profesión con más bajas laborales”, destaca el pedagogo Luis López Murria, profesor en la unidad terapéutica Acompanya’m del Hospital Sant Joan de Déu. La experiencia de Murria le ha llevado a escribir 'Educar en llamas, manual de supervivencia para familias y docentes' (Temas de hoy), en el que ofrece claves para fomentar el buen clima escolar.

Vínculo afectivo

En opinión de Murria, el profesorado que “sabe y puede” establecer un vínculo afectivo con el alumnado tiene mucho ganado de cara no solo a mejorar el clima escolar sino a hacer disminuir el fracaso escolar. No se trata de ser amigos, sino de preguntar “¿cómo estás?” por la mañana o de acordar con ellos y ellas la fecha del próximo examen, propone. “Tener sentido del humor es un plus fabuloso. No hay que ser el más graciosillo, pero sí reírte con ellos, no de ellos”, reconoce el experto, que asegura que un aula no se puede convertir en una familia feliz (porque no lo es) pero sí en “un entorno de confianza, algo muy valioso para la salud mental y para la convivencia”.

Otra de las recetas incluidas en 'Educar en llamas' es huir del 'efecto Pigmalión', que implica mirar con confianza y entusiasmo solo a los alumnos y alumnas que responden bien académicamente. Hay que mantener una actitud favorable con todos, y no solo con los más disciplinados y con los que sacan mejores notas. “Cuantas mejores expectativas tengas hacia la persona a la que educas, mayor autoestima y opinión tendrá de sí misma”, concluye.

Las familias, del lado de los institutos

Tanto López Murria como Rodrigo piden a las familias que jueguen en el mismo campo que el centro escolar. “Si desacreditas a la profesora delante de tu hija, ¿qué crédito tendrá?”, se pregunta el autor de 'Educar en llamas'. “Tiene que haber una alianza entre la familia y el centro. Los padres y las madres se tienen que poner al lado del instituto. De esta manera, el chico se ve en un callejón sin salida y termina por aceptar la norma y aprende que la vida, a veces, es injusta. De la otra manera, el profesorado se queda sin armas, van desnudos”.

Además, las expulsiones de los alumnos más disruptivos no sirven para nada. “Las expulsiones son un fracaso del sistema y tienen poca incidencia educativa en el chico o la chica. En lugar de eso, se puede decidir que el chaval se quede en el centro, pero haciendo otra actividad, desde recoger las hojas del patio hasta ayudar con los alumnos más pequeños. Pero, claro, eso exige medios y recursos”, destaca el orientador Rodrigo. López Murria añade que, al igual que las expulsiones, los gritos tampoco traen nada bueno. “Cuando gritas no enseñas, acojonas”, resume el experto.

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