investigación judicial en Barcelona
Ascienden a seis las denuncias por agresión sexual contra el enfermero de los Jesuïtes de Casp
Cuatro exalumnas denuncian a un enfermero del colegio Jesuïtes de Casp por abusos sexuales
La caída de los jesuitas Roma y Peris: de "guías espirituales" a pederastas desenmascarados
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
J. G. Albalat
Redactor
Ha trabajado en el Diario de Barcelona, El País y AVUI. Desde hace años en El Periódico cubriendo los acontecimientos judiciales. Premios Ortega y Gasset, Save the Children, Ramon Barnils y Josep Maria Planes por la investigación del 'caso Maristas' sobre abusos sexuales en los colegios. En el 2016, mención honorífica de la Generalitat en el Día de la Justicia. Colaborador de publicaciones jurídicas. Profesor asociado Master de Criminología de la Universitat de Barcelona.
La causa por agresión sexual abierta en el Juzgado de Instrucción número 7 de Barcelona contra el enfermero religioso Amado del colegio de los Jesuïtes de la calle Casp acumula ya seis denuncias, según las fuentes judiciales consultadas por EL PERIÓDICO. El resto de acusaciones contra docentes de este centro, que recayeron a finales de la primavera pasada sobre nombres tan relevantes de la institución como los sacerdotes Francesc Peris y Francesc Roma, no han logrado activar la vía judicial debido a la prescripción que convirtió en papel mojado las acciones emprendidas por sus víctimas. Sí lo han logrado estas seis denuncias presentadas contra Amado.
Las seis víctimas han descrito abusos similares cometidos durante revisiones médicas entre los años 2000 y 2002, cuando tenían entre 6 y 9 años
Las víctimas que incriminan al antiguo responsable de la enfermería del colegio de Casp relatan delitos sufridos entre los años 2000, 2001 o 2002. La mayoría de exalumnas tenían entre 6 y 9 años cuando los sufrieron. En consecuencia, estas denunciantes han acudido a la justicia a tiempo para imputar a su supuesto agresor. Cuatro de estas mujeres acudieron a la fiscalía a denunciar. Tres de ellas se han ratificado ya en el juzgado que investiga el caso y el juez está pendiente de citar a la última denunciante y a varios testigos.
La causa contra Amado será la única oportunidad que tendrá la justicia de interrogar a los responsables de este colegio sobre décadas de abusos
Los relatos de las seis víctimas además, según las fuentes consultadas, describen agresiones sexuales muy parecidas. Y no existe posibilidad de concertación entre las mismas porque muchas de las afectadas no tenían contacto entre ellas y pertenecen a cursos escolares distintos. Sus declaraciones aluden a las revisiones médicas. Amado, según las exalumnas, en el ejercicio de una facultad sanitaria que no poseía, era el responsable de llevarlas a cabo. Durante estas revisiones, el imputado llegó a practicar tocamientos a las niñas y en algún caso se produjo penetración con los dedos fingiendo que se trataba de una exploración rutinaria.
Amado actualmente tiene 78 años y, según fuentes del cuerpo docente del colegio de Casp, se ha mostrado en los últimos meses impertérrito ante la causa judicial abierta contra él por agresiones sexuales a sus alumnas y ante el juez ha negado las acusaciones. Amado no es un sacerdote como lo son Peris o Roma, pero sí un hermano religioso de la congregación. Aferrado a su supuesta experiencia médica y durante más de tres décadas, ha tenido acceso a los menores en una situación de extrema exposición sin que las distintas direcciones de la escuela hayan hecho nada para cuestionar si resultaba o no seguro, o adecuado.
El encubrimiento
La causa judicial abierta en el Juzgado de Instrucción 8 de Barcelona contra Amado será la única oportunidad que tendrá la justicia de interrogar a los responsables de este colegio sobre los abusos sexuales que cometieron durante décadas sus profesores. Peris, en especial.
Según la investigación de EL PERIÓDICO, Peris, más conocido como ‘sex penis’ por parte de los alumnos, abusó de menores durante más de 40 años: la primera denuncia data de la década de los 60 y fue finalmente apartado por las quejas de una familia en 2005. Abusó de menores dentro y fuera de la escuela. Una de sus víctimas, Enric Soler, por ejemplo, afirma que fue agredido sexualmente por Peris en la casa de colonias que la compañía alquilaba en el municipio de Viladrau (Osona) en la década de los 70. Como responsable de las excursiones de montaña y, en concreto de las escapadas a esta finca, Peris se llevaba a los alumnos lejos del colegio y allí perpetraba, según las denuncias, los mayores abusos.
Aunque también acorralaba a menores en su despacho. Denunciantes como Laura, que refiere delitos cometidos a mediados de los 90, explican como Peris, a cargo del título de ‘conciliario’ –una figura referencial para los alumnos en material espiritual, de rendimiento académico y de enlace con las familias–, engatusaba a las víctimas durante supuestas tutorías –que acontecían a puerta cerrada– con el único final de tocarlos para excitarse.
Una forma de proceder –tutorías a puerta cerrada– que coincide con la del padre Roma, según los tres testimonios recabados por EL PERIÓDICO, dos de los cuales también informaron a los Mossos aunque, como ha sucedido con las denuncias de Peris, debido a la prescripción sus avisos han caído en saco roto.
Hay más profesores con denuncias en Casp además de Peris y Roma. En febrero de 2016, coincidiendo con la eclosión del Caso Maristas destapado por este diario, dos exalumnos del colegio Kostka –cuando este centro para familias sin recursos aún estaba integrado dentro del de Casp– acudieron también a los Mossos para acusar a Joan Pere G.M. y a Josep Maria G.P., profesores laicos. También se trataba de denuncias prescritas.
En el caso de Peris, además, conviene acordarse de que fue enviado a Bolivia en el curso escolar de 1982 y 1983. Allí, tal como avanzó el diario El País y ha comprobado este diario, también agredió gravemente a los alumnos del colegio Juan XXIII de Cochabamba.
Sant Ignasi
Peris no fue el único sacerdote pederasta enviado a Bolivia por parte de los jesuitas. El padre Lluís Tó, profesor del colegio Sant Ignasi de Sarrià y exdirector del centro, fue destinado también al país andino después de ser condenado por abusar sexualmente de una menor en 1992.
Los delitos sexuales cometidos en el centro del Sant Ignasi se destaparon en 2019, con la denuncia que los hermanos Jordi y Oriol de la Mata hicieron en el PERIÓDICO. Durante las semanas posteriores al duro testimonio que prestaron los de la Mata, este diario halló más víctimas: un total de cuatro profesores terminaron siendo denunciados policialmente. Los cuatro docentes –Tó, Sala, Roigé y Garí–, sin embargo, se libraron del juicio, de nuevo, amparados por el régimen de prescripción.
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