¿Conservar o gestionar?

Los bosques mediterráneos (olvidados y al límite) reclaman atención en Europa

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Un bosque en pleno otoño.

Un bosque en pleno otoño. / El Periódico

Guillem Costa

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Europa discute y legisla sobre bosques. De hecho, en la Ley de Restauración de la Naturaleza, todavía en vías de ser aprobada, se está debatiendo cómo se deben preservar estos espacios naturales clave en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, cuando Bruselas pone el foco en los bosques, a menudo se olvida de los bosques ibéricos o italianos. En la cabeza de los políticos comunitarios están los grandes abetales nórdicos o centroeuropeos. Pero en pocas ocasiones se piensa en un encinar cercano al mar.

Lo reconoce Marco Onida, miembro de la Comisión Europea centrado en la materia forestal: "Estos bosques son un ejemplo perfecto de hábitat multifuncional, pero muchas veces los menospreciamos". Ante esta situación (¿es que nadie va a pensar en los bosques mediterráneos?), se ha organziado un seminario en el Parlamento Europeo (con mucha representación catalana) y con un objetivo doble y muy complejo: resolver el sudoku de la gestión forestal mediterránea y, una vez resuelto, lograr que Europa lo comprenda y lo tenga en cuenta.

"Con el cambio climático, los bosques mediterráneos son el futuro de Europa"

— Joan Pino, ecólogo

De momento, solo se ha sembrado una nueva semilla y queda mucho camino por recorrer, pero al menos se han sentado en una misma mesa los diferentes representantes del sector forestal. ¿Hay visiones opuestas? Sin duda. El reto es que estos puntos de vista dejen de ser contrarios y empiecen a ser complementarios.

Región fronteriza

Joan Pino, doctor en Ecología y director del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales), considera que la conservación y la gestión deben ser compatibles: "Cada bosque tiene sus singularidades, por lo tanto, no hay una única respuesta. Algunas arboledas se podrán gestionar para extraer madera y prevenir incendios y en otras se deberá priorizar la preservación de la biodiversidad". Pino recuerda que los bosques, además de abastecernos de madera, prestan unos servicios ecosistémicos indispensables: "Regulan el clima, el agua, el suelo y son un apoyo imprescindible para muchas especies".

Jornada en el Parlamento Europeo sobre la gestión de los bosques.

Jornada en el Parlamento Europeo sobre la gestión de los bosques. / El Periódico

La región mediterránea es fronteriza. Está a medio camino entre el clima templado y el clima desértico. La ventaja, apuntan algunos de los expertos, es que, con el calentamiento global, los bosques del centro de Europa cada vez se parecerán más a los del mediterráneo. Sufrirán incendios y sequías y perderán capacidad de almacenar carbono. Por lo tanto, las instituciones medioambientales europeas se verán obligadas a mirar al sur para saber qué hacer con sus bosques. "El bosque mediterráneo es el futuro de Europa", dice el ecólogo.

Mario Beltrán, miembro del Centre de Ciència i Tecnologia Forestal de Catalunya (CCTFC), sostiene que no hay otro camino que no pase por la gestión de los bosques: "Si convivimos con superficie forestal, debemos actuar. ¿De dónde queremos sacar la madera, de Bielorusia o más cerca de nuestra casa?".

Varios de los participantes aprovechar los trabajos de gestión no solo para extraer madera sino para prevenir incendios, sobre todo en las áreas habitadas, que son el gran riesgo. Pero, ¿cuántas hectáreas de bosque se podrán gestionar? Los trabajadores del bosque y los propietarios (en total son 266.254) advierten de que tienen dificultades para ganarse la vida en estos espacios. Cada vez hay menos gente especializada y más grandes empresas. Y el despoblamiento rural no ayuda.

Casas de madera

Otro aspecto importante: para que la madera que se extraiga sea económicamente viable, hay que pensar exactamente qué salida se le va a dar. En Catalunya, por ejemplo, los únicos árboles que sirven como madera estructural son el abeto, el pino negro y el pino carrasco. Con los demás, se puede producir madera manufacturada.

Bomberos tratan de extinguir las llamas de un incendio en el bosque.

Bomberos tratan de extinguir las llamas de un incendio en el bosque. / EFE

Daniel Ibáñez, arquitecto que ha participado en la jornada, constata que construir casas con este material (y de proximidad) es más sostenible que usar hormigón. La empresa Fustes Sebastià (Rialp), por ejemplo, apoya el uso de la madera contra laminada (CLT) para edificar de forma menos contaminante. Lo difícil es dar esta salida a los bosques mediterráneos en riesgo de arder, con mucha densidad de árboles jóvenes.

Neus Puy, del CCTFC, habla en la misma dirección: "Es esencial analizar cada bosque para conservar los servicios ecosistémicos pero, al mismo tiempo, conseguir madera que ahorre impactos ambientales a la hora de construir". Lo ideal, concluye, sería compatibilizar esta gestión con la preservación de la biodiversidad, por lo que hay que analizar cada tipo de bosque. Solo en Catalunya, coexisten 171 tipos.

El Govern está trabajando en un catálogo de bosques maduros (son menos del 1%) para determinar en qué lugares la conservación ha de ser lo prioritario, en cuáles es realista crear una bioindustra de la madera y en cuáles lo necesario es reducir el riesgo de incendios, por la cercanía de viviendas.

"Tenemos el potencial para conseguir sacar provecho de nuestros bosques sin dañar la naturaleza", opina Anna Sanitjas, directora general de Ecosistemes Forestals. Jordi Solé, diputado de Los Verdes, se muestra satisfecho del debate que han llevado al corazón de las instituciones europeas: "Aquí se redactan leyes. Es importante que los bosques mediterráneos se cuelen en el debate porque la forma de gestionarlos y protegerlos no tiene nada que ver con lo que en el centro de Europa tienen en mente cuando se imaginan un bosque".

El sudoku sigue sin completarse, pero algunas de las incógnitas ya se han despejado. Científicos, ingenieros forestales, propietarios y Administración tienen deberes por delante y poco tiempo para hacerlos, ya que la crisis climática apremia: sequías, incendios y una grave pérdida de biodiversidad.

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