Por Guillem Costa

¿Os acordáis de que antes había más hormigas? ¿Puede que ahora encuentres menos insectos aplastados en la matrícula del coche cuando vas por la autopista? Cuando veraneábas en el pueblo, ¿observas más mariposas y lagartijas que actualmente?.

Son tres preguntas que solo podrán responder los más veteranos y que evidencian una realidad científica: vemos menos animales que nuestros abuelos.

"Lo más preocupante es que cada persona tiene como punto de referencia la época en la que ha crecido", dice Alex Richter-Boix, investigador del CSIC.

"Con cada generación que pasa, normalizamos la pérdida de biodiversidad", explica.

"Ya no nos acordamos de lo que teníamos 100 años atrás, porque no hay nadie que lo recuerde", lamenta. Se trata del "síndrome de las referencias cambiantes". Sirve a la perfección para ejemplificar la pérdida de biodiversidad que sufre el planeta.

Algunas especies actúan como semáforo, y de momento la luz ya está encendida en ámbar. "Si no reaccionamos, pasará al rojo y así quedará para siempre", advierte Sergi Herrando, del Observatori del Patrimoni Natural i la Biodiversitat de Catalunya.

Estos polinizadores son parte esencial de la cadena trófica. Facilitan la reproducción de las plantas y por lo tanto mantienen la diversidad del ecosistema. Clica aquí para entender cómo la agricultura condiciona a estas especies clave.

El declive de las mariposas sirve como indicador para radiografiar el estado de los insectos en general. Para estudiar la situación se han puesto en marcha programas de monitoreo de mariposas como el de este enlace.

Otro indicador útil. Si hay menos pájaros, significa que encuentran menos alimento (insectos, por ejemplo). En España, un 25% de las aves están en peligro de extinción, según los datos del libro rojo de las aves de SEO BirdLife. La agricultura intensiva es una de las causas del problema, como se explica en este artículo (clic en el enlace) de EL PERIÓDICO.

Los pájaros de zonas húmedas, las aves esteparias o los pájaros de alta montaña están en regresión en la península Ibérica (clicando en las 'i' se pueden ver algunos ejemplos).

De un simple gorrión al ratón de campo. Este roedor típico de espacios abiertos tiene un rol clave porque es la presa de otros predadores, como las rapaces nocturnas.

Además, el ratón de campo tolera infecciones peligrosas. El cambio climático lo perjudica. El 15% de los roedores del mundo están amenazados.

El ecosistema del Mediterráneo está en peligro. Pero las aguas continentales (lagos, ríos y humedales) también. Esto pone en riesgo varias especies de peces, como la anguila, el fartet o el barbo de montaña, pero también otros animales acuáticos como el desván ibérico o pirenaico.

En este artículo (clic en el enlace) explicamos el porqué del mal estado de los ríos y algunas de las especies más amenazadas por la situación.

"Todavía no se pueden calibrar los efectos del cambio climático sobre la pérdida de la biodiversidad porque necesitamos analizar el fenómeno con más distancia", dice Herrando. Pero seguro que dentro de 20 años ya tendremos pruebas evidentes de que es un culpable más", matiza.

Sí se sabe que en zonas polares o en los hábitats de alta montaña tiene consecuencias. Sin embargo, los animales pueden intentar adaptarse a los cambios de temperatura. Lo que más les complica la vida es responsabilidad de los humanos.

También es cierto que el cambio climático favorece la presencia de ciertas especies exóticas en lugares que no son su hábitat original", dice el especialista.

Aunque el cambio climático ayude, los responsables de la translocación de especies son los humanos. Luego, las invasoras se establecen rápidamente porque, a menudo, en su nuevo asentamiento, no tienen predadores.

"Además, muchas veces no están amenazadas por los parásitos de su territorio autóctono. Se expanden sin control y truncan la cadena trófica, que ya no fluye como debería", alerta Herrando.

En España, hay varios ejemplos: el crecimiento del coipú en las zonas donde viven las nutrias o la presencia de la avispa asiática, que devora a otros polinizadores.

Oriol Lapiedra, investigador del CREAF, afirma que constantemente movemos especies de lugar: "Por suerte, en muchos casos no consiguen establecerse".

No siempre debemos pensar en animales exóticos que proceden de países lejanos. En Ibiza, las culebras de herradura (un animal autóctono en la Península) ponen en riesgo la población de lagartija de las Pitiusas, clave en el ecosistema.

Otro caso preocupante es el daño que los gatos domésticos causan a la fauna cuando se dejan libres en el medio natural.

Según los paneles europeos especializados, la gran razón por la que la biodiversidad agoniza es la destrucción de hábitats. "A veces no lo parece, pero si nos paramos a analizar la calidad del agua de los ríos o la madurez de los bosques, vemos como los hábitats se alteran lentamente", avisa Herrando.

Los espacios naturales han perdido calidad y se están homogeneizando: "Los paisajes mosaico desaparecen. Todo se vuelve igual. Ya no hay bosques con zonas abiertas. Todo se convierte en bosque continuado o en agricultura intensiva, sin márgenes, con fertilizantes y plaguicidas que perjudican a los animales de la zona".

Las zonas húmedas continentales (lagos, ríos y humedales) disminuyen por la desertización y el elevado consumo de agua.

Ocurre algo similar con los océanos, que marcarán el futuro del planeta. La pesca y la contaminación están empobreciendo los ecosistemas marinos. En los trópicos, la extracción minera deja la mayoría de hábitats maltrechos.

"En Europa, la pérdida no es tan grave como en el resto del planeta, pero ahí está y los datos lo evidencian", insiste Herrando.

"Por egoísmo"

¿Pero por qué debe preocuparnos? "Aunque sea por puro egoísmo", coinciden Herrando y Richter-Boix. "La biodiversidad mantiene la vida en el planeta, y nosotros somos parte del planeta. Además, los ecosistemas sanos regulan el clima. Si tenemos energía y alimentos, es gracias a la biodiversidad".

Pandemias futuras

El segundo argumento egoísta lo detalla el biólogo del CSIC: "La biodiversidad es un escudo protector contra las enfermedades. Perdemos variedad, por lo tanto hay menos especies. Las que sobrevivirán serán las más resistentes a los patógenos y las que estén mejor habituadas a la convivencia con los humanos y los espacios antropizados".

"Por lo tanto, es más probable que los patógenos queden restringidos solamente a unas pocas especies y nos alcancen a nosotros".

En definitiva, si se rompe el equilibro de los ecosistemas, está en riesgo el futuro de todas las especies, incluida la nuestra.

Avión sin tornillos

Richter compara el ecosistema con una partida de 'jenga', un juego en el que debes ir quitando piezas sin que la construcción se desmorone: "Parece que vas retirando piezas y la cosa aguanta. Pero al final, acabas sacando un elemento que lo desmonta todo. Los aviones también pueden ir perdiendo tornillos y no parece que ocurra nada grave, hasta que al sacar uno de los tornillos, el avión falla".

"Lo mismo sucede con el colapso de los ecosistemas. Las conexiones entre especies se van simplificando, otras directamente se extinguen, hasta que nos lo cargamos todo".

Algunas especies se están recuperando

El lince ibérico es un ejemplo de especie sobre la que se ha aplicado un plan de conservación ambicioso, a través de reintroducciones. Junto a la nutria, es uno de estos casos mediáticos que a todo el mundo le suenan y ayudan a empatizar.

Esto demuestra que, con voluntad política y aceptación ciudadana, es posible salvar a una especie de la extinción. El problema es que se necesitaría un plan de recuperación para cientos de especies (solo en España), algo que sería realmente difícil de viabilizar. Por este motivo, varios expertos en biología advierten de los riesgos que tienen este tipo de proyectos tan individuales.

Casos individuales

Herrando asegura que las medidas de conservación de especies icónicas no abordan los ecosistemas al completo: "Es habitual que se centren en grandes mamíferos o aves espectaculares como las águilas, pero pocas veces se invierte para encauzar la crisis de especies pequeñas que suelen ser la base del medio natural"

Richter-Boix está de acuerdo, pero se centra en analizar la parte positiva de estos grandes proyectos, como el de recuperación del oso pardo en los Pirineos. "La conservación debe restaurar hábitats. Pero es cierto que las grandes especies dan atractivo social y cultural. Debemos adquirir la capacidad de aprovechar esto como excusa para recuperar ecosistemas enteros".
"Convences al gran público con el lince o el oso, pero te dedicas a mejorar hábitats".

Otras especies se pretenden recuperar

Este es un caso de una especie menos mediática. Se trata de un anfibio que también se pretende recuperar. Sin embargo, la mejora de los ríos y su calidad es imprescindible para que la especie salga adelante.

Esta planta pirenaica está amenazada. Los expertos destacan la importancia de la recuperación de la flora, a través de la protección de los hábitats, para recuperar biodiversidad.

"Para evitar el colapso, debe intervenir la política"

La cumbre de Montreal (2022) acordó proteger el 30% de la superficie del planeta para 2030. Los 196 países reunidos se comprometieron a desplegar más medidas para evitar la pérdida de biodiversidad. Un acuerdo que incluye medidas contra especies invasoras o pesticidas dañinos. Algunos países se encuentran en dificultades para cumplir con este 30%.

Herrando destaca la importancia de la ley de la restauración de la naturaleza aprobada recientemente en el parlamento comunitario: "Es cierto que la incidencia sobre los efectos de la agricultura intensiva se han quedado a medias, pero todavía hay margen porque el texto tiene que pasar por el Consejo de Europa y la Comisión Europea".

Tanto él como la mayoría de entidades ecologistas celebran que se haya aprobado y consideran que hay que aprovecharla para que la restauración de hábitats sea una obligación y no una opción.

De esta forma, el 'fantasma' de la desaparición de la biodiversidad podría estar algo más lejos.


Un reportaje de El Periódico

Textos: Guillem Costa
Fotos: Ángel García Martos, Laura Guerrero, Julien Haber, Pepe Torres, Jan Van de Vel, Ricard Cugat
Diseño: David Jiménez
Coordinación: Rafa Julve