Los insectos regresan al Tour

Tourmalet por Sergi López Egea

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Sergi López-Egea

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Hay pequeñas noticias que se convierten en enormes informaciones, cosas que a veces no tienen una aparente importancia pero que dan sentido a la vida. Llevo un año muy preocupado con los insectos. Reconozco que mi fuerte son las bicis, entre otras pocas cosas, y que de medioambiente casi nada entiendo, pero que hagas, como en 2022, un viaje en coche de Barcelona a Copenhague para acudir a la salida del Tour y que al llegar casi puedas pasar la lengua, sin que dé asco, por el cristal del coche, es algo muy preocupante y que te llega a cuestionar que ya no hay insectos sobrevolando las autopistas y las praderas colindantes.

Pues tengo una buena noticia que dar y que, por supuesto, le encantará a mi compañera Valentina Raffio. Han regresado. No sé dónde se escondieron el año pasado pero el Tour de Francia vuelve a tener un sentido con estos pequeños bichos que al fallecer te obligan de vez en cuando a parar en una autopista y limpiar el cristal porque de lo contrario no se ve ni torta.

En la Vuelta sucedió igual

En 2022, el Tour salió de Dinamarca y al realizar el viaje en coche no había ni un cadáver de insecto enganchado al cristal. Nada de nada. ‘Rien de rien’. Y así seguimos toda la carrera cuando entró en territorio francés. Un mes más tarde, ya en la Vuelta, desde la Rioja Alavesa hasta las tierras de Córdoba, los insectos también habían desaparecido de la faz del mundo ciclista.

Ahora vuelve a ser distinto. De Barcelona a Bilbao -haciendo escala en Logroño, pequeña y encantadora ciudad- para acudir a la salida del Tour fue necesario parar dos veces en un área de descanso para proceder a la limpieza del cristal. ¡Aleluya! No sé si es que estamos haciendo algo bueno en la lucha contra el cambio climático, aunque algunos lo nieguen y se presenten a las urnas, o simplemente que el año pasado los insectos se habían declarado en huelga.

Una buena noticia

Y otro dato. En 2022 apenas hubo corredores que bajaron hasta el coche médico, un descapotable que se sitúa en la parte trasera del pelotón para dar asistencia a los ciclistas, solicitando una pomada que les calmara el dolor por una picadura de insectos. Otras cosas les podían doler, pero avispas, abejas y tábanos dejaron tranquilos a los corredores. Este año habrá que estar pendiente del parte médico que la organización del Tour entrega al término de las etapas para ver cómo está la situación, pero al final puede resultar que la información de una picadura a un ciclista, resuelta sin grandes problemas, igual se convierte en una buena y esperanzadora noticia mirando al futuro de un planeta que, la verdad, no cuidamos en exceso.

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