El inicio de la temporada de festivales

¿Están los grandes festivales destinados a buscarse la vida fuera?

Dos pulsiones paralelas perceptibles tras la pandemia, el afán de ocio colectivo y la sensibilidad por proteger nuestra burbuja individual, dibujan un escenario de fricciones y debate en torno al boyante paisaje de festivales y a la actividad general de la música en vivo, con el Fòrum en primer plano 

Los festivales en el extranjero: entre la 'rave' urbana de Berlín y la lluvia aguafiestas de Londres

El público siguiendo el ritmo del DJ Calvin Harris durante su actuación en el festival Primavera Sound.

El público siguiendo el ritmo del DJ Calvin Harris durante su actuación en el festival Primavera Sound. / JORDI COTRINA

Jordi Bianciotto

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ya tenemos encima el arranque de la temporada de festivales (el 29 de mayo comienza el Primavera Sound) y crecen las señales que nos hablan de la dificultad de una sintonía fluida entre la música en vivo en espacios públicos, eventos ‘macro’ en primer plano, y la sensibilidad ciudadana respecto a los grandes flujos de público, sobre todo nocturnos, y las molestias derivadas del baile de decibelios. Una fricción a la que semanas atrás puso palabras el propio Xavier Marcé, concejal de Cultura, cuando, en la rueda de prensa del Cruïlla, deslizó que "hay un debate sobre el uso del espacio público" y que "los festivales están bajo sospecha"

Un concierto del Primavera Sound en 2023, con edificios de Diagonal Mar al fondo.

Un concierto del Primavera Sound en 2023, con edificios de Diagonal Mar al fondo. / JORDI COTRINA

Barcelona es esa ciudad a la que puedes acudir a una muestra musical multitudinaria en metro, bus o incluso a pie, sin tenerte que desplazar a un alejado paraje rural, donde operan tantos festivales en Europa y Estados Unidos. Con la playa a tiro de piedra, reclamo diáfano para guiris, y las ventajas (comunicaciones, oferta cultural y de restauración, seguridad) propias de la centralidad urbana. Pero la cohabitación genera puntos de conflicto, como los aireados por la plataforma Stop Concerts, nombre expeditivo, que aboga sin rodeos por la "supresión de los eventos musicales en el Parc del Fòrum" en nombre del "derecho al descanso, a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio". 

El público siguiendo el ritmo del DJ Calvin Harris durante su actuación en el festival Primavera Sound.

El público siguiendo el ritmo del DJ Calvin Harris durante su actuación en el festival Primavera Sound. / JORDI COTRINA

Desconcierto a las puertas del festival Cruïlla por el corte de metro y tranvía

Desconcierto a las puertas del festival Cruïlla por el corte de metro y tranvía / MANU MITRU

Cambios de sede

¿Están los grandes festivales barceloneses destinados a buscarse la vida cada vez más lejos de la trama urbana? Desplazarlos es una apuesta muy incierta para las promotoras (véase el pinchazo del Primavera Sound Madrid, en Arganda del Rey), por no hablar de los problemas de seguridad. El Sónar ya renunció en su día al CCCB y está a punto de dejar atrás su sede diurna en Montjuïc (a causa de las obras derivadas del centenario de la Expo de 1929) y asentarse íntegramente en L'Hospitalet, veremos si por un tiempo o para siempre. El Primavera nació en el Poble Espanyol y sintió como un destierro su envío al Fòrum, enclave en el que se ha enraizado con éxito. Es el festival que congrega a más público, entre 65.000 y 70.000 personas por jornada, frente al tope de 25.000 autoimpuesto por el Cruïlla, y que Marcé ha citado a veces como cifra óptima.

Aunque el runrún sobre estas cuestiones lleva años flotando, la pandemia ha precipitado un choque de posiciones y sensibilidades. Por un lado, las restricciones del bienio covid-19 "fueron más lesivas para la gente joven, y estamos en una fase expansiva del uso del espacio público", observa Francesc Muñoz, profesor de geografía urbana y director del Observatori de la Urbanització de la UAB. Se detectan redobladas ganas de fiesta y espectáculo en colectividad. Y frente a eso, una pulsión contraria. "Ahora hay una percepción más alta de los riesgos de salud y de que la salud acústica forma parte de la salud ambiental". La susceptibilidad respecto a las interferencias (sónicas, de paisaje humano) en nuestra burbuja individual va en aumento, con una clave generacional que Marcé resume a este diario: "la gente joven quiere recuperar la vida que perdió con la pandemia, y la gente mayor quiere más paz; los jóvenes quieren más festivales, y los mayores, menos".

Ambiente en las terrazas de los bares de las inmediaciones del Fòrum al inicio de la primera jornada del Primavera Sound 2023

Ambiente en las terrazas de los bares de las inmediaciones del Fòrum al inicio de la primera jornada del Primavera Sound 2023 / Zowy Voeten

Doble criterio

El Ayuntamiento trabaja desde hace años para consensuar el número de noches al año en los que el Fòrum puede acoger conciertos, delimitando franjas horarias para cada propuesta. Se distingue entre "festivales que ya tienen un arraigo y los de nueva implantación", apunta Marcé, considerando que algunos tienen acuerdos firmados por varios años (el Primavera está atado hasta 2027). Desde hace unos meses, una comisión en la que toman parte la empresa municipal BSM, que gestiona el parque, y el distrito de Sant Martí, elabora un sistema de evaluación de criterios que prevé hacer público en septiembre, "para aplicar a partir de 2025"

El movimiento súbito de público en el desalojo nocturno de un festival es un punto clave. Una parte de esos asistentes pretenden seguir la fiesta cómo sea, ocupando bares matutinos o en modo botellón. Por ello, Primavera Sound, que funciona hasta las seis de la madrugada, trata de escalonar los horarios de los cabezas de cartel y de evitar multitudes concentradas en horas muy avanzadas. Así como, en 2022, Rosalía actuó a las dos de la madrugada y creó un problema en las salidas, este año, por ejemplo, Lana del Rey saldrá a las 21.45. El Cruïlla se despliega hasta las 23.30 el miércoles, la una el jueves y las cinco de la madrugada el viernes y el sábado (los horarios de las actuaciones todavía no se han hecho públicos). Estos festivales monitorizan los decibelios de cada escenario en todo momento.

Ambiente en el Share Festival Negrita 2023 de Barcelona

Ambiente en el Share Festival Negrita 2023 de Barcelona / ZOWY VOETEN

A casa a las 23.00 horas

Mientras que a estas muestras ya asentadas se les conserva el uso de las franjas de madrugada, las nuevas deben cerrar más temprano. El Share Festival, con su cartel de pop y música urbana latina (del 7 al 9 de junio), cesará actividades cada noche a las 23.00 horas. Con lo que eso representa para su configuración artística, explica su director, Stefano Maccarone. "En esta época, aquí hay luz hasta las 22.00. Los cabezas de cartel vienen con un ‘show’ con iluminación y efectos que con la luz diurna no funciona, así que solo podemos tener a un cabeza por día", lamenta. El aforo es de 20.000 personas y la entrada no permite volver al recinto una vez se sale. "Hay gente que cree que los queremos enjaular para que gasten dentro del festival, pero eso es para que no salgan a ocupar el barrio y hacer botellón". 

"Hay gente que cree que los queremos enjaular, pero eso es para que no salgan a hacer botellón"

Stefano Maccarone

— Share Festival

Desde el Cruïlla se considera que "la carrera por ser los más grandes" emprendida por los macrofestivales "ha causado que la experiencia de los asistentes haya sido en muchos casos diferente a las expectativas", traslada el festival a este diario. Y añade: "Últimamente, algunos se han dado cuenta de que este crecimiento sin fin iba contra su público". Esta muestra, que en pandemia colaboró con las administraciones practicando el protocolo experimental del test de antígenos, representa un modelo "celebrado por las instituciones" porque pone "al público en el centro" y resulta "inconcebible fuera de Barcelona".

El Heliogàbal, de nuevo

Pero el contexto sensible para la música en vivo no se limita a los festivales, como saben los responsables de los clubs, un entorno en que los cierres no suelen ser correspondidos por nuevas aperturas, y donde la queja de un vecino puede hacer tambalear una programación. Estos días se ha vuelto a sentir amenazado el Heliogàbal, en Gràcia, por haberse excedido en el aforo, un caso en el que Marcé dice tener "todo el interés del mundo en normalizar". 

Julieta, inaugurando el nuevo escenario del Heliogàbal

Julieta, inaugurando el nuevo escenario del Heliogàbal / Laura Guerrero

En otro orden, una vieja normativa europea (2002) sobre contaminación acústica, invocada a raíz de unas quejas en la Patum de Berga en 2022, tiene en vilo a todo el sector de las fiestas mayores (y de los festivales de ciclo) y ha ocasionado una serie de reuniones con la Cultura para estudiar soluciones. Observan que el cumplimiento estricto atentaría contra toda actividad musical en calles, plazas y lugares habitados. "Nos jugamos el futuro de la música popular en Catalunya", advierten a este diario fuentes de ARC, la asociación de managers y representantes. Por ahora, el mensaje recibido es tranquilizador, pero no las tienen todas. Más madera: en Madrid, el primer concierto del nuevo Bernabéu, este viernes ('Locos por la música') ha sido saludado por un comunicado del vecindario que denuncia los excesos de sonido y habla de "abuso" contra "los derechos de los vecinos".

¿Cómo resolver este embrollo? No es practicable "encontrar la piedra filosofal", observa el urbanista Francesc Muñoz. "La economía del ocio gana peso, los efectos positivos los disfrutamos todos y los negativos recaen entre quienes viven en unas zonas. Pero hay maneras de explorar que esa carga negativa se distribuya", opina, en referencia a "compensaciones" para los vecinos. Medidas que ya están sobre la mesa y se practican, apunta Xavier Marcè, que ve, no obstante, ocasionales posiciones "maximalistas, muy radicales", noes taxativos con los que no es fácil dialogar. "Si te compras un piso delante de Razzmatazz, que lleva ahí 37 años, deberás tenerlo en cuenta", añade el concejal. Y concluye Muñoz advirtiendo de que "si tú no eres capaz de admitir cierto grado de ruidos y de flujo de gente y de turistas, lo pasarás mal en una ciudad en el siglo XXI".

Suscríbete para seguir leyendo