Precaridad en Catalunya

¿Quién es vulnerable y quién no?: estos son los criterios que importan con la pobreza

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Reparto de alimentos en la parroquia de Sant Agustí de Barcelona, en enero pasado.

Reparto de alimentos en la parroquia de Sant Agustí de Barcelona, en enero pasado. / Manu Mitru

Elisenda Colell

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Precariedad, pobreza, vulnerabilidad social. Primero con la crisis financiera, luego con la crisis de la pandemia y ahora con los efectos de la inflación, estas tres palabras resuenan a diario en nuestro vocabulario. Pero, ¿qué se considera persona vulnerable? ¿A partir de cuánto dinero al mes uno es pobre o no lo es? ¿Es lo mismo ser precario que ser vulnerable? ¿Todas las personas vulnerables reciben asistencia social? Los indicadores son distintos y no siempre coinciden. Además, existe una importante brecha de género que la estadística aún no ha resuelto.

El umbral de la pobreza: 19%

En Catalunya es pobre quien cobra menos de 11.840,6 euros netos al año (986 euros al mes) si se trata de una persona que vive sola. Una pareja sin hijos que ingresa menos de 17.760,9 euros netos al año (1.480 euros al mes) también es pobre. En el caso de los hogares con menores, se han creado dos categorías. Los hogares monoparentales (con un solo adulto y dos menores a su cargo) que se sustentan con menos de 18.945 euros netos al año (1.578 euros al mes) son pobres. También son pobres las familias de dos adultos y dos menores que ingresan menos de 24.865,3 euros al año (2.072 euros al mes).

El dato se obtiene calculando la media del 60% de los ingresos de los hogares catalanes. Es decir, se calcula la cuantía que está en el medio y se aplica al 40% de ingresos que están por debajo. Los datos tienen en cuenta los ingresos de 2021 en Catalunya y establecen que el 19,9% de hogares están por debajo de este indicador. La cifra de afectados es de 1,4 millones de catalanes.

Varios expertos han señalado que este dato no tiene en cuenta la situación desfavorable de las mujeres, ya que los ingresos se calculan por hogares. No se tiene en cuenta el sueldo de las mujeres y de los hombres por separado, sino que se calculan las cifras como si la pareja ganara lo mismo. La estadística solo muestra una diferencia de 0,4 décimas, aunque se sospecha que las mujeres están mucho más afectadas por la pobreza y son más dependientes del sueldo de sus parejas.

El 24,7% según el cálculo europeo

El instituto estadístico de la unión europea, Eurostat, hace décadas que usa un indicador alternativo para medir la pobreza y la exclusión social de forma más fiable. Es la tasa AROPE, en inglés, At Risk Of Poverty and Exclusion (En Riesgo De Pobreza y Exclusión). En Catalunya, según el Idescat, la tasa AROPE considera en situación de pobreza al 24,7% de catalanes, es decir, a dos millones de personas. Tiene en cuenta el umbral de la pobreza y dos indicadores más.

Otro indicador que cuenta a la hora de elaborar la tasa AROPE es el de la Privación Material Severa (PMS), en la que están aquellas personas que no se pueden pagar cuatro de nueve necesidades básicas: la vivienda, mantener el hogar a una temperatura adecuada, irse al menos <strong>una semana de vacaciones fuera de casa</strong>, comer carne, pescado o proteína cada dos días, capacidad para afrontar imprevistos, tener teléfono, televisión, lavadora y automóvil. En Catalunya, afecta al 8% de personas, más de medio millón de catalanes.

El tercer indicador para calcular la tasa AROPE es la Baja Intensidad de Trabajo en el Hogar (BITH). Tiene en cuenta a personas menores de 59 años que viven en hogares donde los adultos en edad de trabajar sólo han trabajado un 20% de todos los días que podían trabajar. El 6,8% de catalanes residen en hogares con baja intensidad de trabajo, más de medio millón de personas.

Las ayudas sociales, por debajo

Pero no todas las personas que entran en los indicadores estadísticos reciben ayudas sociales. Los trabajadores sociales se basan en otros criterios de vulnerabilidad. En concreto, en el Indicador de Renta de Suficiencia de Catalunya (IRSC). Ha estado diez años congelado, aunque este 2023 con los nuevos presupuestos, crecerà un 8%, según avanzó EL PERIÓDICO. El Govern considera que el mínimo para subsistir en Catalunya para una persona sola es de 614,65 euros al mes, 8.605,1 euros al año. Un dato muy inferior al umbral de la pobreza.

Las ayudas sociales determinan por ejemplo que las compañías eléctricas no pueden cortar la luz a una persona sola que cobra por debajo de dos veces el IRSC, mientras en el caso de las familias de más miembros se multiplica por 2,5 y en las personas con discapacidad, por 3.

El IRSC también determina el acceso a las becas comedor, las ayudas al pago del alquiler o el acceso a los repartos de alimentos derivado por servicios sociales. Una pareja con dos o tres hijos que viven en el área metropolitana de Barcelona no puede ingresar más de 29.000 euros al año para acceder a la lista de espera de pisos de emergencia social. Para las personas que viven solas, el umbral es de 21.000 euros al año. Si acceden a un alquiler social, el precio que pagarán también se marca en función del IRSC, al igual que la Renta Garantizada de Ciudadanía, cuya cantidad también parte de este baremo.

El precariado y la inflación

En este contexto, la inflación de los precios y el aumento del coste del alquiler están asfixiando a los hogares. Hay familias que no cumplen los indicadores para ser consideradas pobres pero que, al tener que afrontar los gastos diarios, no pueden llegar a final de mes. También hay que tener en cuenta la precariedad laboral: según la Organización Internacional del Trabajo, los precarios son aquellos que tienen empleos sin contrato, inestables o de corta duración y que cuyos ingresos no les permiten cubrir sus necesidades básicas. No hay datos oficiales, pero según las organizaciones sindicales y las entidades sociales, se considera que el 10% de los trabajadores en Catalunya son pobres. Y por lo tanto, precarios.

Pobreza energética

El Observatorio Europeo contra la Pobreza Energética mide las personas afectadas por la pobreza energética con cuatro indicadores. El gasto desproporcionado (hogares que su gasto energético en relación con sus ingresos duplica la media nacional), la pobreza energética escondida (su consumo energético es menor que la mitad de la media nacional), la incapacidad para mantener su vivienda a una temperatura adecuada (no se pueden permitir vivir entre 22 y 18 grados en casa) y la población que tiene retrasos en el pago de facturas. La Encuesta de Condiciones de Vida recoge el porcentaje de familias que no pueden mantener su vivienda a una temperatura adecuada, que tras varios años alrededor del 10%, se ha duplicado en dos años y ya afecta al 19% de catalanes.