UN AÑO DE PORTAVOCES SANITARIOS

Fernando Simón, con el crédito casi agotado

Los sucesivos patinazos comunicativos y la minimización de los riesgos en todas la olas han erosionado la confianza de los profesionales en el epidemiólogo

El Ejecutivo atribuye los errores a la gran exposición mediática que sufre y aprecia sus grandes virtudes como comunicador, así como la tranquilidad que transmite

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MADRID  25 01 2021  SOCIEDAD  Fernando Simon  durante la rueda de prensa que ha ofrecido esta tarde en la sede del ministerio  para explicar la evolucion de la pandemia de covid-19   FOTO  JOSE LUIS ROCA

MADRID 25 01 2021 SOCIEDAD Fernando Simon durante la rueda de prensa que ha ofrecido esta tarde en la sede del ministerio para explicar la evolucion de la pandemia de covid-19 FOTO JOSE LUIS ROCA / JOSÉ LUIS ROCA

Manuel Vilaseró

Manuel Vilaseró

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En una de sus primeras ruedas de prensa de la pandemia, cuando el coronavirus era una amenaza remota, varios periodistas se acercaron al ministro Salvador Illa para felicitarle por haber situado a su lado a Fernando Simón. Su aparición cinco años atrás en la crisis del ébola había acabado con el caos comunicativo y de gestión de la ministra Ana Mato. Sus didácticas explicaciones y el rigor con el que se implantaron las medidas de control a partir de ese momento le confirieron una imagen de ‘gurú’ de las epidemias que podía suplir el inevitable déficit de un ministro recién llegado, virgen en la materia. Así lo reconocía de modo implícito el propio Illa a los periodistas en ese minuto cero del tsunami que estaba por llegar.

Un año, cientos de ruedas de prensa y más 70.000 muertos después, esa imagen se ha ido emborronando por lo que algunos consideran múltiples errores tanto en la gestión como en la comunicación. Pocos días antes del estado de alarma, cuando varios países europeos ya empezaban a tomar algunas medidas ante la explosión de casos en Italia, Simón convocó a los periodistas especializados a reuniones ‘off the record‘. Quería transmitirles que había mucha presión desde Europa para que España tomara medidas pero que algunos era algunos países estaban sobreactuando y creando una alarma innecesaria.

En público había predicho que en España “no tendremos más que unos pocos casos”, una frase que le perseguirá el resto de su vida, pero no la única. La supuesta inutilidad de las mascarillas o el haber asegurado que estábamos preparados para “hacer frente a cualquier escenario”, también forma parte de su dolorosa mochila.

Icono pop

Su papel durante el estado de alarma, a comparecencia diaria y al borde del agotamiento contando, ahora sí, lo que realmente estaba pasando, le valieron al absolución de una buena parte de la sociedad. Él daba esperanza y pedía paciencia cada mañana cuando ni siquiera podíamos salir de casa. Al fin y al cabo ¿qué país europeo no se había equivocado en una u otra medida?

En una sociedad tan polarizada como la nuestra, mientras algunos lo culpaban de los muertos otros lo encumbraron casi al nivel de icono pop llegándose a distribuir camisetas por internet. Fue entonces cuando se atrevió a posar como motero en un dominical y a participar en el programa de Calleja mientras la segunda ola tomaba cuerpo. ”Tuvo un subidón de ego que le llevó a tomar malas decisiones”, apunta alguien de su entorno.

Su tendencia a la broma, siempre de agradecer en las espesas ruedas de prensa, le ha jugado malas pasadas. La enfermería y los colegios de médicos han pedido su cabeza en varias ocasiones, pero más allá de los resbalones anecdóticos, la reiteración en minusvalorar el riesgo en las últimas oleadas le ha acabado alejando sus compañeros de profesión.

Quizás porque figuraba en el manual del epidemiólogo precoronavirus, se pasó el verano restando importancia al aumento del número de casos, negó la existencia de la segunda ola hasta que fue inevitable admitirlo y defendió la relajación navideña que ha acabado con una factura de más de 20.000 muertes. Varias veces ha tropezado en la misma piedra de predecir una bajada del virus el día antes de un subidón.  

"Más optimista de lo que debería"

En uno de sus momentos de sinceridad reconoció recientemente que a veces tendía a “ser más optimista de lo que debería”. Algo quizás imperdonable cuando de lo que se trata es de mantener en alerta a la población para que cumpla las medidas de control, aunque eso infunda miedo o alarma. La DGT  tiene una larga experiencia en ello.

Se ha especulado en varias ocasiones con su relevo, pero el apoyo firme de Illa y sobre todo de Pedro Sánchez lo ha mantenido en su puesto. El presidente del Gobierno quedó cautivado por su capacidad de comunicación y conocimientos como lo habían estado en su día los medios de comunicación. Y, según cuentan desde Moncloa, mantiene su apoyo. “Son normales los patinazos con una exposición mediática tan intensa. Pero comunica muy bien y da mucha tranquilidad”, defienden.

Exaltos cargos de Sanidad defienden que tanto apoyo deriva también de uno de sus defectos. “Siempre rema en el sentido que le piden los políticos, no es conflictivo”, critican. El epidemiólogo es víctima también del modelo escogido por el Gobierno para afrontar la pandemia, al no crear un comité científico con una personalidad indiscutible e independiente al frente, como Fauci en los Estados Unidos. Alguien que pueda dar su opinión en base a los informes de expertos de varias disciplinas y luego que el Gobierno haga lo que crea conveniente. Es técnico  y a la vez portavoz del Gobierno. Dos cosas a veces incompatibles. 

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