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Jeröme Salomon, voz del Gobierno Macron sobre la pandemia / GOBIERNO FRANCES

Irene Casado Sánchez
Irene Casado SánchezPeriodista
Irene Casado Sánchez
No tiene ningún atractivo ni carisma particular. Sus dedos entrecruzados, su cabeza rapada, su cara redonda, su discreto tono de voz y su aplomo constituyen los principales rasgos de Jérôme Salomon, director general de Salud y vocero oficial de la pandemia de coronavirus en Francia. Su rol de emisario de malas noticias se compara con la tarea del antiguo fiscal antiterrorista, encargado de informar a los franceses de los detalles de cada nuevo ataque, valiéndole el apodo del “François Molin del covid-19”.
Durante meses, a las 19h30, Jérôme Salomon y su pequeña pantalla repleta de gráficos, mapas y cifras interrumpían la programación de los principales canales de información con los últimos detalles sobre la evolución de la crisis sanitaria: el avance de la curva de contagios, la tensión hospitalaria, el número de fallecidos… Ante tal aciaga misión, los mismos ministros macronistas le habrían bautizado con el macabro mote: el “sepulturero”.
Doctorado en epidemiología y diplomado en enfermedades infecciosas y tropicales, así como en salud pública, Jérôme Salomon también conoce los entresijos de la política francesa. Durante más de dos décadas se codeó con las filas del Partido Socialista (PS), convirtiéndose en 2013 en asesor de seguridad sanitaria de la entonces ministra de Sanidad, Marisol Touraine. En 2016, el epidemiólogo abandonó a los socialistas para unirse a la aventura de Emmanuel Macron y aportar su grano de arena en la redacción del programa de sanidad del ahora presidente de la República.
Responsabilidades
Su apoyo fue retribuido. Dos años más tarde, Jérôme Salomon fue nombrado director general de Salud. “Mantener y mejorar el estado de salud de los ciudadanos”, “garantizar la calidad, la seguridad y la igualdad de acceso al sistema sanitario” y “proteger a la población de las amenazas sanitarias”, pasaron a ser sus principales responsabilidades.
Sin embargo, el epidemiólogo habría fallado a la última de todas ellas: según una investigación realizada por una comisión especial del Senado, Jérôme Salomon se encontraría en el origen de la penuria de mascarillas, el gran fiasco gubernamental durante los primeros meses de la epidemia en Francia. En 2018, el epidemiólogo habría sido informado de la necesidad de renovar los 'stocks' de mascarillas quirúrgicas. La Agencia Nacional de Salud Pública recomendaba conformar una reserva de mil millones de mascarillas, pero Jérôme Salomon decidió encargar únicamente 50 millones. Para más inri, los senadores le acusan de haber presionado a la agencia sanitaria para “hacer desaparecer de su informe la dimensión del stock [recomendado]” y justificar así la reducida adquisición del material sanitario.
A pesar de la polémica y la degradación de su credibilidad, el epidemiólogo permanece estoico, sereno en su cargo de director general de Salud. “Es un hombre tranquilo y sólido […] en cualquier circunstancia”, resume con acierto uno de sus familiares al semanario L’Obs.
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