Décima avenida | Por Joan Cañete Bayle

La soledad de Borràs

La presidenta suspendida del Parlament afrontó su primer día de juicio en el TSJC sin apoyo masivo en la calle

Laura Borràs, en su juicio ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya

Laura Borràs, en su juicio ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya / ANDREU DALMAU/EFE

Joan Cañete Bayle

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Laura Borràs, presidenta suspendida del Parlament y dirigente de Junts, se presentó en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) en la primera sesión de su juicio sola, muy sola. La acompañaban su marido y su hija, pero la soledad con la que se encontró Borràs no fue personal, sino política. Un puñado se simpatizantes quisieron estar con ella en el mal trance de este juicio por haber ayudado presuntamente a un amigo fraccionando contratos cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes, pero fueron pocos. La lista de apoyos ilustres se podían contar con los dedos de las dos manos. Nadie del Govern, nadie de ERC, nadie de la CUP, ni rastro de las movilizaciones ni de la solidaridad transversal, más allá de las líneas partidistas, que el independentismo solía generar cuando de denunciar la represión del Estado se trata. «Good morning, Vietnam», tuiteó antes de la sesión el abogado de Borràs, Gonzalo Boye. A las puertas del TSJC, alguien tiró billetes falsos de 200 euros con la foto de Borràs.

Durante años, el independentismo esgrimió con razón su fuerza en la calle para refrendar su condición de fuerza hegemónica en Catalunya. Por el mismo motivo, tan magro apoyo popular a una figura de la importancia política de Borràs es noticia. En el Parlament el independentismo sigue siendo mayoritario, pero su presencia en la calle se ha debilitado. Una muy mala noticia para un movimiento con un alma activista tan poderosa.

Los pinchazos de asistencia (tampoco fue un éxito despampanante la protesta contra la cumbre franco-española) son consecuencia lógica de la división entre un independentismo más pragmático, posibilista, y otro que sigue instalado en el "apreteu, apreteu" del president Torra. Ante el TSJC, la poca gente congregada cargó contra el president de la Generalitat y TV-3, de la misma forma que el día de la cumbre abuchearon a Oriol Junqueras. Nada que no suceda a diario en las redes, la auténtica ágora del independentismo.

Mientras, Jordi Pujol presentó un libro, y comparar la lista de presentes en un lugar y en el otro no deja de ser un ejercicio un pelín perverso. Visto así, no estamos hablando tanto de la división del independentismo como de la división en la galaxia de la antigua Convergència. Si se puede ser independentista y al mismo tiempo trabajarse el 'peix al cove', como ha decidido hacer ERC, es normal que una parte del famoso gen convergente se revuelva y pretenda asumir este papel, desde los ‘consellers’ que no querían abandonar el Govern hasta Xavier Trias. El ‘procés’ ha sido una trituradoras de partidos. A Junts se le está poniendo cara de escisión.  

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