Internacional reaccionaria

Mapa de la Europa ultra: Vox rompe la tendencia al alza de la extrema derecha

Trump, Bolsonaro, Orbán... cómo dilapidar la democracia en 5 pasos

La Eurocámara acusa a los partidos ultra de estar al servicio de Putin

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un acto de campaña para las elecciones del 23J.

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un acto de campaña para las elecciones del 23J. / Biel Aliño / EFE

Carles Planas Bou

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Han hecho fracasar la suma de la alternativa". Con estas palabras, Santiago Abascal señalaba al PP y a los medios de comunicación como culpables del retroceso electoral de Vox, que ayer se quedó con un 12,39% de los votos y 33 escaños en el Congreso de los Diputados. Sus resultados —una pérdida del 17% de los apoyos— son peores que los del 2019 y prácticamente imposibilitan un gobierno junto a los de Alberto Núñez Feijóo, que concentraron el voto conservador. Aunque los populares han abrazado parte de los postulados ultra, los resultados en España apuntan a un debilitamiento de la extrema derecha, un panorama que contrasta con la oleada reaccionaria que sigue extendiéndose por la Unión Europea (UE).

La derecha radical europea no es monolítica y se adapta a la idiosincrasia de cada nación. Sin embargo, el florecimiento del nacionalismo identitario, del rechazo a la inmigración musulmana y del retroceso de los derechos sociales en el continente se ha cimentado sobre el miedo. Miedo al otro con la crisis de los refugiados de 2015, miedo a lo desconocido con el coronavirus en 2020 y miedo ahora a la incertidumbre socioeconómica y a las turbulencias geopolíticas globales, ambos temores acelerados con la invasión rusa de Ucrania.

El éxito discursivo de Vox —que ha logrado contaminar a otras formaciones— no es una anomalía. En 17 de los 27 países del club comunitario europeo, las principales formaciones ultraconservadoras crecieron en las últimas elecciones, amasando más votos que en las anteriores. En 17, esos partidos tienen más de un 10% de los apoyos. En algunos de los otros países donde ese porcentaje es menor se debe a que la extrema derecha está más fragmentada, no a que sea menos popular.

Ultras en el Gobierno

La punta de lanza de la internacional reaccionaria en la UE está liderada por Hungría y Polonia, las dos únicas naciones donde la derecha más recalcitrante concentra mayorías absolutas abrumadoras. En el poder desde 2010, el primer ministro húngaro Viktor Orbán logró ampliar su poder en 2022 al concentrar más de un 54% de los votos. Su dominio sostenido le ha permitido convertir el país en una democracia iliberal en la que se ha criminalizado la inmigración y a la comunidad LGTBQ y en la que se ha torpedeado la independencia del poder judicial. Desde Varsovia, Mateusz Morawiecki ha proseguido la misma vía autoritaria, pero su recorte de libertades puede pasarle factura. El país celebra elecciones parlamentarias en otoño y su partido podría pasar del 43,6% obtenido en 2019 a un 35% que podría suponer el fin de su Gobierno.

Más recientemente, la ultraderecha también ha logrado hacerse con el control de Italia, donde la líder posfascista Giorgia Meloni —declarada seguidora durante su juventud del dictador Benito Mussolini— ha endurecido las leyes migratorias, se ha opuesto al salario mínimo y está arremetiendo contra la justicia y los medios de comunicación públicos. Los ultras también han tocado poder en Finlandia como socios minoritarios. "¿Alguien se apunta a escupir a mendigos y golpear a niños negros?", escribió en un blog en 2008 su líder y ahora viceprimera ministra, Riikka Purra.

Hasta hace poco, la derecha radical formó parte de coaliciones conservadoras en Letonia y Estonia, pero la pérdida de votos en los últimos comicios la apartaron del Ejecutivo. En Eslovaquia, el único miembro de la UE que cuenta con presencia abiertamente neonazi en su parlamento, el Gobierno en el que participaban los ultras fue tumbado a finales de 2022 y reemplazado por uno de tecnocráctico. El país celebra elecciones en septiembre y los sondeos dan la victoria a los nacionalpopulistas, que serían primera fuerza y doblarían los votos obtenidos.

Influencia desde la oposición

Los partidos reaccionarios, euroescépticos y xenófobos avanzan por casi toda Europa. Los países donde atesoran más poder desde la oposición son Suecia, Eslovenia y Francia, donde han obtenido más del 20% de los votos y donde no les hace falta gobernar para condicionar la agenda. También se sitúan entre las tres formaciones con más apoyos en Bélgica, Países Bajos, Austria, Portugal, Croacia y Bulgaria, mientras que en Alemania, Rumanía y República Checa giran en torno al 10% de los sufragios. En Dinamarca, el principal partido de extrema derecha se fragmentó en tres fuerzas parlamentarias, pero aun así han influenciado la acción política tanto de socialdemócratas como de liberalconservadores.

La popularidad de estas formaciones se debe a multitud de factores. Entre sus votantes hay perfiles más ideologizados, que los apoyan por sus posturas identitarias y anti-inmigración, pero también otros movilizados por la desafección con el 'establishment' político. Los vínculos de muchos de estos partidos con Rusia también se ha convertido en un factor importante, especialmente después de dar pie a la guerra contra Ucrania, una invasión que les obligó a maniobrar y a adoptar una posición ambivalente. Afines a Putin como la Lega de Matteo Salvini o el húngaro Jobbik se han visto perjudicados, pero otros como Marine Le Pen, Orbán, el FPÖ austríaco o la alemana AfD se están disparando en las encuestas —apuntando a la primera y segunda posición respectivamente—, aunque eso también se debe a otras razones de clave nacional.

Los países donde el nacionalpopulismo ocupa una posición menor en el parlamento son Luxemburgo, Chipre y Grecia, en ese orden. Lituania, Malta e Irlanda son los tres únicos miembros de la UE donde la extrema derecha no tiene presencia alguna en sus parlamentos nacionales, una anomalía ante un auge reaccionario que parece no haber tocado techo.