Vuelco político

Los conservadores y la ultraderecha pactan un Gobierno de coalición en Finlandia

El líder de la conservadora Coalición Nacional de Finlandia, Petteri Orpo.

El líder de la conservadora Coalición Nacional de Finlandia, Petteri Orpo. / EP

Marina Ferrer

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La llamada 'era Sanna Marin', la líder que rejuveneció la socialdemocracia finlandesa, no solo fue fugaz, sino que además tomará su relevo el Gobierno más derechista de la historia del país nórdico, recién incorporado a la OTAN. El nuevo primer ministro será el conservador Petteri Orpo, el ganador de las elecciones celebradas el pasado mes de abril. Y asumirá el poder al frente de una coalición con cuatro partidos, todos ellos de derechas, incluida el ultraderechista Verdaderos Finlandeses.

La presencia de un partido de ese espectro no es nueva ni llama tanto la atención en el conjunto de los países nórdicos. La ultraderecha xenófoba ha formado parte o respaldado como aliado externo anteriores gobiernos en Dinamarca y Noruega, así como en la misma Finlandia. Suecia, que hasta el año pasado había defendido el cordón sanitario, se sumó en diciembre pasado a la órbita de los ejecutivos apoyados formalmente desde fuera por la ultraderecha.

Los llamados Demócratas de Suecia (SD), en el Parlamento sueco desde hace casi una década y media, se convirtieron así en aliado externo de la coalición de centro-derecha que lidera Ulf Kristersson. Terminó ahí la larga fase de dominio socialdemócrata en Suecia, representado en su último periodo por Magdalena Andersson al frente de un bloque de centro-izquierda-ecologista.

El recorrido de Marin

Algo parecido le pasó ahora a Marin, quien asumió las riendas del gobierno finlandés en 2019 de manos de su correligionario Antti Rinne. Refrescó el aire de las socialdemocracias nórdicas; se la saludó como la líder más joven entre las democracias occidentales -tenía entonces 34 años-, y alcanzó niveles de popularidad a escala internacional desconocidas entre políticos de su país. Dirigió además a su país hacia la OTAN, tras el vuelco precipitado en la opinión pública finlandesa por el inicio de la invasión rusa de Ucrania. De pronto, Finlandia, como Suecia, abandonaron la neutralidad para abrazar el atlantismo.

Orpo la derribó en las urnas en abril, en un país tan preocupado por entonces por la seguridad, con 1.340 kilómetros de frontera compartida con Rusia, como por el alto endeudamiento. El nuevo líder tiene experiencia de gobierno, puesto que ocupó tres ministerios en sucesivos gobiernos conservadores -Agricultura, Interior y Finanzas-. Tiene 16 años más que Marin y lidera un partido, Kokoomus o Alianza Nacional que en las urnas logró un 20,8 %, unas pocas décimas más que los Verdaderos Finlandeses, mientras que la socialdemocracia de Marin quedó en un 19,9 %.

Entre los cuatro coaligados de Orpo sumarán 108 de los 200 escaños del Eduskunta (Parlamento), lo que en Finlandia se considera una sólida mayoría. Con ella pretende sacar adelante un paquete de austeridad después de que bajo Marin -y en parte debido a la lucha contra la pandemia- el endeudamiento escalara al 78 %. Su socio ultraderechista está liderado por Riika Purra, una debutante en política, que ha llevado a los Verdaderos Finlandeses a una línea menos radical que su antecesor, el incendiario Jussi Halla-aho.

Un regreso en la práctica

Es, en realidad, un regreso. Esa misma formación compartió ya el poder con una coalición derechista, entre 2015 y 2017. Mientras otros partidos ultraderechistas nórdicos, como el Partido Popular Danés, han ido perdiendo fuelle tras su experiencia de gobierno, los ultraderechistas finlandeses se han estabilizado en porcentajes que oscilan entre el 17% y el 20%.

Que los Verdaderos Finlandeses hayan limado asperezas respecto a lo que fueron bajo Halla-aho se debe en parte a Orpo. En 2017 fue el motor de su expulsión como socio del gobierno tripartito entonces encabezado por el asimismo centrista Juha Sipilä. Simplemente, su extremismo no era compatible con la responsabilidad de gobierno.

Purra mantiene la línea euroescéptica de su antecesor, pero con menor ímpetu. Respaldó en su momento como el resto de las formaciones parlamentarias el ingreso finlandés en la OTAN -que no ha conseguido aún Suecia, pese a haber formulado en paralelo su solicitud, porque Turquía sigue sin ratificarlo-. Y su sello de identidad sigue siendo el discurso antiinmigración, lo que de algún encaja con el rumbo de Orpo y sus promesas de recortar gasto público.