28º ANIVERSARIO DE LA REUNIFICACIÓN
Alemania sigue dividida
La potencia centroeuropea sigue afectado por una separación económica y política entre los antiguos bloques del Oeste y del Este
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles Planas Bou
"Un paisaje floreciente". El 1 de julio de 1990 Alemania daba un paso crucial que marcaría su Historia moderna. El marco alemán se instalaba en el antiguo territorio de la República Democrática Alemana (RDA) y el canciller de la República Federal Alemana (RFA), el democristiano Helmuth Kohl, comparecía en televisión para prometer un futuro de prosperidad económica y social de la mano de la reunificación que se sellaría el 3 de octubre, hace 28 años.
La promesa primaveral de Kohl se convirtió más bien en un invierno que dejó un paisaje marcado por heridas que aún siguen abiertas. La anexión política supuso también la absorción de una economía socialista hacia un sistema capitalista. La RFA privatizó hasta 14.000 empresas públicas para ampliar su mercado. Un 90% de las compañías del Este se fugaron al bloque occidental y con ellas el trabajo y parte de su población. Menos productiva y competitiva, la Alemania Oriental vivió la destrucción de su tejido empresarial y el aumento del paro y la pobreza.
Casi tres décadas después de que el hormigón del muro de Berlín se derrumbase junto al telón de acero aún existe un muro que divide a esas dos caras de Alemania. Una parte del país reniega de la Reunificación y celebra su fiesta nacional el 7 de octubre, conmemorando así la fundación de la RDA.
Más pobre, viejo y precario
Esa insatisfacción se basa en una realidad palpable. Aún hoy el país afronta unas “debilidades estructurales” que golpean más severamente a los ciudadanos del Este, que se ven de segunda clase. Los antiguos estados comunistas — Berlín, Brandeburgo, Mecklemburgo-Antepomerania, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia — siguen siendo más pobres. En 2016 la diferencia del bienestar entre bloques aún era del 27%. Con un PIB per capita de poco menos de 29.000 euros anuales, la riqueza de la Alemania Oriental supone un 74,2% de la de sus vecinos.
Esa desventaja también se explica con otros factores. La desarticulación de la industria del Este tras la caída del muro generó un éxodo que aún perdura. Desde entonces, la población oriental ha caído un 11% (excepto Berlín) mientras que en el Oeste ha crecido un 8%. Esa fuga e incertidumbre económica también abocó al Este a tener una tasa de natalidad menor y una población más envejecida. Así, un 24% de los ciudadanos orientales superan los 65 años y cuentan con una pension menor que sus vecinos.
Para más inri, el resto también se ve más aquejada por el paro (del 8,5% en el Este frente al 5,6% en el Oeste) y por la precariedad laboral, que alcanza a hasta un 34,5% de la población de la antigua RDA. Eso se traduce en que un trabajador del Oeste tiene un salario bruto de 35.084 euros anuales mientras que para uno del Este es de 28.639 euros. Eso sí, trabajan hasta 67 horas más que el resto del país.
Todo ello hace que la pequeña economía oriental siga siendo más débil y que, a pesar de la mejora, no se prevé que alcance los niveles de sus vecinos al menos hasta 2030. Significativamente, ninguna de las 30 compañías que forman parte del DAX, la bolsa alemana, tiene su sede en el Este del país.
Lento progreso
Aunque aún no se puede hablar de “paisajes florecientes”, los expertos señalan una notable mejora económica del antiguo bloque comunista en las últimas décadas. La cuota de pobreza y el paro se han reducido, se ha impulsado el crecimiento y regiones como Leipzig o Jena han llegado ya a niveles occidentales.
Parte de esa mejora se debe al programa público que la Alemania reunifiada estableció en 1991 para asumir la costosa absorción de la economía socialista de la RDA. Ese paquete de medidas, el mayor subsidio de la historia, aportó 2.000 billones de euros al Este hasta el 2010 y fijó un impuesto de solidaridad (conocido como ‘Soli’) de apoyo entre Estados. Aunque los economistas aseguran que la ayuda debe ser continuada ese impuesto se limitará a partir del año que viene debido a la crítica de los Estados occidentales que aportan más dinero, como Baviera.
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